El precio de los derechos básicos de los reclusos en La Modelo

Viernes, 17 Mayo 2024 15:03
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En la tarde del jueves 16 de mayo sicarios asesinaron al director de la cárcel La Modelo de Bogotá, Élmer Fernández. Esta crónica describe el funcionamiento de las mafias que controlan los servicios fundamentales en el penal.

Cárcel La Modelo de Bogotá||| Cárcel La Modelo de Bogotá||| Créditos: Blu Radio|||
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El coronel retirado Élmer Fernández Velasco, de 57 años, asumió la dirección de la cárcel La Modelo el pasado 4 de abril. Pocas semanas después comenzó a recibir amenazas debido a las medidas que implementó, tales como las requisas aleatorias, con las cuales buscaba enfrentar a las mafias presentes dentro del establecimiento penitenciario. Fernández fue asesinado ayer, 16 de mayo de 2024, en la avenida 30 con calle 80 de Bogotá, cuándo se dirigía a su hogar.

La capacidad de La Modelo se mide por las 2.900 camas y actualmente hay casi 3.500 reclusos, según el Instituto Penitenciario Carcelario (Inpec). El hacinamiento produce que el derecho de una “plancha” (cama) se vuelva un privilegio, que se paga a un grupo llamado “Los Pluma”.

Aunque la ley 65 de la Constitución garantiza que “la carencia de recursos no podrá justificar que las condiciones de reclusión vulneren los derechos fundamentales de las personas privadas de la libertad”, en la cárcel La Modelo de Bogotá, esto no se cumple. Los reclusos, como Óscar, de 35 años, tienen que pagar a mafias y entes de control para tener acceso a sus derechos y pagar para tener beneficios que no están previstos en la ley.

Desde su celda de cuatro metros cuadrados en el patio 1A de la Modelo, Óscar duerme en un camarote junto a otros tres compañeros gracias a sus familiares, quienes pagaron dos millones de pesos al ingresar para que tuviera este beneficio, que se supone debería ser un derecho de todos los reclusos. Además, para mantener este beneficio paga 50 mil pesos al mes. La capacidad de La Modelo se mide por las 2.900 camas y actualmente hay casi 3.500 reclusos, según el Instituto Penitenciario Carcelario (Inpec). El hacinamiento produce que el derecho de una “plancha” (cama) se vuelva un privilegio, que se paga a un grupo llamado “Los Pluma”.

Miguel Beltrán, ex recluso y ahora académico, explica que probablemente el grupo nace de los disidentes de los grupos armados que tuvieron lugar en la cárcel desde el 2006. Giovany, de 39 años, cuenta, desde el patio 5B, que mensualmente “Los Pluma” realizan una rifa obligatoria que tiene un costo de 30 mil pesos y el premio es 1 millón. A pesar de esto, hay algunos patios en los que “Los Pluma” no dan el premio a los reclusos y estos igual deben seguir pagando la supuesta rifa mes a mes . Dentro de la cárcel el dinero no solo compra derechos, sino que produce poder sobre los demás. Por eso, “Los Pluma" controlan todo dentro del establecimiento y la guardia juega a favor de estos, por un cobro adicional.

 

Calidad alimentaria  

Giovany tiene una estufa hecha de reciclaje que hizo con sus compañeros de celda, debido a que la comida o “wimpi” se reparte a las 7 de la mañana, a las 11:45 de la mañana y a las 3:00 de la tarde, cuando todos deben volver a su celda. Si los reclusos consumieran los alimentos a la hora en que los reparten, tendrían que pasar 18 horas sin comida. Por eso, se las ingenian para poder calentar y arreglar la comida, que muchas veces es de mala calidad. Miguel Beltrán comenta que en su experiencia recibió alimentos en descomposición, que supuestamente le costaban al sistema 9 mil pesos, pero, en la realidad la cantidad y calidad demostraba que el valor no supera los mil pesos. 

Los encargados de la comida en la cárcel es la Unidad de Servicios Penitenciario y Carcelario (Uspec), conocidos como “El Rancho”, quiénes además de cocinar los alimentos comunes también venden tamales, lechona, arroz chino, caldo, huevos, etc. El precio de estos platos extras dentro de la cárcel supera el 500% del valor comercial. Por ejemplo, un litro de leche cuesta 20 mil pesos y una porción de arroz chino puede costar hasta 200 mil pesos. La alimentación de calidad en La Modelo se volvió un beneficio que muy pocos pueden costear.

 

Necesidades básicas no atendidas

La estratificación económica que ha envuelto a los presos llevó a que las necesidades básicas del cuerpo, como ir al baño, se conviertan un privilegio pagado. Todos los patios tienen diferentes condiciones, según el tipo de personas que lleguen. El patio 4 es el que tiene peores condiciones, ya que muchas personas duermen en los pasillos y hay solo un baño por pasillo, lo que significa que hasta 20 personas utilizan un mismo baño. Por el contrario, hay patios que ofrecen celdas con baños privados y agua caliente, que solo personas con mucho dinero pueden pagar, como son los políticos.

