Cuatro buses articulados de la ruta B74 pasaron antes de que Laura Jiménez, de 21 años y estudiante de finanzas, pudiese subirse a uno. En las estaciones de TransMilenio, la gente empuja mientras hace la fila, trata de entrar por los extremos de las puertas formando hileras alternas a cada costado. Los vehículos están a reventar y sin embargo, los pasajeros son capaces de entrar en ellos.
En la estación de Las Aguas, provisional debido a las obras de la III fase de Transmilenio que se adelantan en la zona, es muy difícil movilizarse. Las largas filas de gente cortan el paso a las personas que tratan de buscar la línea que corresponde a su ruta. Muchos tratan de tomar el vehículo en la estación Museo del Oro, pero a las 5 de la tarde, esa parada también es un caos. Un poco más de dos metros de ancho mide el pasillo por el que los usuarios del servicio TransMilenio deben caminar, hacer fila, esperar su ruta y salir de los vehículos que llegan a la estación, espacio que no alcanza.
Tras haber soportado empujones, golpes y la típica pelea entre dos personas porque alguna de ellas no puede movilizarse tranquilamente, Laura consigue subir a su bus. Hoy no va a tomar el vehículo hasta la estación de Las Aguas, donde normalmente se desocupa y es posible encontrar un asiento disponible. Ya es muy tarde y la fila que se forma para tomar la ruta hacia dicha estación es muy larga.
Laura lucha contra la gran masa de gente que se encuentra en las puertas del vehículo para poder ingresar en él. Se logra abrir paso e inicia, de pie, su recorrido de más de una hora. Las puertas se cierran y el bus empieza su marcha. Laura no puede prenderse de alguno de los tubos de TransMilenio pues no alcanza. Tampoco lo necesita porque el bus está tan lleno que la mantiene de pie.
La ruta sigue por la Avenida Jiménez y voltea por la Avenida Caracas. Para en pocas estaciones, en las que se suben algunas personas y se bajan unas cuantas más. El vehículo toma la autopista y sigue hasta el portal del norte, en la calle 180. Laura, de pie y apelmazada entre la gran cantidad de gente que se encuentra dentro del bus cuenta el tiempo que falta para llegar a su casa. Allí podrá sentarse y descansar.
A pesar de tener su propio carril, en las horas pico de 6 a 8 de la mañana y de 5 a 7 de la noche, el servicio de TransMilenio se demora más tiempo en llegar de un lugar a otro debido a que aumentaron los buses al doble según el estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá. Dicho incremento de vehículos se realiza para prestar el servicio a las 173 mil personas que utilizan los buses de Transmilenio en horas pico, cantidad que representa el doble de pasajeros que se transportan en promedio en los otros horarios.
Laura se baja en el portal del norte después de una hora y media de recorrido. Ella es una de esas 173 mil personas que debe aguantar los empujones, la llenura de los vehículos y los largos tiempos de recorrido de Transmilenio. Aunque el estudio de movilidad de la Cámara de Comercio indica que los tiempos de desplazamiento en este sistema de transporte han disminuido en promedio 12 minutos, Laura no ha notado el cambio, pues, como ella dice “hasta en Transmilenio hay trancones”.