Cuando comprar deja de ser una actividad lúdica o para cubrir una carencia, y pasa a convertirse en una necesidad en sí misma, de comprar por comprar, puede que estemos ante un caso de adicción a las compras.
Este es el caso de Carlos Ruiz, estudiante de Comunicación Social de una prestigiosa universidad de Bogotá. Como muchos de los jóvenes de ahora, le encanta vestirse bien y llevar consigo los últimos aparatos tecnológicos que han salido al mercado. Pero su obsesión por ’estar siempre a la moda’ le han costado mucho.
“Compro para crearme una imagen”, afirma el joven. Su adicción comenzó durante sus primeros años en la universidad y se desató cuando su padre le dio una extensión de su tarjeta de crédito para que pudiera manejar con cierta independencia los gastos de sus estudios. Su papá se refería a libros, materiales y fotocopias. Carlos entendió otra cosa.
Al principio no le importaba ponerse un pantalón dos veces en la semana, pero esto fue cambiando a medida que veía a muchas de sus amigas preocupadas por verse arregladas, bien vestidas. Para no quedar mal, él empezó a comprarse más ropa. “A mí siempre me gustó la ropa, los zapatos, zapatillas y computadores. Pero una cosa es que eso te guste y otra que te atraiga como un imán", reconoce.
Sus padres siempre le dieron lo mejor, eran muy ’rebuscadores’, pero para Carlos le faltó algo muy importante: su compañía. “Yo era un niño muy solitario, desde pequeño aprendí a llenar vacíos con cosas materiales”, afirma.
Con el paso del tiempo, Carlos empezaba a comprar más y más cosas. La prueba de esos días de consumismo compulsivo lo dan las cosas que adquirió y jamás llegó a estrenar. Muchas están guardadas en sus empaques originales, con las etiquetas puestas, como es el caso de unos audífonos y una billetera.
Según Marina Cubillos, psicóloga graduada de la Universidad Santo Tomás, la compra compulsiva es un “trastorno de control de los impulsos asociado a problemas como la ansiedad, la depresión, la baja autoestima o la irritabilidad”.
El tratamiento para las personas que sufren de esta adicción es similar a otros trastornos, “acuden a terapia para controlar el impulso de comprar y se les realiza un control que pasa por quitarles las tarjetas de crédito, asignarles solo determinada cantidad de dinero cuyo gasto tienen que justificar con facturas, además de un acompañamiento diario de la familia”, manifiesta Marina.
“Para mi y mi esposa fue muy duro saber que nuestro hijo sufría de este trastorno, nunca me imagine que al darle un poco de independencia se desencadenaría este gran problema para mi hijo. Es muy importante para los padres estar en constante seguimiento de las actividades de sus hijos”.Comenta José Miguel Ruiz, padre de Carlos.
Por su parte el joven ya ha podido superar en gran parte su adicción por las compras, ha aprendido a manejar el dinero de una forma moderada. “Estoy mejorando mi relación conmigo mismo, pues me he dado cuenta de que todos esos vacíos que llenaba con objetos, son vacíos que debí haber llenado con amor hacia mí mismo”, afirma él joven.