María Emma Mejía: la primera mujer a cargo del país

Martes, 07 Noviembre 2023 10:00
Escrito por

No solo fue la primera ministra delegataria con funciones presidenciales, sino una de las primeras mujeres en romper techos de cristal en diferentes instituciones nacionales e internacionales.

La política y diplomática actualmente se dedica al periodismo en Caracol Televisión con su programa “una mirada al mundo”||| La política y diplomática actualmente se dedica al periodismo en Caracol Televisión con su programa “una mirada al mundo”||| Cancillería|||
1133

El 25 de enero de 1995, Medellín amanecía fría y gris. Un nuevo día de violencia parecía comenzar en la capital de Antioquía, pero Para María Emma, este se sentía diferente. Desde el primer momento de su mañana, tuvo un mal presentimiento que solo tendría nombre cuando, sobre el medio día, le confirmaran que Diana Turbay, su amiga e hija del expresidente César Turbay, iba malherida de camino al Hospital General luego de que la operación para su rescate fallara.

Aquella tarde llovía en la capital antioqueña y también dentro de María Emma al sostener las manos de su amiga durante su muerte. Con su partida, sentía que una vez más algo se desvanecía en su interior.

En esta ocasión no se trataba de renunciar a su sueño de estudiar en el Kyiv School of Ballet con la beca que se había ganado, sino de presenciar cómo sus esfuerzos por acabar la guerra en Medellín desde la función pública se desvanecían.

Su vida siguió tras la dolorosa pérdida. María Emma continuó con la misma decisión y persistencia con la que asumió años atrás, en 1971, su nueva faceta en Lisbon, Estados Unidos. Lugar al que llegó, sin saber muy bien inglés, en un intento de sus padres por evitar que hiciera su carrera en la Unión Soviética bailando ballet. 

(Le puede interesar: "La representación de las mujeres en el panorama electoral de 2023: cifras aumentan, pero son escasas")

Aunque la sombra de la muerte la acompañaba en aquel momento, no permitió que la derrotara. Luego de ese fatídico día, decidió que tenía que seguir dando la batalla por su país, ese mismo que estaba envuelto en la guerra contra el narcotraficante Pablo Escobar. 

Con aquella determinación transformó los momentos difíciles por fortaleza. Esa virtud fue la que siempre atravesó su vida pública, política y personal. Como menciona su hijo, Pedro Lucas Caballero:

Ella es una mujer muy fuerte, justa y honesta. Siempre he admirado cómo sostiene su posición y la expone con claridad y criterio. Creo que estas virtudes han hecho que llegue lejos en su carrera política, algo que para una mujer en Colombia solía ser muy difícil en el pasado.

 

Archivo personal de María Emma Mejía: Foto para EFE por Laura Soto

 

María Emma Mejía es la hermana menor de seis. Es la pequeña que su padre deseaba que fuera niño. Nació y creció en Medellín bajo las influencias de la radio, el cine y las reglas del Opus Dei, en hogar con una madre calculadora y un padre que le dejó de legado la valentía y la determinación de siempre seguir adelante.

Esta paisa de 70 años le debe al arte la consolidación de sus principios de vida. La devoción, la disciplina y el rigor formaron en ella la manera en la que ve el mundo: la manera en la que ve la belleza. Reconoce que estas cualidades definen su personalidad ya que no solo acompañaron su proceso artístico, sino también la ayudaron a enfocarse en lo que ella deseaba para su camino.

La exbailarina de ballet es una mujer de contrastes: dice tener pocos amigos, pero los caminos de la vida la han llevado a tener muchos conocidos. Así lo aseguran quienes han trabajado con ella. “En Naciones Unidas todos los embajadores sabían quién era; nadie podía pasar de cerca sin saludarla”, comentó uno de sus expracticantes. 

(Siga leyendo: "Paula Muñoz, la única ajedrecista del club")

Ella es una mujer cuyo soundtrack de vida es tan diverso que su esposo, Alberto Casas, la compara con un “cancionero”. La música es componente fundamental de su vida. Sus gustos son una mezcla entre las letras Leonard Cohen para las ocasiones más melancólicas, los versos de Mercedes Soza y Silvio Rodríguez para recordar los días donde “apostaba a que el mundo sería mejor”, y las canciones Shakira, su amiga, a quien acompañó como directora de la Fundación Pies Descalzos.