Para el ingreso a La Modelo es necesario atravesar varios túneles, de ambiente muy oscuro, lleno de hostilidad por los objetos sucios y viejos que se encuentran en el camino. Cuando por fin se llega a la puerta del patio se ven las paredes con varios huecos y con pintura que no cubre todos los espacios, además hay muchas ventanas con barrotes que tienen una pintura desgastada. En el patio se torna un ambiente grisáceo debido a los pisos rotos y la suciedad que se concentra en el patio, ya que no hay otros espacios en los que se pueda pasar el día. Por esto, varios reclusos han mejorado la fachada, invirtiendo en proyectos costosos. Según Orlando, que desde hace nueve años se encuentra del patio 3, muchos de los recursos que cobran “Los Pluma” se invierten en mejoras para el patio. “La cárcel ha mejorado mucho”, asegura. Otros cuentan que los presos adinerados mandan a poner baldosas costosas en sus celdas o hasta en espacios comunes, como la capilla. Los presos deben abogar por condiciones de vida digna, que se obtiene con el aporte económico de los mismos.

Giovanny cuenta que un señor mandó construir la biblioteca de la cárcel y que le costó más de 50 millones. La biblioteca es la que permite que muchos presos se eduquen, pero el ingreso de libros y materiales tiene un valor adicional que se paga directamente a la guardia, que sirven para que 913 personas estudien. La educación es necesaria para la re sociabilización que propone el Inpec, asunto del que la institución no se está haciendo cargo.

La primera advertencia que recibieron Óscar, Giovany y Orlando es que deben cuidarse y no endeudarse. En medio de todo, la inversión más importante es la seguridad, dicen los presos. El ambiente carcelario es de por si inseguro, pero se puede pagar a la guardia o a “Los Pluma” para estar a salvo. Esto hace que el statu quo se mantenga intacto, ya que las personas con menos recursos son las que deben hacer el aseo, hacer las labores pesadas y son las más vulnerables a ser lastimadas físicamente, tanto por el Inpec como por los demás presos. La jerarquía establece que en La Modelo no existe igualdad, sino más bien existe un más y un menos, a partir del dinero.

 

Incumplimiento de normas

Algo común es evidenciar elementos prohibidos dentro de la cárcel, como celular, sustancias psicoactivas y armas de fuego. Todo el ingreso se efectúa por medio de la guardia del Inpec, que cobran un alto precio por el ingreso, además, otras cuotas para poder mantenerlo. El uso del celular representa una inversión de 50 mil a 70mil pesos semanales, que es lo más utilizado por la mayoría de reclusos para la comunicación con familiares o para seguir haciendo negocios con personas de afuera. De este modo, se puede ingresar prácticamente cualquier cosa que un recluso pueda necesitar y pagar.

Además de objetos, también se evidencia el ingreso de personas, fuera de las visitas comunes. Miguel Beltrán fue testigo de múltiples visitas conyugales y familiares, que no se encontraban dentro de la norma, especialmente a políticos o narcotraficantes. Además, corren rumores en los diferentes patios que los políticos no comen “wimpi”, sino que logran que cocineros profesionales ingresen a la cárcel y preparen su comida. Por ingreso de persona se puede llegar a cobrar hasta 8 millones de pesos, que son pagados directamente a la guardia.

La norma que menos se cumple se refiere al ingreso de dinero, ya que como dicen los presos “aquí todo es plata”. Actualmente no es tan necesario tener efectivo dentro de la cárcel, gracias a plataformas como Nequi y Daviplata. Igualmente, para algunos pagos en efectivo el ingreso de dinero se hace a través de la guardia. Según Giovany, si se le pide el favor a un guarda de ir a retirar la plata, cuesta el 30% de lo que se va a retirar. Por ejemplo, si se van a sacar 100 mil pesos, el guarda se queda con 30 mil pesos.

Un guarda que trabaja en el Inpec, a quién llamaremos Brian por seguridad, asegura que más del 90% de los funcionarios de la institución, comenzando por los guardas y hacia arriba, están involucrados en los distintos pagos que se llevan a cabo dentro de la cárcel. “Si cae un guarda, caen todos. O sino no funciona”, revela Brian. A pesar de esto, la respuesta de la institución a un derecho de petición que solicita información sobre la corrupción e igualdad de condiciones asegura que no se tiene conocimiento de corrupción dentro de La Modelo. Además, en el comunicado se afirma que siempre se investigan las diferentes denuncias y se expulsa a todos los involucrados en temas de corrupción comprobados. Claramente, estos protocolos no funcionan, ya que la cárcel se encuentra envuelta en un entramado de corrupción que genera desigualdad.  

La presencia de objetos ilegales y la necesidad de pagar por derechos básicos demuestran la falta de control y la influencia de las mafias, las cuales presuntamente reaccionaron violentamente ante los esfuerzos del director por imponer orden. Este asesinato subraya la urgente necesidad de reformas profundas para abordar la corrupción y la inseguridad dentro de la cárcel La Modelo y el sistema penitenciario en el país.