Memorias del expreso rojo: Buenos Aires

Miércoles, 23 Noviembre 2011 04:32
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Camilo Rueda Navarro, estudiante de la maestría en periodismo de la Universidad del Rosario, e hincha de Santa Fe, sacó sus ahorros para viajar a Argentina a acompañar a su equipo en el juego contra Vélez Sarsfield. Este es el relato de la incursión de 300 cardenales al estadio de Liniers.

Unos 300 hinchas del Santa Fe viajaron a Argentina a acompañar a su equipo en el juego contra Vélez Sarsfield.||| Unos 300 hinchas del Santa Fe viajaron a Argentina a acompañar a su equipo en el juego contra Vélez Sarsfield.||| Foto: Camilo Rueda Navarro/Plaza Capital|||
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“Te sigo a donde vas”, reza una bandera de la hinchada de Independiente Santa Fe. La frase resulta casi un mandamiento para los seguidores del equipo bogotano, que en casi todas las canchas donde juega cuenta con la presencia fiel de sus hinchas.

El jueves 10 de noviembre el destino fue Buenos Aires. Por la revancha de los cuartos de final de la Copa Suramericana, Santa Fe visitaba al Vélez Sarsfield argentino. El equipo del barrio de Liniers, ranqueado como el cuarto mejor club del mundo, esperaba refrendar con facilidad su clasificación, luego de llevarse un empate a un gol de Bogotá.

El escepticismo por el resultado en la ida presagiaba pocos hinchas visitantes, pero al final fue todo un éxodo cardenal. Dejando de lado el estudio, el trabajo y la familia, decenas de hinchas viajamos para estar con nuestro equipo en esta difícil batalla. Muchos echamos mano de los ahorros para poder cubrir el pasaje.

En los días previos al partido, en cada vuelo partían grupos de seis u ocho hinchas. Los de la última camada llegamos la noche previa al aeropuerto de Ezeiza. Unos pocos, los más osados, habían viajado por tierra. En las salas de espera de los aeropuertos y en las calles bonaerenses, las sonrisas cómplices entre santafereños servían como saludo entre desconocidos compañeros de expedición.

Rumbo a Liniers

La cita fue a las cinco de la tarde en el famoso obelisco de Buenos Aires. Algunos porteños que distinguían el escudo de Santa Fe nos saludaban y alentaban. A pesar de la distancia, la compañía de la familia cardenal nos hacía sentir como en casa.

De la avenida 9 de julio partimos atiborrados en un bus rumbo a Liniers, al occidente de la ciudad. Fue una hora de recorrido entonando cánticos de La Guardia, barra popular de Santa Fe.

Aunque no se descartaba algún incidente, arribamos sin contratiempos. Foto de rigor a la entrada del estadio y requisa policial antes de entrar a la tribuna visitante del estadio José Amalfitani. Llegada la hora del partido éramos unas trescientas personas, todo un ejército espartano para acompañar fielmente a nuestra escuadra. Es, tal vez, la mayor asistencia en el extranjero para un club colombiano en los últimos años.

Resultó sorpresivo el hecho de que este equipo, con una menguada hinchada por la sequía de estrellas, reuniera tanta gente a cinco mil kilómetros de su hogar. Para la gente ajena al fútbol resulta difícil entender por qué un hincha viaja al cono sur del continente con el simple motivo de presenciar un partido. Es algo que sólo pocos hinchas, los más aficionados, entienden.

Un festejo emotivo

El día previo al partido, el argentino Ómar Pérez, estandarte de la escuadra santafereña, sufrió la muerte accidental de su abuelo cuando este viajaba para acompañarlo en su compromiso. Se creyó que el jugador se perdería el partido. Pero al final decidió saltar a la cancha como el mejor homenaje que podía darle a su ser querido. Un gesto que la hinchada le agradeció. Mucho más cuando en el minuto 70 del partido Pérez pateó un penal y empató el juego a dos goles.

Con la celebración, las lágrimas brotaron en los ojos del ‘diez’, así como en los ojos de los hinchas. Santa Fe había logrado remontar un arrollador 2-0 del primer tiempo y con ese resultado eliminábamos al rival argentino. Un éxtasis de emoción, llanto y alegría.

La hinchada de Vélez se silenció mientras estuvo eliminada. La fiesta era de la visita y la clasificación estaba en nuestras manos. Pero si alguna experiencia tiene el santafereño es la de sufrir. Cuando corrían ya los últimos cinco minutos, el árbitro dio penal para Vélez por una falta inexistente. Gol para el 3-2 definitivo. Un ‘mazazo’ en el epílogo del juego, como aquel que en el 2010 nos dejó fuera de la final del fútbol colombiano.