El vegetarianismo es un método de alimentación basado en no consumir ningún tipo de carne animal y sustituirlas con proteínas vegetales, para así tener lo necesario en una dieta. Derivado de esa idea inicial, existe el veganismo. Quienes practican esto deciden no consumir carnes, pero tampoco productos derivados de los animales, como, por ejemplo, leche, huevos o miel. Incluso, hay personas veganas que no usan prendas de piel animal. Esta forma de vida proviene de la India, donde el budismo ayudó a formarla, bajo la base de que matar y comer animales rompía con la compasión del ser humano; es decir que los inicios del vegetarianismo se dieron por el respeto a los animales
Este estilo de vida ha llegado a todos los continentes, con un crecimiento masivo en la década del 2010, en la que el comercio norteamericano se expandió considerablemente. Durante las anteriores décadas de 1990 y los 2000, un restaurante vegetariano en Colombia era difícil de encontrar, sin embargo, los había. Para el 2020, según la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica (Acodrés), hay más de 520 establecimientos con opciones veganas; dentro de esta cifra la mayoría son restaurantes vegetarianos/vegano, y el resto son restaurantes que sirven carne, pero que tienen opciones vegetarianas en sus menús.
Negocios colombianos como Crepes & Waffles y Sierra Nevada, incluyen opciones veganas, que demuestra lo lejos que ha llegado el vegetarianismo en la gastronomía mundial. Sin embargo, la otra cara de la moneda, la “normalidad”, es decir, la población que consume carne, es mayoría en el mundo, a pesar de los efectos que implica.
El problema en cifras y opiniones
La ganadería industrial se refiere al método usado para obtener carne, huevo y leche al menor costo y en poco tiempo; es una práctica usada mundialmente, en la cual se mantiene confinada una gran cantidad de animales, en la mayoría de casos sin acceso a potreros, mientras se les alimenta para el engorde y posterior distribución de su carne. Otro problema que acoge la ganadería es la deforestación; 75% de la superficie agrícola se destina a producir alimentos para animales, además de la tala de árboles con el objetivo de expandir este sector.
Según Euromonitor, el mercado vegano alcanzó ventas de US$1 billón, el auge de este comercio es innegable. No obstante, la problemática con la industria ganadera no se ha reducido a raíz de esta nueva opción. En Colombia se han perdido 6 millones de hectáreas por deforestación a causa de sectores como la ganadería, minería, construcción de vías y la tala ilegal. A nivel mundial, el sector agrícola es responsable del 24% de las emisiones globales de efecto invernadero, además, los residuos generados por el ganado contaminan altamente la tierra y sus acuíferos.
Uno de los puntos más relevantes de esta problemática, más allá de su impacto en el medio ambiente, es el impacto en la salud de las personas que consumen carne sin moderación. Según Greenpeace “el excesivo consumo de carne aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 (…) Además, la ganadería industrial también contribuye de forma muy significativa al desarrollo de la resistencia a los antibióticos.”
Eduardo Ortega es un joven estudiante de psicología que, durante los primeros meses de confinamiento, asumió el veganismo como su nuevo estilo de vida. En noviembre tomó la decisión de abrir una página de Instagram (@veganlife_col) para, en sus palabras, “generar consciencia” y desmentir algunos de los mitos que se han construido sobre el veganismo. Según Ortega, las motivaciones que lo impulsaron a dejar de consumir productos de origen animal “tuvieron que ver con el medio ambiente y la crueldad animal. Cada vez se hace más evidente que el planeta se está acabando, y uno de los catalizadores de esto son las prácticas ganaderas.”
Según los seguimientos y estudios realizados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), durante el 2016, una de las principales causas de la deforestación en Colombia fue la actividad ganadera extensiva. Para el 2019, la tendencia se mantuvo y, tal como lo demuestran los números del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), las cabezas de ganado en el país aumentaron casi en 2 millones respecto al 2018. De igual manera, los terrenos con presencia de bovinos crecieron 9.2% en ese mismo periodo de tiempo, una cifra bastante alta considerando que sólo 15 millones de hectáreas en el país tienen las características para albergar actividad ganadera, pero las tierras ocupadas con ese fin doblan dicha capacidad.
También entran a jugar un papel importante las emisiones contaminantes que generan las industrias de consumo de animales. Estas representan la segunda actividad que emana más metano en el mundo, y aquí es importante recordar que, de acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), el metano es el segundo gas de efecto invernadero con más emisiones del mundo, solo superado por el dióxido de carbono. Ahora bien, en un artículo escrito en 2019 para la revista Bacanika, la ecologista Mariana Matija afirmó que “desde la perspectiva del consumo, pocas cosas son tan eficientes para reducir nuestra huella ambiental como cambiar nuestra alimentación”. Esto no se limita a las carnes de origen bovino, pues el consumo de peces, aves y sus derivados también produce impactos considerables.
Por un lado, la industria avícola también es conocida por generar desechos animales peligrosos para la salud, así como por ser fuente de amoníaco, azufre y otros elementos contaminantes. Por otra parte, las advertencias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acerca de la sobrepesca siguen siendo una constante, ya que solo el 65,8% de las especies de peces se encuentran en niveles biológicamente sostenibles, respecto al 90% que había en 1974. Adicionalmente, según esta misma organización, el 35% de productos marinos pescados a nivel mundial son desperdiciados.
Otro de los problemas que advierte Matija es el excesivo uso de recursos para el mantenimiento de los animales a consumir: “la ganadería es responsable de entre un 20% y un 30% del consumo de agua dulce en el planeta”. También, como se mencionó anteriormente, el uso de grandes áreas de tierra, que en muchos casos son deforestadas para transformarlas en zonas de pastoreo. Igualmente, un considerable número de cosechas son destinadas para alimentar a los animales que, posteriormente, son consumidos.
