“El confinamiento buscaba ayudarnos a todos, pero a mí me confinó a un ciclo de abuso y daño”

Lunes, 22 Junio 2020 15:28
Escrito por

El impacto del COVID-19 no ha sido neutral en cuestiones de género. La violencia contra la mujer y las brechas de desigualdad, no han dado tregua en el aislamiento preventivo. Las cifras no dejan de aumentar y las llamadas a las líneas de emergencia no cesan; para muchas quedarse en casa no resulta seguro.

||||| ||||| Ilustración de Giovanni Tazza|Ilustración por @Makentine|Ilustración de Paula de la cruz hecha para el portal GK|||
5177

“Conocí a mi expareja hace dos años cuando me devolvía del trabajo. El bus que cogía de donde laboraba a mi casa me dejaba frente a unos talleres, así que todos los días pasaba por ahí. Mi mamá siempre me recomendaba que pasara rápido por esa zona y así lo solía hacer, hasta un día que me crucé con él, quien era mecánico, y ahí empezó nuestra ‘historia de amor’. Yo desde un principio lo amé mucho, aunque nunca supe el porqué. Ahora creo que era porque él me decía que me amaba tanto como yo a él y me lo demostraba todo el tiempo, o al menos eso me hacía creer.

Meses después de entablar la relación yo quedé embarazada. Apenas nos enteramos de la noticia, pensamos en irnos a vivir con mi madre y con mi hermana, pero ese apartamento era pequeño y no daba abasto para cinco personas. Además, él decía que allí no tendríamos “privacidad como familia”, que era mejor formar nuestro propio espacio. Así que terminamos por mudarnos a una pieza económica y pequeña en las afueras de la ciudad.

Mi embarazo desde un inicio fue jodido, no podía moverme y siempre había un complique. Mi expareja me recomendó que por mi condición dejara de trabajar, decía que tomar dos buses para llegar a mi trabajo podía ser riesgoso; comentaba que él era el hombre de la casa y que él podría responder por los tres. Yo lo hice y, aunque me indemnizaron, empecé a depender de él económicamente.

En cuanto a nuestra relación habían días buenos y otros muy muy malos, todo dependía de qué tanto le obedecía, de si yo salía o de si él estaba tomado. Yo a él lo conocí bebedor, así que nunca le puse problema por el alcohol. Pero después, a medida que pasaban los meses, él empezó a quedarse por fuera de la casa. Uno de esos días en los que llegaba amanecido, yo le hice reclamo y le pregunté en dónde había estado; ante esto el respondió golpeándome y me dijo que era “una loca enferma”. Ese día decidí volver a la casa de mi madre.  Él, dos días después, apareció y suplicó perdón, yo sabía que teníamos muchos problemas, pero todavía lo amaba y pensaba que podía cambiar, así que volví

pero no pude tomar peor decisión…      

Unas semanas después empezaría la cuarentena y, así, empezaría a vivir los peores días que he vivido en mi vida. Día tras día fui abusada tanto emocional como físicamente por mi expareja. Cada día que el Presidente alargaba la cuarentena, para mí se alargaba el suplicio. El confinamiento buscaba ayudarnos a todos, pero a mí me terminó fue de confinar a un ciclo de abuso y daño”.

La historia de Sandra, quien pidió reservar su verdadero nombre, no es un caso aislado. Tal y como a ella, la cuarentena obliga a muchas mujeres que sufren violencia doméstica y de género a quedarse confinadas con sus agresores. En este contexto ellas no sólo se deben enfrentar a una pandemia, o a la tensión y estrés generados por preocupaciones relacionadas con la salud o el dinero, sino que deben permanecer en un lugar donde encuentran todo menos seguridad.

El aislamiento ha demostrado ser un escenario letal para las mujeres. Durante los tres meses que llevamos de aislamiento preventivo, se ha intensificado la violencia de género, la violencia contra la mujer y la violencia doméstica a nivel mundial.

La violencia de género es un tipo de violencia que se ejerce con base en el sexo biológico o en la identidad de género de una persona, y continúa siendo una de las más constantes violaciones a los derechos humanos. Este fenómeno da cuenta de las brechas y la desigualdad que existe entre sexos y géneros. Y, aunque todas las personas padezcan de esta violencia, se ha reconocido que la mayoría de estos actos son infligidos por parte de hombres hacia las mujeres, las niñas y hacia otros cuerpos disidentes.

