Este hombre de 66 años irradia por su humildad y carisma, además crea una armonía encantadora con el paisaje de fondo, gracias a su sombrero, poncho y botas que lo acompañan todo el tiempo. Santiago nació y creció allí, y volvió dejando atrás su vida profesional, para acompañar a su madre en sus últimos años de vida. Aunque parezca ser un campesino más, que siembra, trabaja la tierra y cría animales, detrás de su alma campesina se esconde su esencia periodística.
A don Santiago le gusta hablar. Desde que se cruza un saludo no para de narrar su vida, su experiencia profesional, sus creencias y hasta lo que come a diario. Se levanta a las dos la mañana todos los días. Le gusta escribir las notas para la emisora en Miami cuando todo está en completo silencio. Así, sacando un cigarrillo de la cajetilla blanca con rojo y expresando completa convicción, cuenta que sus noticias para el exterior muestran lo bueno. “Es necesario cuidar la imagen del país”.
Cuando era un niño escuchó a un locutor en la radio, lo que llamó mucho su atención. Tomó una olleta que utilizaban en su casa para hacer el tinto, metió la boca por el agujero de esta y comenzó a hablar. El niño feliz de escuchar su voz gruesa a través de la olleta, encontró su razón de vida, quería ser periodista.
Fue director de Noticias Radio Súper, lugar en el que no logró tener muchos amigos, debido a que los veteranos de la emisora no concebían que un joven de 28 años tenía la autoridad para decirles qué hacer. A pesar de eso, César López se volvió su mano derecha y crearon un vínculo de amistad.
César es un periodista de profesión, trabajó por varios años en Radio Súper junto con Santiago. Habla con inmensa admiración de su viejo amigo. Todo el tiempo le echa flores y habla bien de él, ya que todo lo que ha logrado ha sido gracias a sí mismo, con su esfuerzo y disciplina.
“A nadie le gustaba que Santiago fuera el director”, expresa César con sensación de risa- era muy estricto y nos hacía despertar a las 2 de la mañana, sabrá Dios pa´qué
Entre relatos y experiencias se refleja en Santiago una ideología muy inclinada hacia la derecha. Tal pensamiento se debe a varias cosas, en principio, su crianza tradicional y muy estricta por parte de sus padres. Por otro lado, el secuestro que vivió a mano del grupo guerrillero M-19 antes de la toma del Palacio de Justicia, en 1985, lo que lo convirtió en una víctima del pensamiento izquierdista. La cercanía con el expresidente Álvaro Uribe fue innegable en 2002 cuando se encargó de su campaña política. Hoy día tiene la certeza de que el país mejoró gracias a su mandato.
Marisol Parra, la mejor amiga de don Santiago, creía que este hablaba mucha carreta. No veía posible que un campesino cualquiera hubiera vivido cosas que ella consideraba muy lejanas. Cuando un familiar de Marisol se enfrentó a un problema judicial, don Santiago no dudó en brindar ayuda y contactó a varios de sus amigos, personas importantes en algunas entidades estatales. Aunque no lograron solucionar el lío, la mujer se dio cuenta que los relatos eran ciertos, y vio que el hombre no solo es de admirar por su experiencia, sino también por su humildad.
Todos en la vereda lo conocen como un hombre muy sabio y de muchos conocimientos. Don Santiago dicta clases a los jóvenes y adultos sobre temas básicos y para quien quiera, enseña periodismo. Es un buen consejero para los jóvenes que quieren salir adelante. Así, creó un lazo con un niño de 15 años, llamado Juan Pablo, que no lo ve como un simple adulto, sino que lo aprecia como un buen amigo.
En todo lo que hace, don Santiago busca ayudar, es el sentido de su diario vivir. Por eso anda en una camioneta gris de alta gama, que emplea como ambulancia, llega a cualquier lado, para trasladar a sus amigos y vecinos que lo necesiten.
-Usted solo márqueme y dígame a donde vamos, no importa la hora, yo me pongo una sudadera encima y voy.
Los vecinos son testigos que cuando don Santiago fue presidente de la Junta de Acción Comunal hizo que pavimentaran la carretera de acceso principal al pueblo más cercano. También vieron cómo construyó por cuenta propia un sistema de acueducto, permitiendo que decenas de familias contarán con agua potable. A pesar de las buenas acciones, no fue suficiente para las personas de la vereda. Un día Santiago llegó a su casa y encontró una nota amenazante. Lo obligaron a renunciar a su cargo, poniendo en tela de juicio su vida.
Detrás de su cara llena de seguridad y el mentón en lo alto, en los ojos de Santiago se contempla una profunda tristeza por las amenazas, los rayones en el carro y el voz a voz con el que arremeten a su dignidad. Pudo irse a vivir a Estados Unidos pero se quedó. Se quedó porque ayudar es el sentido de su vida. Desde pequeño se puso al servicio de la gente y así se quedó. No se sabe si el periodismo lo empujo a comunidades necesitadas, para ayudarles, o si bien, su carácter servicial lo obligó a ser periodista. En todo caso, se reconoce que así se ve el periodismo en este ser humano, humilde, servicial, valiente, y, sobre todo, con el sombrero, el poncho y las botas bien puestas.