Lo que significa traer una vida al mundo estando fuera de territorio

Lunes, 30 Marzo 2020 17:39
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En Colombia, cientos de mujeres y hombres indígenas en situación de desplazamiento luchan por preservar sus prácticas de partería.

Abuelo y partero tradicional huitoto||| Abuelo y partero tradicional huitoto||| @castrovale12|||
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La partería tradicional está presente a través de la historia en todas las comunidades indígenas y afro de Colombia, ya que, para ellos es el oficio más antiguo de la humanidad. Las curanderas, comadronas o parteras, las cuales reciben diferentes nombres dependiendo a su lugar de origen, son mujeres que nacen con la misión espiritual de ayudar a traer los bebés al mundo. Son mujeres y hombres que preservan la vida y la salud con los recursos que ofrece la Madre Tierra, además, son conocedores de los secretos milenarios de la partería, los cuales se transmiten de generaciones desde lo que ven dentro de su núcleo familiar. 

Según Fany Kuiru Coordinadora de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (OPIAC) la partería tradicional es valorada únicamente dentro del territorio indígena, donde niños, hombres y mujeres les guardan respeto a estas personas. No obstante “al llegar a Bogotá el sistema no nos reconoce estas prácticas de nuestra identidad cultural  y no las niega, además nos dice cómo hacerlas”. 

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La socióloga Aty Mestres de la comunidad Wiwa afirma que gracias al desplazamiento forzado, a causa del conflicto armado, se ha evidenciado la pérdida de las costumbres y tradiciones ancestrales de los pueblos indígenas. Aunque, como lo menciona Fany, para muchas mujeres es importante mantener vigente las costumbres nativas fuera del territorio, las cuales constituyen su realidad. 

Las parteras son personas que se encargan de dignificar y humanizar el parto, son agentes de salud y son  líderes de sus comunidades. Durante aproximadamente 30 años las parteras indígenas que llegan a Bogotá, promueven, desarrollan e impulsan la conversación de los saberes tradicionales dentro de la  autonomía de la maternidad. 

En diferentes zonas del país la partería indígena aún no se ha declarado Patrimonio Nacional, como en el caso de la partería del Pacífico, donde el Estado ha reconocido la partería como parte del Sistema de Salud de Colombia en la Ley Estatutaria de Salud. No obstante, diferentes mujeres, especialmente de la Sierra Nevada de Santa Marta, pertenecientes a las etnias arhuaca y wiwa,  y por parte de la Amazonía, las comunidades tikuna y huitoto, al llegar a la ciudad luchan contra el parto deshumanizado que se realiza en los centros médicos de las ciudades y además, salvaguardan sus costumbres como herencia cultural poniéndolas en práctica. 

La forma en la que se promueve la reconstrucción y mantenimiento de esos saberes es mediante: primero, ellas comparten su conocimiento con personas capitalinas y de regiones, mejorando la calidad del parto y posparto. Segun Nazareth Cabrera abuela huitoto, dice que “el conocimiento no es de nosotros, todo es gracias a la naturaleza, el poder lo tiene la planta, nosotras somos unas intermediarias. Quien quiera aprender le enseñamos algunas cosas para que se defienda por el momento”. 

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Segundo, Nazareth explica que una vez al mes un promedio de 10 a 13 mujeres representantes de diferentes tribus indígenas, entre ellas: Huitoto, Naza, Arhuacos, Muiscas, Emberá, Macuna, Tikuna, etc… Se reúnen  para hablar sobre las plantas que sirven como medicina tradicional, entre ellas: el helecho, el cual limpia el aura de la habitación donde se va a realizar el parto; el achiote, sirve como antibiótico durante el parto, controla la fiebre y las alergias; el pitayo, sirve para sanar las cicatrices;  la hoja de la yuca dulce, se usa durante el posparto para la dieta, etc… Además, en las reuniones se habla sobre la posible solución a la escasez y la complejidad que se tiene para obtener ese tipo de medicamentos fuera del territorio. 

Tercero, “buscamos mediante talleres mostrar las malas experiencias con centros médicos  durante el proceso del parto y los comparamos con el trato humanizado, el acompañamiento antes, durante y después del parto mediante la partería tradicional”. Estos talleres son realizados en espacios públicos y promovidos mediante las redes sociales. Finalmente, diferentes movimientos indígenas incentivan voz a voz a que se realicen denuncias sobre las violaciones de sus derechos, entre ellos la violencia obstétrica. Según, Nazareth los obstáculos que han vivido para que se respete la diversidad, integridad étnica y autonomía de las comunidades indígenas son: no se toman medidas frente a las condiciones institucionales para facilitar una mayor participación política, no se han diseñado agendas propias y tampoco se han fortalecido los espacios de diálogo entre las lideresas y el gobierno en cuanto a la partería tradicional. 

Además, para la partera Herrera de la comunidad huitoto, el parto más allá de ser un proceso quirúrgico donde prima la utilización de medicamentos, médicos especialistas, enfermeras, y “muchas mujeres más pariendo al lado”, el parto “es un fenómeno natural que despierta el renacer de la Madre tierra”. A diario diferentes mujeres luchan para que se garantice los derechos reproductivos de las indígenas desde un enfoque diferencial que respete y reconozca una orientación  socio - jurídica de los conocimientos tradicionales.