La violencia contra la mujeres se encuentra enmarcada aquí. Según las Naciones Unidas, este tipo de violencia es definida como cualquier acto de violencia de género que le ocasione daños físicos, sexuales, mentales o algún tipo de sufrimiento o secuela a cualquier mujer. Según sus mismas cifras 1 de cada 3 la experimenta a lo largo de su vida. A pesar de que esta violencia es categorizada independientemente de si se da en el ámbito público o privado, suele ser más perpetrada en los espacios que se consideran privados, es decir en los espacios personales, familiares y domésticos.

Por tanto, la violencia doméstica, a pesar de que puede ser ejercida y sufrida por cualquiera y que no distingue entre géneros, es en su mayoría perpetrada hacía las mujeres. La violencia doméstica, también conocida como intrafamiliar, refiere al abuso y la intimidación que sucede entre personas de un núcleo cercano. Aquí, quien agrede utiliza la violencia para controlar y dominar a otra persona que, usualmente, se encuentra en situación de dependencia

En el contexto actual, a medida que han ido implementando medidas para prevenir el Covid-19, distintos países reportaron un aumento de las llamadas por parte de mujeres en busca de ayuda, así como también un incremento notorio de casos de violencia contra la mujer.

¿Cuál es la situación en Colombia?

Ante este panorama, Colombia no es la excepción. Según muestra el último informe hecho por el Observatorio de Feminicidios Colombia, sistema de información de la Red Feminista Antimilitarista,  desde el día que inició la cuarentena hasta el 16 de junio, es decir 90 días después, se han presentado a nivel nacional 104 feminicidios, un delito por discriminación que tiene como trasfondo el desprecio hacia las mujeres y que está impulsado por una cultura desigual, de odio y machista.

Tras esta situación este 17 de junio diferentes colectivas feministas y distintas mujeres se sumaron al movimiento #EmergeciaNacionalPorFeminicidios, en donde, mediante redes y distintos comunicados, posts y acciones de protesta, se declararon en estado de emergencia y empezar a exigir a los entes competentes acciones que protejan sus vidas y garanticen sus derechos.

Durante un debate realizado en la Comisión Primera de la Cámara el pasado 14 de abril, la Fiscalía General de la Nación reportó que durante los primeros 20 días que llevaba hasta ese entonces el aislamiento preventivo obligatorio había 19 mujeres registradas como víctimas de feminicidio. Sin embargo, según rastrea el  Dossier de cuarentena que sacó el Observatorio de Feminicidios Colombia estos 19 feminicidios pertenecían únicamente a los primeros 15 días del aislamiento preventivo, es decir a los 15 últimos días del mes de marzo.

Este informe expone cuántos feminicidios se han presentado cada mes dentro del periodo que se ha mantenido el aislamiento. Mientras en el mes de abril se presentaron 27 feminicidios, en el mes de marzo se presentaron 31. De igual forma, en lo que va de junio se han registrado 27 feminicidios. Solo el día 16 de junio se presentaron 8 de estos asesinatos.

Según el Décimo Boletín sobre las líneas de atención telefónica a mujeres en el contexto de medidas de aislamiento preventivo por Coronavirus de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, frente al 2019, este año aumentó en un 147% el número de llamadas efectivas recibidas a la Línea 155. Mientras entre el 25 de marzo y el 28 de mayo del 2019 se recibieron en promedio 52 llamadas diarias, este año, durante el mismo periodo, se recibieron 128, más del doble.

De estas llamadas, 3 de cada 4 fueron catalogadas como violencia intrafamiliar y, de estas últimas, 9 de cada 10 fueron realizadas por una mujer. De igual forma, el boletín expone que este año el número de llamadas a causa de violencia doméstica incrementó en un 162% frente al año pasado.

Así mismo, según un informe de Sisma mujer, organización colombiana de carácter feminista que trabaja con mujeres víctimas de violencias y discriminación en razón de su género, este año, solo hasta el 23 de abril, estimaron que cada 10 minutos se realizó una denuncia de violencia intrafamiliar y cada 21 minutos se emitió una denuncia por delitos sexuales.

 

¿Cuáles han sido las medidas tomadas por el Estado?

El Gobierno Nacional y la Alcaldía de Bogotá, ante el constante aumento en las denuncias y en las llamadas por violencia de género en contra de la mujer, se han visto en la necesidad de implementar medidas.

Por su parte, el Gobierno Nacional puso en marcha la campaña mediática  #JuntosPorEllas. Esta campaña, liderada por la ministra del Interior, Alicia Arango, tenía como propósito minimizar el abuso y la violencia contra niñas, niños, adolescentes y mujeres en el país. A través de las redes sociales se difundió el cómo las mujeres y las familias que son víctimas de cualquier tipo de abuso o agresión podían acercarse a denunciar a las autoridades.

