Entre el sonido de tambores, guitarra y lo que parecen ser unas maracas, se escucha un coro alegre que canta "Revolución de la cuchara, nadie muere nadie mata. Revolución de la cuchara, come fruta, come ensalada (…) por un mundo sin ignorancia". Son las 8:00 p.m. y en el restaurante Loto Azul, ubicado en el centro de Bogotá, parece que la actividad apenas comienza.
Andrés Uribe, un joven de 19 años, estudiante de gastronomía, decidió sacar la carne de su plato hace siete años. Hoy desde un stand, en el restaurante de la esquina de la carrera 5 con 14, disfrazado de vaca y junto a una amiga que representa un cerdo, reparte volantes a los transeúntes: "la Revolución es entre tú y tu plato, lo que comes tienes consecuencias sociales y políticas, ¡tu cuchara es la mejor arma!". Aunque algunos no prestan atención y arrojan al piso lo papeles, son muchos los jóvenes que, atraídos por el mensaje de estos "animales", entran al buffet vegetariano que esta noche ofrece la Revolución.
Con una gran sonrisa en su cara de niño, Andrés atiende a las personas que se acercan a preguntarle: "Me gustaría que la paz interior que yo siento desde que dejé la carne, la sientan todos, créeme que no es tan grande el esfuerzo", dice Andrés con mucha paciencia a una joven que busca información. Antes de que se disfrace es posible notar sus tatuajes en los brazos, en un hombro lleva la imitación de la piel de un leopardo y en el otro una gran flor; en la espalda: "One life, One Chance" (una vida, una oportunidad).
La organización a la que pertenece Andrés se llama "La Revolución de la Cuchara" y hace parte del 0K (Original Kingdom), que a su vez quiere decir 0: Zero K: killed, es decir la organización de "cero muertos". Esta institución promueve, en 34 países del mundo, el vegetarianismo y el veganismo. Esta última práctica consiste en no consumir ningún producto derivado de los animales como forma de vida.
Todo empezó por la iniciativa de algunos Hare Krishna de distintos países de crear un boletín virtual o "material consciente" que informará sobre los beneficios de una vida sin carne, sin embargo, el poder de la red hizo que se conformaran organizaciones a nivel internacional para dejar el tenedor y el cuchillo a un lado, y así apoderarse de la cuchara. Las primeras sedes fueron en diferentes ciudades de Inglaterra, Suiza, México, Italia, entre otros. A Colombia llegó hace 8 años a Bogotá y Medellín.
Por dentro, el Loto Azul (embajada de la Revolución) tiene imágenes de diferentes dioses. El dios Hindú, Ganesha (o "cabeza de elefante"), aparece en las paredes y en el techo. La imagen de Radha y Krishna columpiándose en un árbol ocupa un gran lugar al fondo de las mesas. Buda está en cuadros y algunas porcelanas. También parece haber espacio para los humanos, pues hay fotografías de Gandhi, quien es considerado el primer ministro honorario de "La Revolución de la Cuchara".
Por $7.000 las opciones de la noche son: lasaña de vegetales, arroz chino y quesadillas, acompañadas de agua aromática o cocteles sin alcohol y mucha fruta, además de arroz con leche como postre. Nada que un "carnívoro" no pueda soportar. En las vitrinas se ofrece también shampoo, jabón y cremas hechas a base vegetales, porque como recuerda Andrés, "no sólo consumiendo su carne le hacemos daño a los animales".
Andrés, quien hace tres años decidió pasar del vegetarianismo al veganismo, sacó de su dieta todo producto derivado de los animales, como el queso, mantequilla, huevos, leche y hasta las tortas. Hoy asegura estar feliz. En la Revolución ha encontrado un territorio donde se respetan las reglas que rigen su vida. Tal como lo propone el Original Kingdom, todos los miembros cumplen un manifiesto de 10 normas publicadas en cada uno de los sitios web de la Revolución, estas reglas se cumplen sin importar las fronteras nacionales.
