A los 17 años decidió dedicarse a esta profesión y se unió a la primera brigada femenina de bomberos. De las 24 mujeres que entraron en esa promoción, solo ella y María del Rosario Luna continúan ejerciendo.
La mayoría de bomberos en la ciudad son hombres y son ellos quienes generalmente tienen los altos cargos. Miriam Malpica hace parte de ese 5% de mujeres en el Cuerpo, pero es un caso excepcional. Hoy es teniente y jefe de la Estación Norte ubicada en Chapinero.
Plaza Capital: ¿Por qué decidió ser bombera?
Tte. Miriam Malpica: La verdad no tengo idea de por qué. Lo único que sé es que yo entré al cuerpo hace cuatro décadas porque vi una especie de citación en el periódico para las mujeres que quisieran ser bomberos en Bogotá. Uno de mis hermanos me preguntó que si estaba interesada. Él mismo me trajo y me inscribí, pero ciertamente, no sé por qué lo hice.
PC: ¿Cómo fue la experiencia durante los primeros años?
TMM: Estar en una institución que en 1975 era solo para hombres fue difícil. Fuimos 25 mujeres quienes en esa fecha integramos por primera vez el cuerpo oficial de bomberos. Eso fue terrible porque ellos no estaban acostumbrados, decían que era una institución para “machos” y que no había lugar para mujeres. A ellos se les demostró con trabajo que nuestras capacidades eran las mismas y con el tiempo ya se fueron acostumbrando.
PC: En todo caso, hoy en día esta profesión sigue estando en su mayoría integrada por hombres, entonces ¿por qué cree usted que no hay tantas mujeres?
TMM: Es algo que no hacen la mayoría de mujeres empezando por el riesgo. No es como estar una oficina, requiere mucho compromiso con la gente y con la institución. Como esta profesión es muy arriesgada, a las mujeres, creería yo, no les gusta. Es que en realidad no es para todo el mundo, es de gustos.
Es más, con las que entré, solo una sigue en el cuerpo de bomberos, en la parte operativa como yo. La mayoría se retiró porque no era su vocación, otras porque se casaron, porque se quisieron ir al exterior o porque sintieron que ya habían cumplido su ciclo. A pesar de que esta institución es hermosa, no es para todos.
PC: ¿El entrenamiento para convertirse en bombero es diferente para las mujeres o se les da el mismo trato que a los hombres?
TMM: El entrenamiento es exactamente igual, siempre lo ha sido. No hay discriminación en eso.
PC: No obstante es imposible negar que existan condiciones biológicas que diferencian a ambos sexos. ¿Considera entonces que existen motivos para creer que una mujer no puede desempeñar las mismas funciones que un hombre al interior del cuerpo?
TMM: No, eso no le impide a uno nada, ni siquiera la cuestión de la condición física. No importa si uno es grande, gordo, flaco, mujer, hombre, eso no afecta en nada si uno tiene en la cabeza que las cosas se pueden hacer. Si yo desde el comienzo digo que no puedo entonces no podré, pero eso es una incapacidad mental, no tiene que ver con el género.
PC: ¿Se ha sentido limitada por ser mujer?
TMM: No, yo nunca me he sentido limitada, ni me he sentido más o menos que nadie. Siempre he estado en la línea de fuego, incluso hoy en día yo salgo en las maquinas. Después de 40 años me sigo poniendo el equipo de bomberos que pesa más de 30 kilos.
PC: Pero usted dijo que al principio la convivencia fue difícil. En esa época o incluso hoy, ¿ha sido testigo o víctima de discriminación por su género en el área de trabajo?
TMM: Claro que sí, ambas cosas. Las primeras mujeres especialmente sufrimos mucho para poder tener la aceptación de los bomberos. Era una institución de hombres solamente y ellos nos decían constantemente que para lo único que servíamos era para hacer el tinto o para barrer. Nosotras tuvimos que crecer emocionalmente, fuimos escalando puestos y aquí estamos.
PC: ¿Cree que las dinámicas entre hombres y mujeres han cambiado al interior del cuerpo?
T.M.M.: Hoy en día las mujeres estamos bien posicionadas, hemos tenido un empoderamiento en esta profesión. Ya no hay un recelo en el cuerpo de que entren mujeres. Es un trabajo en el que no solo se requiere la fuerza física sino también la organización y el sentido de responsabilidad que tenemos las mujeres.
PC: ¿Incidió en algo en su carrera el hecho de convertirse en madre?
TMM: Cambió mi forma de ser. Yo siempre había sido una persona demasiado tajante, para mí las cosas se hacían o no se hacían, pero cuando tuve mis hijos las cosas fueron diferentes. Uno se sensibiliza mucho con esa experiencia. Esto no quiere decir que antes de tener hijos o estar casada hiciera las cosas mal, sino que después de ser madre uno desarrolla más apego a ciertas cosas y hace todo con muchísimo más cuidado.
PC: En 40 años en servicio usted probablemente ha vivido muchos éxitos y sinsabores, ¿se acuerda de alguna experiencia que la haya marcado?
TMM: Una vez salvamos a un niño de unos seis meses. Su padre estaba bravo con su esposa y amenazaba con lanzar al niño desde el balcón de un tercer piso. Nosotros llegamos y nos costó muchísimo realizar la operación y dialogar con el señor, que estaba muy tomado. La satisfacción la sentí cuando pude coger al bebé en mis brazos y salí corriendo. Los otros bomberos detuvieron físicamente al padre y yo pude entregarle al bebé a su madre. Ese momento fue muy gratificante.
PC: ¿Se siente satisfecha con su desempeño en esta profesión?
TMM: La verdad me siento a veces triste, porque siguen ocurriendo muchas cosas que quisiera resolver. Quisiera hacer más, pero también me siento contenta porque en los servicios en los que he estado ha habido dos incendios en los que casi quedo quemada. Me prendí totalmente, y en uno de ellos el que me apagó fue mi marido que también fue bombero.
De todas maneras yo me siento muy satisfecha y muy bendecida con lo que hago, me gusta mucho, por eso no me he ido. Aunque ya estoy pensándolo porque quisiera estar más con mi familia. Para mi este trabajo no representa un sacrificio, pero si exige mucho tiempo.
PC: ¿Qué le diría a una mujer que quiere ser bombero?
TMM: Si le gusta la labor hágalo y hágalo bien. Esta es una profesión muy bonita, en donde uno tiene la capacidad de ayudar a la gente. Uno se ve inmerso en la vida y los problemas de las personas, uno siente su dolor como si fuera propio y después de mucho tiempo uno lo sigue sintiendo. Si yo muriera y naciera otra vez volvería a ser bombero, sin pensarlo dos veces, porque para mí es el trabajo más hermoso.