La contienda por el segundo cargo público más importante del país vuelve a abrirse este año. Distintas personalidades de varios sectores políticos han estado haciéndose cargo de sus campañas en los últimos meses e intentando ganar ventaja en la carrera por la Alcaldía de Bogotá.
Dado el prematuro periodo de campañas electorales, la variedad de candidatos ha sido una de las características del momento. Luis Ernesto Gómez, el "viceministro de las Converse" y precandidato por el partido alternativo Activista, hace parte de la lista de aspirantes a ocupar el Palacio Liévano. El exviceministro del interior y del Trabajo le apuesta a la Alcaldía de la capital a través de su nuevo movimiento político con el que también aspira al Concejo de Bogotá con lista propia.
Pese a que desde niño sintió una atracción a la política, a sus 37 años, este politólogo, historiador contemporáneo y economista con maestría en ciencia política y administración y política pública también disfruta de otras actividades fuera de ella. Pasar tiempo con sus hijos y esposa junto a dedicarle cualquier espacio disponible a la lectura, algo que disfruta infinitamente, son sus pasatiempos favoritos. Además, dice que volvería a trabajar como mesero -trabajo que tuvo que desempeñar mientras estudiaba en la universidad- en cualquier momento de su vida sin ninguna dificultad.
Vistiendo sus característicos zapatos Converse, esta vez de color azul, junto a una camiseta blanca con el logo de su partido y unos jeans, Gómez me da la bienvenida frente de la sede de Activista, un contenedor con acceso por escalera justo en frente del Parque del Virrey a la altura de la carrera 15. En una soleada, pero fresca mañana bogotana, me invita a que hagamos la entrevista sentados sobre una tela rosada dispuesta en medio del pasto del Virrey y deja saber que está listo para responder todas mis inquietudes.
¿Cuál fue su primera aproximación a la política?
Yo estudié economía y ciencia política pensando en una actividad en lo público, en la política; eso lo estudié en Alemania. Después hice maestría y en Alemania también trabajé en la política, trabajé en el parlamento alemán con el partido social demócrata en distintas comisiones: La comisión económica, la cual tenía que ver con asuntos de América del Sur. Trabajé cuatro años entonces también digamos que desde mi pasantía en la universidad en Alemania y el estudio también en Inglaterra respondía a esa inquietud. Hice una maestría en políticas públicas y administración pública pensando en llegar a Colombia a trabajar en lo público. Entonces diría que desde mis inquietudes académicas nace mi interés de prepararme muy bien para tener una vida profesional en lo público.
¿Qué quería ser cuando niño?
Pues tal como lo recuerdo, desde pequeño tenía muchas inquietudes por la movilización, por el liderazgo y por la política. De hecho, en el colegio lideré muchos procesos estudiantiles y de movilización, así que creo que eso viene desde mi infancia.
Usted trabajó en el Bundestag (parlamento alemán), estudió en el London School of Economics y en la Humboldt Universität. ¿Desde que entró a estudiar supo que quería trabajar en lo público?
Sí, yo escogí la carrera pensando en eso. De hecho, en Alemania se estudiaba en esa época un major y dos minors; como una carrera principal y dos asociadas y yo estudié economía, ciencia política e historia contemporánea pensando justamente en que fueran áreas del conocimiento que me dieran unos buenos fundamentos para entender la política y para hacer una buena labor en lo público y por supuesto ir al LSC (London School of Economics) a hacer una maestría en eso es reforzar ese conocimiento.
¿Cómo era Luis Ernesto en la universidad?
En la universidad era un Hedonista. Me la pasaba viviendo bueno y estudiando lo que me gustaba. En Alemania se estudia de manera muy libre así que escogía los cursos que más me apasionaban porque hay gran libertad también para conformar el curriculum. En la universidad también estaba trabajando de mesero y fue una experiencia inolvidable. Me encantó servir y atender mesas, yo creo que en cualquier momento de mi vida podría volverlo a hacer sin ninguna dificultad.