 

Archivo personal de María Emma Mejía. María Emma Mejía ( izquierda) junto a Shakira (derecha) y el alcalde de Barranquilla (Jaime Pumarejo), en la entrega del nuevo colegio de la Fundación Pies Descalzos.

 

Su vida ha sido de saltos: del ballet al cine; del cine a la función pública; de la función pública a la diplomacia y de la diplomacia a la dirección filantrópica. Un recorrido de múltiples dimensiones del cual ella no anticipa un fin. “Uno nunca dice hasta aquí llegué o ya terminé todo lo que quería hacer porque uno no lo tiene planeado, son las circunstancias las que planean la historia de vida”, señala María Emma.

Pero su recorrido también ha sido de coincidencias. “Yo llegué a donde llegué casi siempre por casualidades difíciles”, afirmó. De su vida de cineasta en Londres pasó a Focine, la entidad estatal que se encargaba del Fondo Nacional del Cine Colombiano, luego de conocer al expresidente Betancur, mientras proyectaba una de sus películas en el Palacio de Nariño. 

Tiempo después, acompañó a Luis Carlos Galán como comunicadora, y su asesinato fue una coincidencia trágica que dio paso a la presidencia de Carlos Gaviria, lo que la llevó a asumir un nuevo reto en Medellín. A la ciudad de la eterna primavera llegó “con el pomposo cargo de consejera presidencial, pero con las maletas vacías. No tenía estructura. No tenía recursos. No tenía oficina y tampoco claridad de cómo podía ser esa intervención para Medellín”, relata en su libro “El Camino que abrimos”, lanzado en septiembre del 2021. 

La vida política la atrapó sin que ella lo hubiera previsto. Vino su etapa de embajadora en España, su época de ministra de educación y luego su rol como canciller en un momento de crisis para una Colombia, que no contaba con la certificación de lucha antidrogas de Estados Unidos.

(No se pierda: "La historia de Laura Pérez, la joven cantante que toma fuerza en la industria musical colombiana")

Se convirtió en la segunda mujer a cargo de las de las relaciones internacionales del país, representando a una nación cuyo poder ejecutivo estaba envuelto en escándalos por su presunta relación con el narcotráfico. Justo después de aceptar el cargo, le notificaron que la visa estadounidense del presidente sería revocada. Un estigma con el que cargó durante su periodo en esta cartera. “Fue un momento difícil, pero nunca miré hacia atrás. Nunca dije: ‘esto no me conviene’, porque cuando hay problemas en una embarcación, uno no la abandona”, comenta. 

Su trayectoria ha estado marcada por varias “primeras veces”. Individualmente fue la primera mujer embajadora de Colombia en España y la primera mujer nombrada ministra delegataria de funciones presidenciales. Pero en conjunto con otras mujeres de la vida pública y política, se convirtió en una de las primeras de su género en llegar a diferentes espacios, abriendo el sendero para que luego otras pudieran ocuparlos. 

Es así como llegó a su libro, “El camino que abrimos” buscando también empezar esa nueva línea editorial con Penguin Random House sobre biografías de mujeres en un sello que, hasta aquel momento, era solo de hombres. A lo largo de las páginas relata sus memorias, con la finalidad de dejar plasmado lo que había sido su recorrido junto a otras compañeras de la época que las hizo ser “la primera generación de mujeres en el liderazgo político”. 

Para esta paisa, casi que actualmente ya no es necesario contar la historia. Pasado el tiempo asegura con certeza que hoy en día ve “a tantas mujeres abriéndose caminos y creyendo en su capacidad para lograrlo".

 Después de años en la esfera pública, María Emma sabe que no hay que mirar atrás, ni mostrar dudas cuando una posibilidad se presenta. Hoy, luego de tener la experiencia, les aconseja a todas las mujeres que “cuando llega una oportunidad, no deben cuestionar si es para ellas, es crucial seguir adelante y esforzarse mucho, ya que nada llega sin esfuerzo, y siempre hay que recordar ese toque de suerte que también nos acompaña".