Dentro de las leyes de su manifiesto, una de las más importante y que los motiva a no sucumbir ante una jugosas costillas de cerdo es: "Todos los animales son nuestros hermanos que están en diferentes cuerpos y merecen ser protegidos como cualquier otra entidad viviente", en ella se expresa su creencia en la reencarnación, y la posibilidad de que como seres humanos podamos en nuestra próxima vida ser un animal.
Este nuevo mundo que se quiere crear, tiene para sus miembros un pasaporte propio que Andrés muestra con mucho orgullo. Tiene la apariencia de un pasaporte normal, pero lo acredita como vegetariano y lo pueden sellar en cada una de las sucursales de la Revolución de la cuchara que visite. Además, cualquiera puede hacer de su casa una embajada, sólo con declararla "territorio libre de carne". O si lo prefieren, es posible obtener el título de Ministro ofreciéndose como activista voluntario de la organización en su país.
Pasados no más de 30 minutos, se escucha a los lejos un ruido de tambores y cantos que se acercan al paso de la música y los saltos. Todos miran por la ventana y afirman "llegaron por fin los Hare Krishna". Es un grupo de por lo menos 15 personas de todas las edades, algunos con trajes blancos, con la cabeza rapada y una minúscula cola de caballo en la parte de atrás, imagen que no desafía en lo absoluto el estereotipo. Sin embargo, otros sólo tienen algunas marcas de pintura blanca en su cara. Los Hare Krishna han sido fundamentales para la Revolución de la cuchara, aunque ya no dirigen las riendas de la organización como en un principio, asisten a cada uno de los eventos y difunden el mensaje de una vida libre de carne.
A medida que van llegando, muchos se saludan: un apretón de manos, un abrazo y la mayoría de las veces un pequeña venia con la manos en posición de oración cercanas al pecho. La Revolución de la Cuchara que busca congregar a las personas que han sacado la carne de su dieta, parece que esta noche está cumpliendo el objetivo.
Andrés ve venir a los Hare Krishna y se quita la cabeza de vaca para poder saludar a algunos. El primero entre todo el grupo se le acerca a saludar.
- "Hare Krishna" (con su respectiva venía)
- "Hola" (imitando la venía)
- Jajajaja "¿qué hay para esta noche?"
- "comida rica y consciente como siempre"
Las meseras y algunas de las clientes visten una falda hindú, que según dicen, está hecha con tela que no maltrata el medio ambiente y sobre todo sin lana o sin cuero: materiales innombrables en la vestimenta de cualquiera de estos vegetariano o veganos.
Andrés se sienta ahora en el stand a ofrecer la mercancía de la organización: camisetas, stikers y algunos folletos, también hay algunas películas de lo que ellos llaman "cine consciente", donde no pueden faltar filmes de crítica directa a las más grandes industrias de comida como por ejemplo, Super Size me o algunos documentales de Michael Moore. Aparece también información sobre la prohibición del aborto, que aunque en un momento parece no encajar, ellos recuerdan que están en contra del maltrato a cualquier ser vivo.
Mirando en la web algunos avisos de advertencia, que se elaboran en el Original Kingdom para que sean repartidas por todo el mundo a la comunidad vegetariana y vegana, es posible encontrar: "tu jabón de cuerpo no puede tener Oleo Acid que es un ingrediente que se extrae de la piel de los animales", "Musk Oil, es ingrediente de muchos perfumes y es extraído de las glándulas de los venados", "cremas con colágeno, provienen de fibras animales", así, se hace complicado el uso de maquillaje, detergentes, cicatrizantes y hasta enjuagues bucales.
En medio de este ambiente de tambores, verduras, frutas, dioses de otras regiones, cine consciente y hasta música que es calificada como vegana, es evidente para cualquier "carnívoro" que lo único que lo diferencia de estos vegetarianos y veganos no es la carne.