La tendencia de comprar ropa usada en Bogotá ha ido incrementando en los últimos años. Tanto, que, así como las prendas de marca tienen su sector principal al norte, en la zona rosa de la ciudad, el mercado de segunda se concentra en el centro y sus alrededores. Chapinero, uno de los barrios más antiguos de la ciudad, alberga al menos 50 tiendas de ropa usada entre sus calles y los precios que manejan oscilan entre $10.000 y $80.000 pesos colombianos. Al establecer los precios, el nombre grabado en la marquilla es lo que más importa. Sin embargo, para algunas personas vestirse va más allá de una marca.
“No le veo nada de malo al hecho de utilizar ropa de segunda, creo que, al contrario. Es muy hermoso sentir que esa prenda es tan valiosa para una persona, que no la pudo llegar a ver en la basura, y simplemente la donó para que alguien más contara otra historia a través de ella”, cuenta Paula López, una aficionada a la ropa de segunda desde hace 5 años. Su clóset se compone de, por lo menos, un 50% de prendas usadas y conoce la gran mayoría, por no decir todas las tiendas del tipo en la ciudad.
La intención de preservar el estilo retro y característico del siglo pasado, o como se le conoce en inglés, vintage, fue la principal razón de Paula por adaptar este estilo de vida. Pero al mismo tiempo se dio cuenta que estaba ayudando a reducir el impacto ambiental de la segunda industria más contaminante en el mundo, la moda, según reportó la BBC.
La huella que deja la moda
El gasto de materias primas, el desperdicio de agua y el uso de químicos y colorantes son solo algunos de los factores que influyen en el deterioro del planeta. De acuerdo con la ONU, la industria textil produce el 20% de las aguas residuales y el 10% de las emisiones de carbono en el mundo. Tan solo en la producción de un kilo de ropa se están gastando al menos 10 litros de agua, lo mismo que se gastaría en preparar una sopa para 40 personas.
Pasos olvidados. Por: Guadalupe Hernández.
La ropa que se decide tirar a la basura contamina hasta por 500 años, según datos del movimiento global Fashion Revolution. En los países en donde no se cuenta aún con la infraestructura adecuada para manejar el tratamiento de los residuos textiles, como Colombia, se opta por fomentar el modelo de economía lineal que se centra en extraer recursos, fabricar, usar y disponer. Exigiendo así un aumento en la capacidad de los rellenos sanitarios.
En los últimos años la calidad de los textiles ha reducido y los procesos de producción han aumentado, todo esto gracias al afán de estar acorde a las tendencias del momento, o a lo que se le conoce como el fast fashion. Las personas están consumiendo más rápido y desechando de la misma manera. Una camisa ya no dura sino hasta 8 posturas hasta que comienza a romperse o a perder su color, contrario a lo que pasaba antes, cuando un saco duraba hasta 3 generaciones en el armario. Como en el caso de Paula, quien es la excepción en este caso y los sacos que eran de su abuela ahora pertenecen a su clóset y estilo.
Conservando el estilo y el medio ambiente
Bien sea por la concientización del daño que producen los desechos textiles, por adaptar un estilo retro, o por ayudar de alguna forma a las personas que no tienen la capacidad económica de adquirir prendas de vestir, actualmente un pequeño segmento del país está comenzando a incentivar y adaptar el uso de la ropa de segunda.
Revivir una prenda. Por: Guadalupe Hernández.
Este segmento lo conforman fundaciones, personas naturales y plataformas virtuales, que desde la posición de consumidores han encontrado la manera de sacarle provecho a la ropa que ya no usan. La tendencia del manejo y uso de los textiles desechados en Colombia es uno de los principales aportes económicos y ambientales al que le apuestan.
La Corporación Minuto de Dios ubicada en el noroccidente de la capital del país, maneja un Banco de Ropa en asociación con los miles de puntos Servientrega distribuidos a lo largo y ancho del territorio. En estos puntos de envío las personas llevan la ropa que ya no utilizan, que luego es organizada en este centro de acopio. Tan solo 8 personas se encargan de lunes a viernes de clasificar, lavar y ordenar las miles de prendas que llegan a diario hasta el lugar.
De acuerdo con Patricia Amézquita, encargada del funcionamiento del Banco de Ropa, luego de la clasificación, las prendas se dirigen a los roperos, lugares en donde se vende la ropa a precios muy asequibles -desde $1.000 hasta $15.000 COP-. La Corporación cuenta actualmente con 13 roperos distribuidos en todo el país: dos en Bogotá, dos en Soacha, dos en Cali y uno en Cartagena, Medellín, Popayán, Barranquilla, Pasto, Lérida, Yopal y Cúcuta.
El aporte principal de esta entidad está en brindarles la oportunidad a las personas de escasos recursos de comprar prendas de vestir en buen estado. Pero el factor ambiental también está presente, ya que todos los productos que ingresan al centro de acopio son aprovechados, pues nada se desecha. En los casos en que la ropa no se encuentra en buen estado para la venta, el Banco de Ropa se encarga de darle dos opciones: en la primera, estudiantes del programa de Diseño para la Industria de la Moda del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) se encargan de intervenirla y mejorarla; en la segunda, se destruye completamente para convertirla en discos de limpieza que generalmente se utilizan en lavaderos de carros.
