El río, el pescado y el pescador

Lunes, 20 Mayo 2019 17:03
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Honda se caracteriza por la riqueza de la cultura pesquera artesanal. Sin embargo, factores como la contaminación, el cambio climático y la aparición de la pesca industrial la amenazan con desaparecer.

||| ||| Manuela Palacios|||
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Honda es una ciudad históricamente ilustre que queda en el departamento del Tolima. Tiene un aire al centro histórico de Cartagena y a La Candelaria en Bogotá por su arquitectura colonial y casas coloridas.

Le llaman ‘La ciudad de los puentes’, pues tiene 27 en total. El Puente Navarro es uno de ellos, el primero de metal en construirse en América del Sur. Cuentan los cronistas, que en un principio los dueños cobraban peaje a quién lo atravesase. Al igual que su clima, la gente es cálida, siempre se ven sonrisas por doquier y su territorio cuenta con el paso del río Magdalena, la fuente fluvial más importante del país.

El río tiene la capacidad de mostrar estados de ánimo, así como las personas. Cuando el lìquido verdoso está tranquilo, suena shhhhhhhh –como el ruido que producen las salchichas al freírse–. En cambio, cuando está enojado, emite un sonido parecido al agua chocando fuertemente contra las piedras.

Foto tomada por: Manuela Palacios. Panorámica del río Magdalena desde El Chorro, un punto de pesca.

El afluente no huele a pescado, tiene un aroma a fresco, a vida. En la noche, es alucinante: se oye un revoltijo de sonsonetes de las chicharras, los sapos, grillos y patos. Además, se puede contemplar la fosforescencia de las luciérnagas junto a las estrellas que convierten el cielo nocturno en algo paradisíaco.

En Honda, la corriente del río es tan pero tan rápida que los pescados quedan libres de mercurio. Este elemento metálico se encuentra en el agua, principalmente, a causa de la minería y desechos tóxicos. En este punto, es como si estuviesen sucios y se dieran un baño.

En él, habitan bastantes especies de pescado…

 

Foto 2: tomada por Manuela Palacios. Los nicuros atrapados por los pescadores puestos en una canoa listos para ser seleccionados por tallaje.

En la entrada de la ciudad se puede apreciar un monumento del pescador con el que muchos de ellos no se sienten identificados, pues es fornido, robusto y de piernas cortas. Esto es porque suelen ser fibrosos, altos y de piel quemada por el sol ardiente. La obra, “Boga de la libertad”, es un homenaje a los pescadores del mundo entero.

Más adelante, en un punto de pesca, algunos hombres que llevan entre 30 a 50 años en el oficio, se animaron a conversar sobre la cultura pesquera. Por un lado, Arnulfo expresó que “aquí, toda la comunidad es pescadora, uno nace pescador porque el papá le enseñó desde niño, es algo de tradición. Recuerdo que mis padres me decían: ‘vaya coja su atarraya y pal río’. Con eso me compraba los cuadernos para el colegio”.

Por otro lado, Raúl dijo: “nosotros aquí vivimos del pescado, desde los 8 años empecé a pescar para hacerme lo del recreo y ayudar en la casa. Para mí el río es todo lo que tengo, mi empresa y la que no me pide documentos para pescar”. De modo que el río es un benefactor de miles e incluso millones de familias a quienes concede riquezas y manjares. El objetivo del pescador, como menciona Gabriel Romero en su cumbia, es: “amanecer con pescado para vender en el mercado”.

Igualmente, el afluente se trabaja las 24 horas, con un equipo de cuatro a seis pescadores por canoa. El pescador cuenta con tres turnos al día, con una duración de dos horas y media cada uno. Por ejemplo, Juanito salió a pescar de 2:30 a 5:00 a.m, luego de 12:30 a 3:00 p.m y finalmente de 8:00 a 10.30 p.m.

Hay unos huecos en el fondo del río construidos en piedra y cemento donde los pescados se meten a reposar. Es ahí, donde el pescador echa el lance para pescar utilizando varias técnicas rudimentarias:

CHINCHORRA: Atarraya grande.

ATALAÑA: Una puerta llena de anzuelos con su carnada.

CONGOLO: Autóctono de la región. Es una escalera de palo con una red profunda al final.

Hay dos tipos de pescadores, el que respeta las tallas del pescado y el que bota el pescado pequeño. Mejor dicho, el que tiene conciencia ambiental y el que no.

 

Foto 3: Tomada por Manuela Palacios. Pescador hondano en el río Magdalena.