¿Cuáles son sus hobbies e intereses de hoy en día?
Digamos que la vida cambió mucho y mi principal hobby y actividad hoy es cualquier rato libre lo dedico a pasar con mis hijos y a aprender de ellos y también la lectura sin duda alguna. Cada rato libre que se puede dedicar a leer lo disfruto infinitamente.
Viceministro de trabajo, viceministro del interior y con experiencia en campañas. De todo este bagaje ¿cuál ha sido la labor que más ha disfrutado realizar?
Disfruté mucho cuando estuve como viceministro del trabajo impulsando dos cosas que fueron, a mi modo de ver, exitosas. Una: la creación de oficinas de empleo en donde las personas pudieran hacer lo que hacen en países desarrollados y es simplemente “estoy buscando trabajo. ¿Qué hago? ¿Llamo a mi amigo porque necesito un palancazo?”, que es lo que pasa en Colombia, o simplemente “¿voy a un lugar donde formalmente me atiendan y me resuelvan esto?” y abrimos más de 350 oficinas en todo el país.
Tratando de comprender que si uno entiende que el trabajo es un derecho y no depende del capital social de las personas, es decir que de qué tan bien contactadas estén, sino de su talento, y que es talento y no palanca, pues tenemos que tener una infraestructura para brindarles a las personas esa posibilidad.
A mí me alegró mucho porque era básicamente atender decenas de miles de personas diariamente en estas oficinas y, en especial, jóvenes porque el desempleo se concentra en los jóvenes y para impulsar su empleabilidad hicimos dos cosas. Sacamos el programa “40.000 primeros empleos” que daba unos incentivos económicos a las empresas para que vincularan jóvenes que no tuvieran experiencia laboral y les dieran su primera experiencia laboral; y sacamos lo que es hoy la ley 1780, que eliminaba barreras para el empleo joven, entre ellas la exigencia de la libreta militar para trabajar.
Hablemos de Activista, partido que fundó y del cual es director. ¿De dónde nace y a quiénes quieren representar?
ACTIVISTA nace de una inquietud personal, pero especialmente de una realidad de las democracias modernas, incluida la democracia bogotana, y es que hay muchos ciudadanos molestos con algo y que de un momento a otro dejan de hablar consigo mismos y hablan con otra persona y cuando hacen esto, encuentran un eco. Ahí nace la fuerza del activismo y el inicio de una solución. Porque los activistas no son anti, ahí hay una confusión, los activistas están a favor de las soluciones de un problema. Eso está pasando de manera masiva en todas partes. En Bogotá, “No más tala de árboles, no más fiscal, no más aire contaminado, no más violencia contra las mujeres”.
Las personas comparten esto con el amigo, el vecino, en redes sociales y al día siguiente, cuando se dan cuenta que hay tantos que piensan como ellos, hay un movimiento. Eso es propio de una democracia moderna y de una democracia dinamizada por el mundo digital. ACTIVISTA nace para eso, para representar a esas personas que hacen activismo y que quieren y están hoy comprometidas con que ese activismo también juegue un rol real y protagónico en las elecciones de octubre y en el escenario político colombiano.
Entonces es un intento de hacer algo como contracultura, un tipo de rebeldía política, por decirlo así…
Es básicamente reconciliar dos realidades. Los bogotanos son profundamente críticos e interesados por la política. Desayunan, almuerzan y comen política, pero odian a los políticos. ¿Cómo reconciliamos esas dos cosas? ¿Cómo reconciliamos que todas esas inquietudes son políticas en esencia? (Se necesita) más plata para la educación, protección al medio ambiente, (que) luchemos contra la violencia. Que esas causas, que son en esencia políticas, pero no tienen protagonistas políticos, se reconcilien porque son los ciudadanos del común quienes están haciendo esas cosas.
¿Y de estos mismos propósitos sale su precandidatura a la alcaldía?