En el mismo sentido, el Gobierno Distrital de la ciudad de Bogotá implementó diferentes acciones para actuar dentro del marco de la pandemia. Una de estas acciones fue la estrategia de #EnCasaSinViolencias o ‘Espacios Seguros’, la cual se consolidó mediante una alianza entre Fenalco y la Secretaría Distrital de la Mujer.

Esta iniciativa buscó multiplicar los canales de atención que tienen las mujeres para denunciar cualquier tipo de violencia o abuso, así como disminuir y prevenir agresiones futuras. Para lograrlo, se convirtió a 638 almacenes, entre los que se encuentran Justo & Bueno, D1, Droguerías Farmatodo y Ara, en una línea de atención rápida donde las mujeres pudieran comunicar de manera segura su situación.

Así mismo, frente al incremento de casos, el Gobierno buscó solidificar la Línea Purpura ‘mujeres que escuchan mujeres’, creada por la Secretaría Distrital de la Mujer y la Secretaría Distrital de Salud en el 2015  para mujeres mayores de 18 años que habitan en Bogotá.  A través de esta línea diferentes profesionales brindan información, atención y orientación guiada a aquellas mujeres que llaman denunciando una situación de violencia. A pesar de que en ella se atiendan casos de violencia es importante esclarecer que no es una línea de emergencia, es decir que no es la línea a la cual se debería contactar si alguien se encuentra viviendo una situación potencialmente mortal en ese determinado momento.

Por último, otra acción llevada a cabo por la Secretaría Distrital de la Mujer, fue el lanzamiento de la Ruta de atención a mujeres víctimas de violencias y en riesgo de feminicidio’. Ruta que contiene información específica para las mujeres que se encuentran en riesgo en época de cuarentena en Bogotá y que busca desnaturalizar este tipo de violencias.

¿Son estas medidas suficientes en Bogotá?

A pesar de los diferentes mecanismos empleados por el Gobierno, las cifras parecen no disminuir. En la capital, la ciudad que suele registrar mayores cifras en cuanto a llamadas de auxilio, el último reporte de atenciones hechas por la Secretaría de la Mujer, consolidado entre el 20 marzo y el 19 de mayo, expone que el 59% de llamadas atendidas desde los servicios telefónicos de la Secretaría respecta a temas asociados a la Línea Púrpura Distrital, esto refiere a más de la mitad.

De igual forma, según aparece en los microdatos del registro de atenciones, durante la cuarentena esta misma línea ha recibido en promedio 400 llamadas al día, así como 170 mensajes diarios a través de WhatsApp.

Ante estas alarmantes cifras, organizaciones de la sociedad civil han puesto sus equipos de trabajo a disposición para prevenir y contener más hechos de violencia contra la mujer durante el confinamiento.

Una de estas organizaciones que se consolidó con el fin de brindar ayuda ante esta situación fue la Red Solidaria de Mujeres, red conformada por colectivas e individualidades feministas organizadas de manera autónoma y autogestionada para brindar primeros auxilios psicológicos, apoyo jurídico, asesoría de rutas, asistencia psicosocial y auxilio material a mujeres que ante la situación de aislamiento preventivo se encuentran expuestas a afrontar diferentes formas de violencia.

Estas mujeres, en vista del desbordamiento que se estaba presentando por las altas cifras que manejan las líneas de atención oficiales en la capital, el 30 de marzo empezaron a brindar su apoyo a las mujeres que sufren a causa de la violencia de género.

Dos meses después de que esta colectiva inició de forma voluntaria esta labor, 2 mujeres de las 37 integrantes de la Red, quienes por políticas de la misma pidieron guardar su identidad, se dispusieron a informarnos y comentar su experiencia.

En principio, las dos voluntarias comentaron que existe un tipo de violencia institucional dentro de las líneas oficiales y que, de hecho, este fue uno de los distintos motivos por los que decidieron articularse. “Existe un tipo de violencia institucional debido a que muchas veces no hay claridad en las rutas y que, del mismo modo, en muchos casos la atención no llega a ser del todo efectiva. Problemas como estos generan que las mujeres, muchas veces, no sepan qué hacer o cómo resolverlo, y que, por lo mismo, se vean en la necesidad de pasar una y otra vez por distintas instancias que pueden desencadenar en una revictimización” comentó una de ellas.