Aunque esta iniciativa lleva 23 años en el país y es el centro de acopio más grande del territorio, es poco conocida por los colombianos. “En un futuro esperamos contar con una acogida mucho mayor por parte de los compradores”, asegura Patricia Cruz, gerente de mercadeo del Banco de Ropa Minuto de Dios.
Pero además de las tiendas y la función de la corporación, existen en Colombia dos plataformas virtuales que se encargan de la compra y venta de prendas de segunda. Y aunque la primera nació tan solo hace 3 años, hoy en día ya cuenta con 150.000 usuarias.
Go Trendier y Renueva tu Closet son las únicas plataformas virtuales y aplicaciones para smartphone que funcionan en el país para las personas que quieren vender la ropa que ya no utilizan. A través de una aplicación que se descarga al celular yo computador, estas plataformas permiten crear una comunidad de compradores y vendedores de ropa usada alrededor del territorio.
Hay prendas que muchas personas conservan en su armario pero que rara vez utilizan o que en definitiva ya no vuelven a utilizar, sin embargo, las conservan en un rincón. De acuerdo con Ana Jiménez Sánchez, country manager de Go Trendier en Colombia, de la ropa que se tiene en el clóset, las personas solo utilizan el 20%. Teniendo en cuenta que efectivamente existe un excedente de ropa, estas plataformas virtuales les permiten a sus usuarios poner en venta la ropa que ya no utilizan subiendo una foto y aclarando el estado de uso de la prenda de vestir.
Los precios se establecen entre las usuarias de acuerdo a la acogida que tenga la prenda en la plataforma. Pero la función principal de estas plataformas se centra en alargar la vida útil de los textiles y mitigar el consumo responsable. Ambas aplicaciones funcionan alrededor del país. En el caso de Renueva Tu Closet, de acuerdo con Camila Jiménez, gerente general de Renueva Tu Closet en Colombia, actualmente se presenta al menos una venta por minuto en toda Latinoamérica.
Desde su llegada a Colombia, Go Trendier en el 2016 y Renueva Tu Closet en el 2017, los usuarios han aumentado hasta llegar a 500.000 y 150.000 respectivamente. Así mismo, estas plataformas ayudan a generar ingresos a sus usuarios de al menos 5’000.000 COP al mes, así lo anuncia Ana Jiménez Sánchez. La acogida por parte de las personas ha permitido que se comience a crear el fenómeno de la democratización de la moda, el cual consiste básicamente en que todos los usuarios puedan obtener cualquier prenda de vestir sin importar su marca. “En nuestra plataforma vas a encontrar la marca que quieras”, afirma Camila Jiménez.
Alternativas desde el consumo
Apilando desechos. Por: Guadalupe Hernández.
Así como las iniciativas que se mencionaron anteriormente han nacido por parte de los consumidores, es importante que muchas más personas se sumen a incentivar cambios, como Gabriela Jaramillo, modelo y estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad de los Andes, quien lidera campañas ambientales en su universidad para intercambiar prendas que ya no se utilicen entre los estudiantes. En febrero de 2019 lograron, junto con su equipo en la universidad, recoger 200 prendas. Hasta la fecha, se encuentran hablando con otras universidades de la ciudad para implementar esta campaña
Además, en su rol de modelo ha decidido trabajar únicamente con marcas de moda sostenible, es decir que utilizan insumos biodegradables o que se preocupan de alguna manera del impacto de su marca en el medio ambiente. También, es activista ambiental y en su día a día incentiva a las personas a que piensen muy bien antes de comprar una prenda de vestir. La versatilidad, la calidad y la necesidad son 3 características que, según ella, debe tener cualquier prenda de vestir. Sin embargo, aunque no fomenta la compra frecuente de ropa, espera que cuando una persona lo haga, sea consciente de los productos que compra, pues, como dice ella, “buscar que las prendas sean producidas 100% de algún material, no importa cual, ayuda a que se puedan reciclar más fácilmente”.
La ayuda frente a este problema ambiental puede ser tan grande como la de la Corporación Minuto de Dios o las empresas de compra y venta online, o tan pequeña como la manera en la que lo hace Paula López o Gabriela Jaramillo. Sin importar el tamaño de sus iniciativas, hacen parte de un segmento de la sociedad que está creando un cambio
Pero aún les hace falta a los usuarios ser conscientes de su consumo e incentivarse por acciones ambientales que les permitan aprovechar los residuos textiles, ya que, según el Informe Nacional de Aprovechamiento del 2017, los residuos textiles que se están reciclando en Colombia no alcanzan a cubrir ni siquiera el 1% del total. Lo anterior, pone en desventaja al país frente al resto del mundo, pues, de acuerdo con la Política de Crecimiento Verde del 2018, en el contexto internacional se reutiliza hasta el 53% del material textil desechado.