Alfredo de la Espriella: El guardián de la historia barranquillera

Viernes, 24 Noviembre 2017 07:39
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Tiene 92 años y es el creador del Museo Romántico de Barranquilla. Pese a la falta de apoyo estatal, sigue dando la cara por un lugar que recolecta y vela por la historia de la capital del Atlántico.

|||| |||| Tomado de: El Heraldo||||
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Una cabeza con poco pelo blanco en un cuerpo alto lleno de piel arrugada y jorobado es lo que se logra ver a la distancia al momento de encontrarse ante las rejas deterioradas que resguardan esta casa antigua y amarilla. Con una mirada jocosa y alegre, y una sonrisa a la que le faltan algunos dientes gracias a sus 91 años, recibe Alfredo de la Espriella a todo aquel que se asoma en dicha casa, el Museo Romántico de Barranquilla.

El Bandolero Mayor nació el 6 de febrero de 1926 en Ciénaga, Magdalena. Alfredo suele ser reconocido de esa forma gracias a los tantos años que se ha dedicado a la escritura del Bando, texto que leen las reinas del carnaval en el primer evento de dichas fiestas “La Lectura del Bando”. A pesar de no haber nacido en Barranquilla, De la Espriella asegura ser “el más barranquillero de todos”, ya que a tan solo dos meses de vida su familia decidió irse a vivir a la capital del Atlántico, “la ciudad más importante de Colombia”.

 “Hay algunas personas que no son de aquí, claro, y dicen ‘ay este es Alfredo de la Espriella’. En cambio otros, los barranquilleros, dicen ‘oye cómo es que se llama el viejo ese, el del museo’, claro que es con cariño”, afirma el Bandolero Mayor.

El historiador de Barranquilla", como lo denominó Gabriel García Márquez, siempre está bien vestido, con sus pantalones hasta la cintura, sus guayaberas en colores pasteles y su reloj, "heredado de mi abuelo". Mabel Gasca, periodista y excompañera de oficina de Alfredo, dice que él es "un verdadero hombre de la élite barranquillera".

“Alfredo tiene memoria de corto plazo debido a la edad. A él se le olvidan mucho las cosas y repite demasiado, pero eso sí, la historia de Barranquilla sigue intacta en su cabeza, es lo de ahora de lo que no se acuerda", dice su esposa de casi setenta años, Gloría Díaz, con la que tuvo a su única hija, Clara, que actualmente reside en Miami.

“Mi papá, hoy día, a veces me saluda como si fuera mi mamá en la juventud. Mis hijos, David y Sarah son como extraños para él”. Clara, quien prácticamente se crió en este lugar afirma extrañar los días en que este permanecía lleno. “Tocaba organizar a los colegios por días porque eran tantos los que querían visitar que no cabían en el museo durante sus horas abierto”. Alfredo era quien, en muchas ocasiones daba los recorridos, tal es su amor por lo que era, es y será Barranquilla.

“Mi gran amor por la lectura, y posteriormente las artes, comenzó cuando leía monitos de los periódicos. Así fue como por mi cuenta aprendí a leer". En una entrevista al periódico El Tiempo, aseguró haber sido un niño precoz, inquieto y preguntón que acompañaba a su tía Anita Zabaraín a los programas radiales que ella hacía en La Voz de la Patria y participaba en el espacio La hora del niño, de Nicolasa Navarro de Rosales (famosa directora de radio en Barranquilla). Fue allí donde aprendió a manejar el micrófono y a mostrar una seguridad que muchos adultos deseaban tener. También preparaba los espectáculos de su colegio, el Biffi La Salle, con poesías, comedias, cuentos y musicales, todo siempre bajo su dirección.

Luego de estudiar periodismo en la ciudad de Madrid, “en donde hay un museo en cada esquina” (repite Alfredo), regresó a Barranquilla a poner en práctica todo lo aprendido en el exterior. Trabajó y colaboró en algunos de los periódicos más importantes de la ciudad y el país como El Heraldo, El Tiempo y La Prensa, sosteniendo que “el periodismo es un ejercicio de la cultura, un servicio de la comunicación social”.  Los estudios de Alfredo en el exterior fueron posibles ya que es ahijado de la antigua Consejera Cultural en la Embajada Europea, Amira de la Rosa.

Amira fue una de las grandes promotoras del teatro en Barranquilla y quien tuvo un mayor impacto e influencia en el rol de Alfredo con relación a este arte. Además de actuar, también escribió una “pila” de obras teatrales y su primer grupo teatral fue conformado de la mano de su madrina.