“Esta violencia institucional se ve muchas veces reflejada en la Línea Púrpura. A todas estas personas contratadas por el Estado para prestar apoyo en estos servicios —explicaba la otra integrante,  muchas veces les desbordan demasiados casos. Situación que resulta problemática, no solo por la explotación que puede estar vivenciando una funcionara, sino también para la mujer que está siendo atendida y que puede no obtener la atención que debería.

Si una persona tiene muchos casos que atender al tiempo, lo más probable es que remita la llamada o que no esté en la capacidad de cumplir a cabalidad la ruta que debería de llevar ante una situación de violencia. En este sentido, la capacidad mental y física de alguien que está trabajando desde su casa no será del todo óptima, así como tampoco lo será el poder suplir las necesidades de las mujeres”.

Un punto que en distintos momentos ambas resaltaron fue como muchas instituciones las han buscado a ellas a lo largo del aislamiento preventivo. Por ejemplo, narraron cómo en algún momento la Defensoría se comunicó con ellas, una red voluntaria, para buscar apoyo de cosas que, según el trabajo que lleva a cabo la institución, debería de conocer. “Apreciamos tanto el que se reconozca que se carece de alguna información, como el hecho de interesarse por cumplir la labor. Pero resulta preocupante evidenciar que una entidad así no tiene mecanismos certeros para accionar en la actual situación”, expuso una de las voluntarias.

A su vez, indicaron que, aunque bien existen días donde se comunican con ellas entre 7 y 8 personas, hay otros donde no hay comunicación alguna y que, por lo mismo, el promedio que manejan de llamadas efectivas corresponde entre 3 y 4 personas diarias. Aquí algunas llegan remitidas y otras por cuenta propia. Ellas, en su página web, actualizan semanalmente el número de personas que atienden, el porcentaje de mujeres atendidas por localidad en Bogotá y el número de mujeres junto al tipo de atención brindada.  

Cuando se les preguntó si habían podido observar algún patrón respondieron que no se sentirían en la capacidad de estipular si había un patrón específico que se pudiera evidenciar en todas las llamadas. No obstante, señalaron que sí hay un tema que podría verse de manera transversal en la gran mayoría de los casos y que este se encuentra relacionado con el factor económico. Aun así, también añadieron que a este no se le estaba dando relevancia suficiente.

“Las posibilidades económicas que tienen las mujeres versus los hombres dificultan muchas veces el que se puedan salir de sus casas, denunciar o finalizar con una relación que está siendo violenta. Pues muchas de ellas, al no tener una fuente de ingresos seguro o al no poseer un trabajo, dependen de su agresor para lograr subsistir. Y aunque el Estado si parezca ser consciente de esto, las medidas que otorga parecen estar ignorando esta realidad”, explicó una de ellas.

‘Sandra’, quien brindó  su testimonio para este artículo, pertenece a ese grupo de mujeres a las que se les ha dificultado terminar su relación debido a su contexto económico. “Si yo seguí aguantándomelo a él y a su violencia día tras día en la cuarentena era porque no sabía que iba a pasar conmigo y con el futuro bebé si me llegaba separar de él. Yo  no tengo forma de sostenernos, yo renuncié a mi trabajo, porque eso acordamos, y mi mamá a duras penas puede con ella y con mi hermana” relató.      

Lina Morales, integrante de la Red Jurídica Feminista, organización en la que brindan asesoría jurídica feminista y acompañamiento en el proceso judicial a mujeres víctimas de violencia, y la cual hace parte de la Red Solidaria para Mujeres, también entabló un dialogo con nosotros y habló sobre el mismo punto.

Morales, expuso que debido al aislamiento, y a que muchas mujeres trabajan de manera informal o en puestos en relación al aseo o al cuidado, hoy hay más mujeres afectadas por la incapacidad de conseguir alimentos para sus familias. A su vez, explicó que es una situación que, aun cuando evidencia una brecha de género, está siendo pasada por alto.

En semejanza con la respuesta brindada por las voluntarias de la Red Solidaria para Mujeres, Lina enunció que si bien el Gobierno Nacional y el Gobierno Distrital de Bogotá, que es donde trabaja su colectiva mayoritariamente,  habían tomado ciertas medidas en pro de ayudar, lo que este panorama hizo fue evidenciar la ineficacia del Estado ante la posibilidad de garantizar la vida y la seguridad de las mujeres.