Nace justamente del interés de poder aglutinar justamente e interpretar y representar esas voces porque hoy hemos entendido que el alcalde, el concejal, el senador o el presidente fue elegido para resolver las vainas y si no las resuelve, lo botamos a la caneca. Los políticos en esta era son desechables. Eso está bien, yo entiendo esa rabia ciudadana contra los políticos, pero aquí necesitamos una política de corresponsabilidad.
Elíjame, pero solo si usted es capaz de cambiar también. Elíjame si usted es capaz de aportar a la solución porque cambia su forma de consumir, porque cambia su forma de disponer de residuos, si cambia su forma de educar a sus hijos, porque cambia su actitud frente a las personas que no conocen la ciudad. Lo que queremos construir desde esta candidatura a la alcaldía es que los bogotanos entiendan que, si yo soy el alcalde, o cualquier otro lo es, pero los ciudadanos siguen siendo indiferentes, nada va a cambiar y en un año van a estar maldiciendo nuevamente. Necesitamos justamente una corresponsabilidad con ciudadanos activos, activistas y un alcalde que haga su parte y unos ciudadanos que hagan su parte.
¿Hubo algún detonante o algún momento puntual en el que dijera: ‘ya, tengo que hacer algo yo’?
Digamos que el punto de inflexión es el momento en el que uno supera el temor de que hacer política es imposible sin dinero, sin un partido y sin estructuras políticas. Digamos que ese fue el punto de inflexión y para mí fue evidente en las recientes elecciones. El candidato a la presidencia que más estructuras políticas tenía, más recursos económicos tenía y más medios tenía, tuvo un peor resultado que en el 2010. Después, vimos millones de colombianos saliendo a votar una consulta anticorrupción sin que hubiera ni buses ni una campaña masiva de muchos recursos. Eso de lo que habla es de una ciudadanía cada vez más activa, con un voto libre de opinión y eso es lo que me motivó. Básicamente darme cuenta de que, hoy en Colombia se puede hacer, y sobre todo en las grandes ciudades como Bogotá se puede hacer política de ideas, política de propuestas y no necesariamente política de plata y de maquinaria.
¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos le gusta de Bogotá?
Lo que más me gusta de esta ciudad es su pluralidad, su diversidad y que es el lugar donde los colombianos pueden ser más libres en todo sentido. No van a ser juzgados, pueden vestirse como quieran, pueden pensar como quieran, puede profesar la religión que quieran y van a tener los gustos culturales, musicales o de rumba que quieran y van a tener un lugar dónde tener esa libertad y dónde desarrollar su personalidad; eso es lo que más me gusta de Bogotá.
Lo que menos me gusta de Bogotá es que estamos viviendo cada día peor. Respiramos un aire contaminado, nos estamos enfermando de enfermedades prevenibles por estilo de vida, alimentación. Estamos pasando 23 días de la vida en un trancón o porque voy en un Transmilenio, o porque voy en un taxi o porque voy en el carro particular. No quiero vivir cada día peor y no quiero que mis hijos, que son muy chiquitos, tengan una ciudad invivible e insostenible. Por eso mismo mi motivación a aspirar y a transformar conciencias, pero también a reorientar el rumbo hacia una ciudad consciente y sostenible.
Las personas que lo conocen lo describen como alguien bienintencionado, generoso, motivado, ambicioso para bien y con metas claras. ¿Están en lo cierto?
En esta etapa de mi vida, más que en cualquier otra, (me describo) como un idealista y un idealista pragmático porque he gobernado, he sacado adelante procesos de legislación, de implementación del proceso de paz. He sacado adelante procesos de gerencia pública como lo que te mencionaba anteriormente, es decir, sé gobernar, sé gerenciar, pero creo que en este momento no basta con saber el cómo hacer las cosas, sino el por qué hacemos las cosas.
Hoy necesitamos hacernos unas preguntas más profundas y más sobre cuál es ese modelo de sociedad y de ciudad ideal que pensamos y mezclarle a eso el pragmatismo de la capacidad de gerencia y de liderazgo, pero sin perder la vista de que hoy realmente estamos en un cruce de caminos donde tenemos que hacernos preguntas también de carácter existencial y de para dónde vamos como sociedad.
