Se habla del tránsito de la educación hacia la virtualidad, en tiempos de pandemia. Pero ¿qué pasa con las regiones que no cuentan con un servicio estable de internet? Es el caso del departamento de Casanare, en donde las guías impresas viajan por caminos veredales, las madres hacen las veces de profesoras y los y las niñas autónomas asumen el aprendizaje por su cuenta.
La Candelaria, como centro cultural de Bogotá, se caracteriza por ser una de las zonas más concurridas de la ciudad. Miles de personas se dirigen al casco histórico de la ciudad en busca de historia y de cultura. Sin embargo, las calles que hace unos meses se encontraban repletas de gente, este año, en medio de las cuarentenas continuadas, se han observado vacías.
Los cadetes asesinados en la Escuela General Santander se convirtieron en un símbolo más de la barbarie de este país. Hoy sus familias los siguen llorando. Esta es la historia de cómo María Leyda Barreto recuerda a su hijo Alan Paul Bayona, uno de los policías inmolados y el relato de cómo la guerra, una vez más, salió victoriosa en una Colombia donde la sevicia, la crueldad y la sangre se volvieron cotidianas. Leyda perdona, pero no olvida cómo ha sufrido la muerte de Alan.
Este año por la pandemia la educación se ha enfrentado a grandes retos, razón por la que el Gobierno colombiano ha tenido que responder con estrategias como las clases online; pero para que esta estrategia funcione tiene que cumplirse dos cosas: que el internet opere adecuadamente y que las personas tengan acceso a internet. Sin embargo, las evoluciones tecnológicas y comunicativas son escasas en áreas rurales como son las veredas y los corregimientos.
Las caras humanas han visto sus reflejos por mucho tiempo. El televisor, la cámara abierta en las reuniones de Zoom, el celular, el espejo del baño, de la sala, del cuarto. Hoy, más que nunca, los humanos parecen ser conscientes de la imagen que proyectan, de lo que quieren que otros vean. A fin de cuentas, por primera vez en sus vidas, pueden hacer que otras personas vean exactamente lo que quieren. El problema es que, con esto, vienen también los detalles que muchos quisieran olvidar: tienen la nariz torcida, su acné es más visible, su piel es más pálida, los gordos se les salen por todos lados.
La época de mayor violencia en Colombia la han denominado los académicos cómo 'guerra sucia'. En los años 80 y 90 existió la lucha entre carteles del narcotráfico, las diferentes guerrillas, los paramilitares y el Estado colombiano. Las personas más afectadas fueron los civiles, víctimas de actos terroristas de distintos grupos delincuenciales. Miles de familias colombianas perdieron a familiares y amigos durante estas dos décadas.
La crisis sanitaria generada por el nuevo coronavirus ha perjudicado económicamente a distintos sectores de la población colombiana, entre ellos, el sector artístico. Debido a las medidas de bioseguridad tomadas por el Gobierno Nacional y las autoridades para mitigar la propagación del virus, muchos artistas en la capital del país se encuentran sin empleo, pues, el cierre de los espacios artísticos ha impedido la realización de sus actividades económicas.
En el norte de Bogotá se ubica Usaquén, una de las localidades más exclusivas de la capital, donde se encuentra el parque que tiene una de sus iglesias más hermosas en el corazón del parque, la de Santa Bárbara de Usaquén. No obstante, el COVID-19 ha dejado en jaque a estos establecimientos y a los venderos artesanales de Usaquén desde que diera inicio la pandemia en el mes de marzo del año 2020.
Ya son 30 años del Mercado de las Pulgas en Usaquén. Este espacio, que es conocido por la diversidad cultural y su variedad en objetos de vanguardia, pasó momentos difíciles dada las circunstancias del Covid-19. Sin embargo, por medio de este video más que abordar los estragos que dejó la pandemia, nos acercamos a los artesanos y visitantes, la energía que se respira cada domingo en el mercado y la importancia de apoyar la cultura colombiana.