Respecto al tema de la salud, tanto Ortega como Matija coinciden en señalar los riesgos de consumir carne para el organismo. En 2015, la Organización Mundial de la Salud, por medio de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) dio a conocer que el consumo de carnes procesadas y carnes rojas ha demostrado ser un potencial agente cancerígeno y originador de otras enfermedades crónicas.
¿Y el día sin carne?
El 9 de noviembre, el Concejo de Bogotá aprobó el proyecto que declara la emergencia climática en la ciudad, en una iniciativa que aboga por el buen uso del agua, la operación de buses eléctricos y la inclusión del día sin carne, el cual busca concientizar sobre los efectos del consumo de este producto en el medio ambiente. Sin embargo, la medida ha generado polémica y ha opacado el factor de protección ambiental en el que se basa la propuesta.
Fabio Fang, profesor de la Universidad del Rosario, opina sobre este tema que “los gobiernos deben tomar medidas urgentes para reducir el consumo de animales. Algunas de esas medidas incluyen poner impuestos a los productos animales. Otras son más educativas y culturales, como esto del día sin carne, que realmente no prohíbe nada, sino que intenta concientizar a las personas sobre sus hábitos y enseñarles alternativas.” Según Adriana Gutiérrez, dueña del restaurante vegetariano jengibre ("@rjengibre), el día sin carne es una buena forma de incentivar el consumo de otro tipo productos que no suelen ser prioridad, como legumbres y cereales, los cuales también son una fuente de proteína muy alta. Además, al enfocar el consumo en este tipo de alimentos, se puede ayudar a la compra de productos de agricultores colombianos.
A pesar del apoyo por parte de la comunidad vegetariana, figuras como el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN), José Felix Lafaurie, manifestaron su disgusto con la idea, pues no están de acuerdo con la medida que, según ellos, es de un extremo prohibicionista y restrictivo. No obstante, gran parte de la ciudadanía está confundiendo el día sin carne con una medida obligatoria, pero no lo es. Su fin es de concientización dentro de la sociedad, más no una regla de obligatorio cumplimiento, como el día sin carro.
El camino al veganismo
Para Adriana Gutiérrez, la transición al veganismo se inició a los 24 años. “Me volví vegetariana porque tenía problemas digestivos. Además, desde pequeña nunca me gustó comer carne, porque siempre le he tenido cariño a los animales. Pienso que no tiene sentido comernos los animales, no hay respeto y armonía. Me volví vegana en 2015 por recomendación médica, porque los lácteos tienden a afectarme. Abrí mi restaurante vegano en 2008, y desde el inicio ha venido mucha gente por sugerencia de médicos, por complicaciones de salud o por otras razones", nos explica.
Respecto a su experiencia, Fabio Fang comenta lo siguiente: “me puse a averiguar cuáles serían las porciones ideales de los diferentes alimentos, y lo que descubrí fue que 1) realmente es posible vivir sin comer animales y 2) llevan una vida mucho más miserable de la que uno normalmente imagina. Eso me llevó a reducir el consumo de animales, pero cada vez veía más la importancia y posibilidad de no comerles, así que me volví vegetariano.”
La decisión es difícil de tomar, pero la transición a dejar de comer carnes es más compleja, puesto que las costumbres carnívoras datan de hace miles de años. Además, cuando el sistema digestivo se habitúa a recibir cierto tipo de alimentos, el cambio de dieta suele afectar de alguna manera. Sin embargo, estos testimonios evidencian que es un cambio posible, el cual, además de contribuir al medio ambiente, puede brindar muchas mejoras en la salud
El futuro de la carne
Aunque las cifras apuntan a un aumento de las personas vegetarianas y veganas, pues así lo demuestra la creciente oferta gastronómica para estos consumidores, el futuro del consumo de carne parece ser prometedor. Por lo menos en Latinoamérica, se espera que la industria ganadera siga siendo uno de los ejes de la economía. Y, como se ve en las cifras de los últimos años, se proyecta que las cabezas de ganado, por lo menos en Colombia, continúen en aumento.
Si bien no todas las personas adoptarán un estilo de vida vegetariano o vegano, hay varios proyectos que buscan generar cambios en la industria ganadera. Por ejemplo, como lo reporta la revista Semana, el trabajo en conjunto entre FEDEGAN y la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS) en un intento por detener la deforestación en la Amazonía colombiana, ya que en los últimos años se ha visto un aumento preocupante en el número de cabezas de ganado en esa zona del país, cuando la tierra en esa región no es apta para el desarrollo de tal actividad.
Otro proyecto que busca volver más sostenible la industria ganadera es la implementación del silvopastoreo. Esta práctica consiste en la incorporación de árboles en las áreas donde se encuentra el ganado, generando una actividad más sostenible. En Colombia, el gobierno actual tiene una meta de incorporar 100 mil hectáreas que opten por este sistema, para así promover la reforestación en el territorio nacional. Para Manuel Rodríguez, ex ministro de ambiente, se necesita una recuperación de zonas forestales mayor en el país.
Pero la solución no es fácil ni definitiva, menos cuando los defensores del medio ambiente peligran. De acuerdo a la ONG Global Witness, para el 2020 Colombia es el país donde más líderes ambientales son asesinados, un lugar que venía buscando desde hace años. En 2017, ocupó el tercer puesto a nivel mundial. Muchas de esas víctimas eran denunciantes de los usos ilegales de la tierra y de la explotación de la misma. Así fue el caso de Hernán Bedoya, quien objetó las actividades ganaderas y el asentamiento de monocultivos en tierras comunitarias en el Chocó, que posteriormente, fue asesinado por las Autodefensas Gaitanistas.