Con respecto a los demás candidatos como Claudia López o Miguel Uribe ¿qué cree que lo diferencia a usted como persona?
Creo que todos podemos tener más coincidencias en lo programático, pero en lo personal somos profundamente diferentes todos. Tenemos grandes diferencias en edades, en historias personales de vida, una mujer como Claudia ha estado desde la academia y recientemente desde la política.
Mi camino ha sido muy distinto, viví muchos años por fuera del país, viví diez años por fuera del país y ahí fue donde digamos se sentaron mis bases en términos académicos y técnicos. A diferencia de ellos, yo milité un buen tiempo en un partido tradicional, el Partido Liberal Colombiano, y entendí desde fondo qué funciona y qué no funciona de la política tradicional.
Sigo siendo un liberal de convicción y de pensamiento, pero entiendo que hoy el Partido Liberal no se interpreta (igual que antes). Digamos que los caminos han sido muy distintos. Del sector alternativo se ha hecho pulso, y yo me incluyo dentro de esos, con historias de vida muy distintas. Digamos que del otro lado más bien hay algunos que nacieron en la cuna política y hoy están en la política o porque su abuelo era presidente o porque su padre fue vicepresidente. Entonces yo creo que ahí hay unas diferencias importantes en cómo llega uno a la política, si a pulso o por interés, pero obviamente con mis compañeros del sector alternativo, historias muy distintas.
¿Qué rol le ve a la juventud en la política colombiana hoy en día?
Pues mira, yo veo una juventud extraordinaria, politizada en el mejor sentido de la palabra. Una juventud que es la generación más educada que tiene Colombia hoy. Es la de mayor nivel de escolaridad, la que mejor acceso a la información tiene y que, por fortuna, gracias a las dinámicas económicas y el desarrollo social del país, no tiene que votar porque les compran su voto, sino que votan libremente y eso abre unas posibilidades enormes para que los jóvenes sean quienes deciden el rumbo de este país. Además, creo que están siendo inspirados por movimientos juveniles de todo el mundo, como lo estamos viendo con este de Fighting for climate change.
De llegar a la Alcaldía, ¿cuál sería el eje de su trabajo? ¿Desde dónde partiría y qué sería lo más importante?
Yo creo que lo más importante es construir una Bogotá consciente y una Bogotá sostenible. Una Bogotá consciente quiere decir que los ciudadanos entendamos que hacemos parte del problema porque nosotros somos los que tomamos las decisiones de movilidad, los que tenemos malos hábitos y por eso nos estamos enfermando, nosotros somos los que estamos consumiendo demasiado plástico y productos no reciclables y no estamos separando en la fuente. Nosotros somos parte del problema y tenemos que ser parte de la solución y por eso necesitamos una Bogotá consciente.
Una Bogotá sostenible es donde nuestras formas de movilidad, nuestro sistema de salud, nuestro sistema de consumo, todas sean unas reflexiones esenciales de cuánto tiempo va a aguantar este modelo de vida, esta forma de vida y estamos en un momento indicado para reflexionar y cambiar. ¿Y reflexionar y cambiar por qué? Porque la sostenibilidad, que ha sido entendida como quedarse haciendo nada y conservando, es la mejor oportunidad de negocio del Siglo XXI.
Si nosotros migramos a Bogotá hacia una ciudad sostenible, se van a crear empleos y oportunidades de negocio convirtiendo hogares en generadores de energía, convirtiendo la flota de movilidad en Bogotá, logrando transformar un sistema de salud donde los médicos y el sistema de salud esté generando consciencia y educando a los pacientes. Ahí hay unas enormes oportunidades de empleo y de negocios que serían la mejor forma de hoy el desarrollo de Bogotá.
¿Qué sigue para usted y Activista en los próximos meses?
Sigue una campaña de trabajo ciudadano día a día sin desfallecer tratando de inspirar con el ejemplo y con la capacidad de transformar la cultura desde la misma forma como estamos haciendo campaña.