Mientras los bomberos de la localidad de Fontibón siguen intentando recoger el desastre ocasionados por el incendio de más de 600.000 llantas, los niños del barrio “El Recodo”, que se dirigen a sus colegios luego de haber faltado a clases durante dos días refunfuñean dicen, “Jaa.. Ojalá nos hubieran dado otro día”.
Algunos padres agradecen que el incidente no llegara a mayores. Su mayor preocupación está en que un incidente como estos se repita y termine afectando la vida de los pequeños quienes todos los días pasan por este lugar de camino al colegio. “Me preocupa que esto se pueda repetir y le pase algo a mi chiquito”, comenta Sandra Reyes madre de uno de los niños del barrio.
Los empresarios que tienen sus bodegas en la zona dicen “gracias a dios no pasó nada más”, mientras se estremecen al pensar lo que hubiera podido llegar a pasar si el fuego no se hubiera detenido y las pérdidas materiales los hubieran dejado en la ruina.
Si de afectados se habla, los primeros que encabezan la lista son el medio ambiente y el dueño de la empresa Greener Group S.A quien además de estar quebrado, según comentan habitantes de la zona, ahora debe responder legalmente por las repercusiones ambientales que este hecho trajo consigo.
“Nosotros llevamos aquí como nueve años y esa empresa hace como dos que ni funcionaba, debía muchísimo arriendo. Yo creo que ese señor estaba quebrado”, comenta David Moreno funcionario de la empresa Ecocapital que ha estado al tanto de lo sucedido.
Si esto no hubiera sucedido y las llantas no hubieran sido consumidas por el fuego, probablemente en lugar de afectar el medio ambiente serían reutilizadas para otros fines. Entre ellos, la construcción de vías y carreteras de Bogotá y sus alrededores.
El barrial que dejó la mezcla entre la tierra de la calle destapada y el agua usada, de martes a sábado, para apagar el incendio dificulta la entrada al lugar. Un camión de Caracol cargado de equipo audiovisual, dos o tres bomberos haciendo rondas continuas para evitar que el incendio vuelva a propagarse y algunos policías que buscan evitar que los recicladores entren al lugar en busca de material que puedan rescatar, es el panorama que se puede observar diez días después del evento.