En 2017, las redes sociales se vieron conmocionadas por mujeres contando sus historias y tragedias relacionadas con comportamientos misóginos y acosadores. El llamado #metoo (en español, yo también), que surgió como consecuencia de las denuncias de estrellas de Hollywood sobre abuso sexual en contra del productor de cine Harvey Weinstein, ha tenido gran alcance y ha sido traducido a múltiples idiomas. Colombia no es la excepción.
Pese a no representar un castigo o que se haga justicia con los victimarios, se han presentado varios casos de testimonios virtuales de estudiantes de las universidades de Bogotá contando historias de abuso sexual por parte de familiares, compañeros de clase o incluso parejas sentimentales. Muchos de ellos provenientes de mujeres. Las páginas de Instagram y Facebook más usuales para este tipo de denuncias son las de confesiones universitarias, que son espacios abiertos a que la comunidad estudiantil comparta historias de cualquier tipo. Están también los espacios especializados en temas de acoso como lo son los colectivos Sí está pasando de la Universidad del Rosario y NO es NoRmal de la Universidad de los Andes.
Desde que nacieron las páginas de confesiones universitarias en el 2012, y los estudiantes empezaron a escribir libremente sin miedo a ser reconocidos, varios relatos causaron revuelo por ser de contenido inapropiado, difamatorio o digno de una denuncia judicial más allá de la red social. Por esto, aunque los confesionarios virtuales son lugares en los que los estudiantes usan su tiempo de ocio, se han hecho necesarias políticas claras por parte de los administradores que se rehúsan, por ejemplo, a publicar confesiones con nombres propios para evitar problemas jurídicos relacionados con calumnia y difamación.
No solo existen los confesionarios, sino que progresivamente se han creado múltiples grupos en los que se reúnen estudiantes con intereses similares. Pese a no ser páginas directamente relacionadas con las instituciones, son visitadas, seguidas y nutridas con contenido de la comunidad estudiantil. Hay páginas de todo tipo: de animalistas, feministas, grupos étnicos e identidad sexual.
Los testimonios
“Durante los tres años de relación con mi exnovio siempre insistió que le enviara fotos desnuda. La única vez que accedí a hacerlo, no me sentí cómoda. Sin embargo, lo hice porque era mi pareja y confiaba en él. Duré más de un año rogándole que las borrara, pero no lo hizo. Nunca sentí tanto miedo de la difusión de estas fotos como cuando al terminar, el decidió acceder a todas mis redes sociales sin mi consentimiento”.
Como este, varios testimonios son difundidos en campañas como NO es NoRmal, un grupo de la Universidad de los Andes que visibiliza historias de estudiantes relacionados con temas de género sobre todo en la universidad. Abundan historias de discriminación de género, homofobia, comentarios misóginos en clase y se procura, como el nombre lo indica, desnormalizar estos comportamientos en la comunidad estudiantil.
En la página Confesiones Uniandes Reloaded, relacionada a estudiantes de la universidad de mismo nombre, desde el pasado mes de marzo se han publicado decenas de confesiones de estudiantes que vivieron eventos de acoso y abuso, tanto por parte de compañeros de universidad como de personas ajenas a ella.
El fenómeno tomó poco tiempo para volverse viral, y tanto hombres como mujeres pertenecientes a la comunidad estudiantil se atrevieron a contar sus historias, que recibieron varios likes, así como mensajes a modo de apoyo y consejo.
Esto es una muestra de que los abusos no excluyen por género, edad o clase social. Ejemplo de esto es una de las confesiones hecha por un hombre publicada el 7 de marzo:
“Soy gay, y siempre lo he sido, y siempre he sabido que lo soy. Pero cuando tenía como 13 años y estaba descubriendo mi pubertad/sexualidad, una profesora me violó. Pasó en un recreo, en un teatro, cubierto por un telón. Hay cosas que no recuerdo, pero recuerdo que ella me dio sexo oral y al no lograr una erección me pegó una cachetada y me dijo que fuera hombre. Cuando le conté a mis amigos llorando me dijeron que debía estar agradecido, que con eso se me pasaba lo marica. Nunca le conté a nadie eso, pero sé que me marcó mucho”.
Pese a intentar contactar a los administradores de la página directamente para conocer su opinión respecto al tema, Plaza Capital no obtuvo respuesta. No obstante, en una entrevista realizada por el medio VICE en el 2016, en la que se contactaron con los administradores de las páginas de confesiones más populares del país, uno de los administradores de Confesiones Uniandes Reloaded dijo que la idea de la página “es restringir lo menos posible la posibilidad de publicar lo que la gente envía” y que pocas cosas son omitidas por políticas.
Foto: Facebook confesiones Uniandes
Otro caso en el que se invita a la comunidad a contar este tipo de testimonios es el de colectivos como Sí está pasando, que surgió apenas este semestre en la Universidad del Rosario. A través de la página de Instagram, que con apenas un par de meses de creación ya cuenta con más de 600 seguidores, son publicadas historias de quienes han pasado por situaciones de este tipo.
Plaza Capital le preguntó a Stephanie Bernhard, una estudiante de Jurisprudencia de 21 años que hace parte del colectivo, el motivo de la viralización de las denuncias de abusos por las plataformas de las redes sociales. Ella considera que “es algo que viene con la era digital. Antes se quedaban callados y eso es lo que se quiere combatir con la campaña, que no sea algo que se quede callado entre las personas sino que tengan un medio por el cual manifestarse”.
Foto: Instagram @siestapasando
Bernhard afirma que las personas no denuncian ante ninguna autoridad por miedo a ser juzgadas o re victimizadas. Sienten miedo de ser cuestionadas por el tipo de ropa que usaron, por la hora, por el lugar en el que ocurrió o simplemente sienten miedo que al denunciarlo a una figura de autoridad -como lo puede llegar a ser un profesor- sean censuradas o silenciadas. “La gente no se siente cómoda haciéndolo público porque siente que los mecanismos no funcionan. La gente siente que esto no le va a ayudar. Además, siento que nos enfrentamos a situaciones incómodas como una revictimización muy grande”, agregó. Por esto, Sí Está Pasando busca funcionar como un grupo de apoyo para los estudiantes que no se sienten totalmente seguros de hacer una denuncia formal.
El anonimato
José Torres, psicologo cognitivo de la Universidad Nacional, explica que con eventos traumáticos como lo son casos de violación y abuso sexual, las personas que aún no lo han superado buscan con los testimonios “reconstruir sus relatos a través de la narración para así racionalizarlo y reflexionar sobre el suceso”.
“A partir de un relato no se logra superar el problema, pero al menos lo hace más manejable, más aún si la persona no tiene censura”, añade.
Torres también explica que esto se debe a una búsqueda de espacios sin revictimización, es decir, “una situación en la cual la víctima recibe una nueva agresión en el abordaje” del hecho y que, a su vez, un espacio anónimo garantiza que esto no pase. “Clínicamente, en la psicología se trata que el paciente verbalice las situaciones traumáticas. Eso es lo que se hace cuando se va al psicólogo”, comenta.
Desde la psicología, afirma, estos traumas tienen posibles tratamientos desde diferentes corrientes: desde el psicoanálisis se trata de la liberación de represiones, y desde la terapia racional emotiva, que mediante diálogos trabaja para deconstruir los sentimientos y racionalizar los hechos. Así, evita que las personas los conviertan en algo catastrófico.
En un lugar eterno y sin censura como la red, los estudiantes han encontrado consejería e incluso la reafirmación de que el acoso, así como el abuso, NO es NoRmal, Sí está pasando y vale la pena confesar.