“Los derechos sexuales y reproductivos son fundamentales para el ejercicio de la ciudadanía”, afirma el profesional especializado del Ministerio de Salud y Protección Social, Rafael Millán.  No obstante, dice que aunque las mujeres y los hombres tengan la posibilidad de decidir autónomamente sobre su cuerpo y su vida, el problema con la partería es por las altas tasas de mortalidad de niños y mujeres embarazas que se presentan en las comunidades. Datos que Rafael cita según el informe del Ministerio de Salud del 2018, sobre “El Diálogo de Saberes con Parteras tradicionales Wayuu”,  la mortalidad debido a la partería tradicional entre el 2009 y 2013 en el pueblo Wayuu pasó de 243,07 a 355,65 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos”. Según Rafael, se necesita “generar conciencia de higiene y cuidado durante el parto para disminuir estas cifras”.

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Aty explica que durante ochos años en Bogotá y en diferentes ciudades se ha buscado generar una lógica en la cual se permita que la salud pública colombiana respete los saberes tradicionales de la partería, ya que, dentro del sistema público el Estado subordina de forma racional y por género. Dentro del escrito de “medicalización del parto en las mujeres Iku” de Paola Mindiola, “en la actualidad el 95% de los partos de las mujeres iku son atendidos en las comunidades a través de la práctica de los conocimientos tradicionales, mientras que el 5% restante se atiende en los centros de salud”.  Además, según la directora de la OPIAC, “de cada ocho procesos de parto que se pueden hacer al mes en diferentes comunidades indígenas, todos pueden ser controlados desde los saberes tradicionales, son pocos los casos en los cuales toca recurrir al médico”. Al tener en cuenta esto, según Aty surgen las siguientes preguntas: “¿Dónde está el Estado para prevenir y capacitar las comunidades, en este caso los Wayuu, para que se disminuya dichas cifras? ¿Dónde está el estudio que se le a hecho a las otras 101 comunidades indígenas en Colombia respecto a la partería tradicional?”. Como lo menciona Aty “El Estado intenta contribuir a la desaparición de las comunidades indígenas, no les interesa que continuemos utilizando los conocimientos que la Madre Tierra nos regalo, solo quieren incluirnos dentro de su sistema de salud para que ahí si les seamos útiles con nuestras cuotas”.  

Fanny afirma que aunque todos los días diferentes parteras indígenas en Colombia practican estos saberes, no  gozan de un reconocimiento por parte del Estado y la biomédica, como lo dice Dunen Fuentes, arhuaca, jurista de la Universidad del Rosario “la sociedad aún desconoce la profesión de las parteras, sólo nos distinguen por ser pobres, indígenas y analfabetas”. Dicho desconocimiento sobre el significado de la partería para las mujeres indígenas lleva a que se desarrollen ciertos fenómenos de vulneración en los procesos de parto y posparto. Como fue el caso de Dunen, quien se vio en la necesidad de recurrir a un centro médico después de 14 horas de esperar el parto en su comunidad.

“Con miedo ingresé a sala de urgencias, solo me pudo acompañar mi mamá, me ordenaron desvestirme, ponerme una bata, me acostaron en una camilla y me dejaron sola en la sala de urgencias del Hospital Méderi. Después del parto pedí a la enfermera el favor de conservar la placenta y entregármela. Sin embargo, su respuesta fue que no era posible puesto que es un material de riesgo. Finalmente la enfermera me entregó la placenta de Nayurewa en una bolsa roja, marcada con una cinta que decía “contenido peligroso”.

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Según la Coordinadora de la OPIAC el caso de Dunen es un claro ejemplo de: el desconocimiento de los significados y necesidades de las comunidades indígenas, la vulneración al derecho a parir libremente. Aunque para Rafael dichos procesos no se dan bajo normas sanitarias y de protocolos ya establecidos, se están dejando de lado los derechos que tienen las comunidades indígenas. La importancia de enterrar la placenta en el territorio donde nació el bebé surge desde la representación que se le da, puesto que, es considerada como la primera madre. Para los indígenas la placenta es quien nutre la tierra y aporta lo necesario para el recién nacido, con el fin de que el terreno sea fértil para la flora, la fauna y el  agua, como lo menciona la socióloga Aty. 

Aunque sin apoyo del Estado, estas mujeres se han dedicado a mantenerse unidas para fortalecer y fomentar la tradición dentro y fuera de sus territorios, como es el caso de las abuelas Herrera y Cabrera, quienes al llegar a Bogotá evidenciaron la necesidad de compartir su conocimiento acerca de la partería, “Es por eso que así no seamos un grupo de cientos de mujeres, las parteras individualmente somos lideresas que buscamos mantener viva la tradición”. La importancia de este reconocimiento  es que la partería es un “acompañamiento individual, constante y progresivo del parto y postparto”. Además, para ellas la importancia de la partería recae en : primero, en las comunidades donde no llega la salud pública, debe de haber alguien capacitado para hacer dicha intervención, en este caso las parteras, no sólo desde un punto de asistencia médica, sino de apoyo físico y psicológico durante y después del parto.