“Al entrar en cuarentena —respondió Morales se hizo evidente que no había capacidad institucional para garantizar la seguridad de las mujeres. Se evidencio que: las rutas de atención no son eficientes, que no hay suficientes personas, que no se tiene una ruta clara y que las mujeres no conocen la ruta. En el mismo sentido también se pudo observar que las mujeres no saben cuáles son las violencias de género y que, si bien se han venido implementando medidas, estas no han sido suficientes y  ni adecuadas, pues muchas de están han puesto en riesgo a mujeres y distintas poblaciones.

Atender casos de violencia de género tiene que dejar de ser aleatorio y que cualquier persona la asuma. La violencia de género tiene unas estructuras claras que deben ser atendidas por profesionales que tengan conocimiento y capacitación en violencias de género”.

Esta visión fue compartida por las dos voluntarias de la Red Solidaria de Mujeres. Ambas comentaron cómo diferentes medidas de las que quiénes habían sido tomadas eran ineficaces y hasta “resultan peligrosas para las mujeres”. Un ejemplo de esto fue el de la campaña Espacios Seguros. “Esta medida no sólo podía poner en riesgo la seguridad de quien atendía, pero de la misma mujer que debía ir a pedir ayuda. Por más que la intención sea facilitar el denunciar o el adquirir información, resulta contraproducente hacer una campaña tan mediática y con tanta publicidad. Si el agresor se da cuenta de que estas medidas existen, podría impedirle a la mujer incluso el salir de la casa; estas medidas por ayudar podrían terminar condenando más”, explico una de las dos integrantes.

¿Hay soluciones?

Una integrante de la Red Solidaria para Mujeres comentó en repetidas ocasiones la importancia de que las estrategias para combatir este fenómeno fueran tomadas con base en un enfoque de género. Sin embargo, también repitió como este enfoque no existía en las medidas implementadas. “No hay enfoque real de género, lo que hay es una improvisación en las medidas y en la atención. De hecho, muchas de estas medidas parece que sólo intentarán posicionarse bien mediáticamente, pero de fondo no hay una  verdadera mirada de género que reconozca las estructuras sobre las que se construye nuestra sociedad”.

Por su parte, Morales también enfatizó la relevancia de que el Gobierno Nacional y los gobiernos locales implementen medidas con una perspectiva de género.

“Pensar las políticas públicas en clave del enfoque de género es que se tenga en cuenta que hay una situación diferencial entre hombres, mujeres y disidencias de género o identidades de género diversas.

Pues las necesidades y las violencias de género sufridas por las mujeres y las disidencias de género distan mucho de la de los hombres. Hay toda estructura patriarcal y de machismo que sustenta y perpetúa esta brecha de género que nos separa. De hecho es  a causa de estas diferencias que surge una necesidad a nivel nacional e internacional de que se examinen las cosas desde este enfoque.

En este sentido, cuando se pide que haya políticas públicas con enfoque de género lo que se pide es que se busque garantizar mediante estas políticas una especie de equidad entre hombres y mujeres en el acceso a los derechos. De esta forma se lograra que no se aumente más la brecha. Es una cuestión de equidad, de acceso a los derechos y de que se tengan en cuenta las violencias estructurales que sufren las mujeres y los otros cuerpos disidentes”, expuso Morales.

Frente a esto ONU Mujeres, la agencia de las Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas a través de su instagram @onumujeres ha decidido exponer, de manera detallada en diferentes posts, cuál es el impacto que tiene la emergencia por el COVID-19 en las mujeres y hacer un llamado a los gobiernos a transversalizar la perspectiva de género en respuesta a la pandemia; pues, según lo exponen, es una inmensa necesidad.

 

¿Estás en riesgo? Aquí algunas líneas de contacto a las que puedes acudir:

Línea 123

Línea de emergencia nacional y de denuncias para todo el país.

Línea 414

Línea de protección de niños, niñas y adolescentes.

Línea 155

Iniciativa que surge como parte del Plan Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias. Esta línea busca brindar orientación a mujeres víctimas de violencias en todo el país. Aun cuando no es una línea de emergencia, informa sobre el acceso a los servicios de justicia, psicológicos y médicos en todo el país.

 

Línea y Whatsapp Púrpura Distrital

Teléfono de contacto: 01 8000 112 137

Whatsapp Púrpura: 300 755 18 46

 

Líneas de la Fiscalía

Estas líneas reciben denuncias de delitos de violencia basada en género y tienen una ruta de atención activa. 

Celular: 122

Teléfono de contacto: 01 8000 919 748

 

 

Este artículo hace parte del especial de Plaza Capital 'Hacia una nueva normalidad', el cual hace un cubrimiento periodístico de cómo el Covid-19 nos ha cambiado la vida.