 

La Subienda

El 9 de febrero se supone que era época de subienda. Se supone, porque estuvo flojísimo para pescar…

-Hubiera venido hace 20 días, esto estaba una locura. -Afirmó Jhon.

-¿Por qué?

-Uno se asusta por la cantidad de personas. Esto llama tanto la atención, que viene gente de todas partes a pescar y a vivir la experiencia. El comercio se dispara y hay ingresos originados por el río.

-Ya, pero ¿qué lo hace tan increíble?

-Mire, básicamente se ven millones de pescados saltando y luchando contra la corriente.

Resulta, que de enero a marzo se da el fenómeno de la subienda. Es cuando el pescado que nace en la Ciénaga cae en la etapa de juventud y se va de casa. Entonces sale a bañarse en otras aguas del Magdalena. Empieza a subir hasta Girardot, lugar donde se aparea. El pescado sube gordo porque lleva su grasa.

Luego, viene la bajanza entre abril y mayo, que es cuando la nicura queda embarazada y vuelve a su lugar de origen a desovar o botar los huevos. El pescado bajadero es flaco y aumenta su valor dependiendo del tamaño.

Al lado del río hay cambuches, carpas, restaurantes y cantinas, –quizás– algunos pescadores viven aquí en época de subienda. La peor temporada del año, conocida como “vidrio”, tiene lugar en mayo. Se le dice así, porque no hay nada que coger y porque hay veda de pesca lo que quiere decir que no se puede comercializar el pescado. Cuando sucede esto, los pescadores subsisten vendiendo leña y reciclando el plástico e icopor que trae consigo el río.

 

Pasado versus presente

Los testimonios recolectados fueron de Panchigua, un barrio de pescadores en la avenida Pacho Mario, donde queda otro punto de pesca.

Los informantes para comprender la problemática que se vive en el río fueron: Arnulfo, 40 años en la pesca, amable, tranquilo, tiene una voz melódica, piel morena, cabello castaño y portaba una camiseta manga larga del Club Atlético Boca Juniors; Raúl, lleva 50 años pescando, cabello gris, delgado, cara huesuda y algo serio, y Benito, pescador hace 52 años, gordinflón y parlanchín. Pues, ¿quién mejor que los pescadores para explicar lo que sucede en su entorno?

Empecemos por conocer cómo era antes…

Arnulfo indicó que: “Hace 30 años venía el Ejército a controlar la actividad de pesca y a socializar al pescador de no coger el pescado pequeño. Antes los papás pedían fiado en la tienda y pagaban después de recolectar lo de la subienda”.

Asimismo, Raúl mencionó que: “El río no estaba tan contaminado y el pescado era más grande. Antiguamente uno llenaba la canoa totalmente, se recogían alrededor de 400 peces. Para que se haga una idea, hace 30 años un pescador recolectaba lo que hoy en día agarran entre 50. Mis padres me comentaron que cuando pasaba la subienda por el río bajaban frutas, verduras, yuca, ahuyama, plátano, chivos y hasta vacas”.

Por último, Benito anunció que: “Cuando era joven atrapaba de 3.000 a 4.000 nicuros y bocachicos en una subienda”.

Pasemos a descubrir cómo es ahora…

Arnulfo comentó que: “Esto se ha ido decayendo día a día por el cambio climático, la deforestación y la contaminación. El río está superpoblado. Las artes de pesca ya no son reglamentarias, lo que significa que todo el mundo lo puede hacer. No hay ninguna entidad que se asome a hacer un control por lo que cada día hay menos pescado”.

Por su parte, Raúl estableció que: “La nueva generación ya no ve rentabilidad en el río, por eso no quiere participar ni comprometerse. El 95% de pescadores tiene un trabajo aparte porque el río ya no le da para sobrevivir”.

Para concluir, Benito argumentó lo siguiente: “Modernizar al pescador fue un error, algunas herramientas deberían estar prohibidas pues los pescadores industriales nos tienen jodidos con sus motores, ya que están acabando con el pescado. Se abolió la pesca con pólvora, pero llegó una peor llamada la pesca de arrastre, que barre el fondo del río capturando todo lo que esté a su paso y es la menos selectiva que existe; es muy dañina para la conservación de los fondos y los peces”.

Actualmente el río se enfrenta a un sin fin de problemas. Algunos se mencionaron, pero hay muchos más. Si se sigue por ese camino ¿qué pasará con la tradición pesquera y la cultura en movimiento? Hay que tener en cuenta que la corriente de agua es una fuente de alimento, no de sobreproducción.

Dibujo por: María Paula Triana. Crítica a la pesca industrial y la extinción de vida acuática.