Al poco tiempo de creado el grupo, Amira de la Rosa se fue a vivir por completo a España al ser nombrada por el Ministro de Cultura como Embajadora Cultural de Colombia en dicho país, “fue así como yo me quedé con el grupo teatral y comencé a sumergirme y desenvolverme más en él”. En su gran mayoría, Alfredo realizó comedias, “mi mentalidad siempre ha sido muy picaresca y todas mis comedias siempre han sido muy celebradas”. Entre las obras más reconocidas, escritas y dirigidas por él mismo, se encuentran Mamá, yo quiero un novio y Reina del Carnaval.

Sin embargo, de la Espriella no veía el teatro como algo para generar ingresos, participaba en este simplemente porque lo apasionaba. “Yo no hacía teatro de una manera ‘profesional’, en el sentido de querer sacarle plata. Por el contrario, recogíamos la plata para ayudar a niños pobres y muchas fundaciones en Barranquilla”.

Con una carcajada responde que su grupo de teatro estaba conformado por media Barranquilla, pero que entre los más destacados estaban Anita Zabaraín y Gabriel Viloria, dos personas que al igual que Alfredo se involucraron a lo largo de sus vidas en el teatro. Todos los meses se hacía una comedia para recaudar fondos para las diferentes fundaciones que apoyaban.

Estando en España, “en donde hay un museo en cada esquina” (reitera el Bandolero Mayor), su gran amigo Mario Ceballos le dijo “Alfre, búscame muchas ideas porque tú y yo vamos a fundar una universidad”. Fue así como a su regreso de Madrid, “en donde hay un museo en cada esquina” (dice Alfredo más o menos por décima vez), fundó junto a su amigo la Universidad Autónoma del Caribe. Alfredo de la Espriella fue nombrado Director de Cultura de la universidad y nació en él un profundo deseo de crear un museo que recolectara la historia de Barranquilla.

“Cómo es posible que Barranquilla, siendo la única ciudad de Colombia que le dio al país los tres más grandes acontecimientos: la navegación fluvial por el rio Magdalena, la navegación marítima por el Caribe y la navegación aérea, ¡le dio las alas a Colombia!, no tenga un museo que hable sobre su historia. Ninguna otra ciudad puede decir que le brindó esto al país. Algunas otras pueden decir ‘por aquí pasó Colón’ o ‘por aquí esto’, pero los tres hitos, rio, mar y agua dulce,  solo Barranquilla”.

“El criterio museológico de Colombia es la Colonia, la Colonia y solo la Colonia. ¿Por qué la Colonia? Fue esa la que maltrató a nuestros abuelos y bisabuelos, la que nos jodió. Yo digo que sí, la Colonia fue una etapa muy importante, pero aquí la marcan demasiado y solo hablan de la Colonia”. Es por eso que De la Espriella aspiró con crear un museo que se alejara de dicha época en la historia de Colombia, ya que Barranquilla fue fundada dos siglos luego de que esta se terminara.

Fue así como Alfredo comenzó a recaudar objetos antiguos para exponerlos. La gran mayoría los obtuvo de amigos y conocidos de la familia, que contaban con objetos de sus antepasados en sus hogares, una costumbre que solía ser muy común.  De la Espriella decidió llamar a su museo el Museo Romántico “porque es un museo que representa el amor que le tengo a Barranquilla, cada pieza fue obtenida con mucho esfuerzo y amor”, agrega.

La primera sede del Museo Romántico fue en la Universidad Autónoma del Caribe, en donde Alfredo estaba trabajando para esos momentos. Sin embargo, luego de un tiempo, y también debido a la insatisfacción que estaba sintiendo con el puesto que ocupaba en la universidad, sintió que era el momento de poner el museo en el barrio más antiguo y exclusivo de la ciudad, el barrio El Prado. Así es como renunció y se dedicó de lleno a la formación de la nueva sede del Museo Romántico.

Las hermanas de origen alemán y muy amigas de la familia de la Espriella, las Freund Streunz, Carmen y Esther, "adoraban a Alfredito y querían cumplirle su sueño de fundar el primero museo histórico de Barranquilla", nos comenta su esposa Gloria. Fue por esto que Carmen Freund dejó en su testamento la mansión en donde ella vivía junto a su hermana a nombre de Alfredo de la Espriella, para que de esta forma él pudiera construir ahí el museo que tanto deseaba. "Esta fue la primera mansión, de dos pisos porque no se podía construir en este barrio una casa de un solo piso, del histórico Barrio el Prado", y es en ella en donde hoy en día sigue estando el Museo Romántico. "Además de mi esposa y mi hija, este museo es la luz de mis ojos".

El Museo Romántico de Barranquilla, en su nueva sede en el barrio El Prado, abrió sus puertas el 7 de abril de 1983. Muchas de sus piezas ya estaban en la casa y fueron donadas por las hermanas Freund Streunz, y las otras fueron poco a poco recolectadas por el mismo Alfredo gracias a las conexiones que él tenía. "Con un recorrido por este museo te garantizo que conocerás toda la historia de esta hermosa ciudad".

Actualmente, 34 años después de su fundación, El Museo Romántico de Barranquilla se encuentra en total abandono por parte del Estado. "El Estado no me ayuda con nada, es por eso que cobro la entrada, porque o si no, no tendría cómo sostenerlo". Se ha dejado la historia de Barranquilla en el olvido, el único lugar en la ciudad que reúne los rasgos más importantes de la capital del Atlántico, y con él a uno de los pocos personajes históricos barranquilleros que aún sigue vivo, a Alfredo de la Espriella.

"El día en que se le imposibilitó seguir escribiendo como lo solía hacer para periódicos y revistas, y dejó de ser útil para muchos, ni sus supuestos amigos más cercanos, pues los pocos que siguen vivos, se aparecen por aquí, ni una sola llamada", dice con un poco de tristeza y resentimiento su esposa Gloria. 

De la Espriella fue en su juventud parte de la élite social de Barranquilla. Fue socio de los clubes más exclusivos y se codeaba con las personas más adineradas de la ciudad, ese era su diario vivir. Sin embargo con los años dicha élite fue desapareciendo porque hoy en día la gran mayoría ha muerto.

Gladys de Viloria, cuñada de Gabriel Viloria, uno de los mejores amigos de la juventud de Alfredo, lo recuerda como aquel hombre que llegaba a un lugar y captaba la atención de todos los presentes. “Recuerdo sus chistes que nos hacían reír a todos, Alfredo llegaba y todos teníamos que ver con él” y con respecto al teatro, recuerda con lágrimas en sus ojos el gran equipo y las majestuosas piezas teatrales que este creó junto a su gran amigo Gabriel.

A pesar de la ingratitud y el olvido al que se ha enfrentado, Alfredo de la Espriella sigue siendo un hombre sonriente y extremadamente cordial con el que sea que llegue a su museo, "es que aquí es bienvenido el que sea, solo basta con que me toquen la puerta".

En varias ocasiones, la alcaldía de Barranquilla ha intentado cerrar el museo y arrebatarle la mansión a De la Espriella. "Aquí han venido ya varias veces, pero el señor Alfredo y la señora Gloria salen con sus papeles en mano y ahí si no hay nada que esa gente pueda hacer", dice Juan Vásquez, jardinero por más de diez años del museo.

"El romanticismo, el amor por la historia y la cultura se ha perdido en Barranquilla, a la gente ya no le importa el pasado ni de dónde vienen", dice Martha Rondón, historiadora que colabora en ocasiones y sin costo alguno en el Museo Romántico. “La sociedad actual está plagada de plebedad y falta de cultura. “¡Qué buenos fueron mis tiempos!” exclama con una carcajada el historiador de Barranquilla.

Hoy en día podemos encontrar en ocasiones a Alfredo en el museo a la espera de visitantes a quienes recibe él mismo con extrema cordialidad, y si no está muy cansado incluso es posible que él mismo sea el que dé guía por todo el lugar, del cual conoce cada pieza sin equivocación. Sin embargo su salud se ha ido deteriorando y el polvo que se acumula en el lugar por falta de mantenimiento ha venido afectándolo cada vez más.

"Si yo quisiera salir de ese Museo le dijera a Alfredo todos los días que es domingo para que se le olvide y yo sé que lo va a hacer, pero no es la idea porque yo sé el amor que le tiene, ha trabajado toda la vida por él", aseguró su esposa en una entrevista al periódico El Heraldo.

A pesar de los múltiples intentos por acabar con el Museo Romántico de Barranquilla debido a la falta de capacidad monetaria al momento de pagar impuestos, este sigue en pie y con él su fundador y personaje histórico, Alfredo de la Espriella y es que "el momento en que este museo desaparezca, con él me voy yo".