El 24 de mayo de 2020 a las 8:08 nació Aviva, la bebé y la ‘’maestra muy chiquita’’ que vino a enseñarle a Felisa que, a diferencia de lo que pensaba, no puede controlar las cosas, pero sí usarlas, como dice una de sus canciones. Después de que Aviva naciera, Felisa también hizo las paces con algo que la torturaba desde que era una niña: su cuerpo. Finalmente, hizo las paces con el cuerpo que le dio vida a su primera hija, que le permite alimentarla y que la sostuvo en su vientre durante nueve meses. El cuerpo que, por su gran capacidad, Felisa ama con una fuerza renovada ahora, ‘’ ¡qué teso el cuerpo femenino!’’, exclama ella.
Su mamá le cultivó desde pequeña el ser muy analítica, a ‘’no tragar entero’’ y es por eso que Felisa es una mujer que cuestiona constantemente, busca opiniones e investiga por su cuenta, para ella no es suficiente que le digan que ‘’esa es la manera en la que todo el mundo hace las cosas’’. Sin duda alguna, este rasgo de su personalidad influyó en su decisión de dar a luz en casa. A pesar de que muchas personas cuestionaran su deseo, ella lo hizo, ‘’si yo investigué y siento que es una solución segura para mí, ¿por qué no? ¿Porque me lo dice un médico? ¿Un médico que no confía en el cuerpo de la mujer?’’, cuenta Felisa.
Esta valentía y ‘’arroje’’, como ella lo llama, son característicos de ella. Laura Restrepo, su nombre fuera del mundo artístico, creció en una familia típica paisa, todos muy dedicados a los negocios y al emprendimiento, nadie con intereses artísticos. Aun así, su mamá dice que desde muy chiquita Laura tuvo sensibilidad para la música, por lo que tomó clases de guitarra, piano, solfeo e hizo parte de coros infantiles. Estudiar música profesionalmente nunca fue una opción para su familia, por lo que terminó estudiando derecho, una carrera ‘’de verdad’’. Pero Laura seguía ‘’desahogando’’ su adolescencia a través de canciones y los sonidos del gypsy jazz que emitían a diario los estudiantes de la facultad del lado eran llamados continuos que la música aún le hacía.
Cuando se reunía con amigos, Laura tocaba las canciones que escribía. Después de que varios de ellos le dijeran que su música era buena y que valdría la pena grabarla, se animó a lanzar en 2015 el que sería su primer EP, lo llamó Geometría Natural. Aunque no esperaba nada a cambio, el proyecto fue bien recibido tanto por el público como la prensa: fue reseñado por Alt.Latino, el podcast de música latina más importante en Estados Unidos, fue seleccionado como uno de los mejores lanzamientos musicales del año por el blog themusicpimp, además de estar en circulación durante varios meses en Radiónica.
Cada letra de su EP anunciaba el comienzo de su carrera musical y demostraba su determinación para emprenderla, por eso, como un homenaje a su bisabuela llamada Felisa, una mujer fuerte, decidida y poco convencional para su época, Laura decidió que ese sería su nombre artístico. Ella obtuvo su título de abogada, pero la música fue el camino por el que la vida finalmente la condujo.
“Lo siento.
Este corazón solo vive pa’ cantar,
y no entiende tu razón.
Lo siento.
Es mi decisión, mi camino, mi suerte,
es el destino lo que tengo al frente...”
Fragmento de ‘Paso a paso’, una de las canciones que hacen parte de Geometría Natural y con la que en 2016 ganó la categoría latina del John Lennon Songwriting Contest.
Haber crecido en una familia paisa tradicional tal vez fue el primer obstáculo al que Felisa se enfrentó para convertirse en cantante, pero crecer en Medellín, la ciudad en la que las mujeres son víctimas constantes de una cultura machista que les dice que su valor está en la belleza que poseen, fue el segundo. Felisa, una mujer paisa de ojos grandes y cafés, como el color de su cabello, cejas pobladas, contextura delgada y 1.56 cm de altura, recuerda que cuando tenía 10 años se metía un par de medias en cada seno, deseando que crecieran rápido, porque así no se notaría tanto la pancita que tenía.
Cuando tenía 13 años, comenzó a sufrir, porque no era ‘’alta y flacuchenta’’ como muchas de sus amigas. ‘’Empecé a hacer dietas tan estrictas que eran imposibles de cumplir. Sufría muchísimo en los paseos, sobre todo del colegio, porque involucraban plan de piscina. Semanas antes empezaba a hacer abdominales como una desquiciada y deseaba que mi panza desapareciera’’, confesó Felisa a través de su blog en 2018.
Para ella, crecer en un lugar en el que desde muy temprano les enseñan a las mujeres que ‘’a las gorditas solo las quiere la mamá’’, que no soporta que algo cuelgue o se arrugue porque todo se puede solucionar con horas en el gimnasio, dietas y bisturí y un lugar que quiere obsesionar a las mujeres con su apariencia, no fue fácil.
- Podría seguir contando miles de historias similares a lo largo de mis años, todas definidas por el mismo patrón: un odio gigantesco por mi cuerpo.
- ¿Un odio que ya quedó en el pasado?
- A mí me encanta comer bien y sentirme saludable todavía, pero más con el objetivo de honrar mi cuerpo. Honrar esta máquina divina que me regaló el universo, sus ritmos. Honrar el cuerpo que cargó durante nueve meses a mi bebé. Cuando lo ves de esa manera, cambia la perspectiva con la que te miras a ti misma y ya no te atormenta la barriga. Pero uno se va dando cuenta que es una cosa que no afecta en una misma proporción a los hombres.
La desigualdad de género a la que Felisa se refiere no es exclusiva en estos casos, es un fenómeno que hasta el siglo
XXI sigue atormentado, en distintos ámbitos, a las mujeres de todo el mundo. Haciendo alusión específicamente a la industria de la que Felisa hace parte, vale la pena mencionar algunas cosas. La división de género en la industria de la música es de alrededor de un 70% de hombres y un 30% de mujeres, según cifras entregadas en 2019 a organismos de la ONU. De ese 30%, 15% son artistas, el 12% compositoras y 3% productoras.
En la industria del cine, las mujeres que componen para películas suman en el sector apenas un 2 o 3%, según Lucía Caruso, directora de la orquesta Manhattan Camerata en Nueva York. Además, las estadísticas de los premios Grammy evidenciaron que en los últimos ocho años, en promedio, solo el 11,7% de los nominados fueron mujeres y aunque en la edición 2020 de estos premios la proporción aumentó al 20,5%, es una cifra que todavía está muy lejos de la paridad.
Algo que pasa también, según Felisa, es que en un festival no ‘’bookean’’ a Carla Morrison, a Julieta Venegas y a Natalia Lafourcade porque son lo mismo, ‘’como si ser mujer fuera un género musical’’, dice ella, ‘’pero sí ‘’bookean’’ tres bandas de indie rock que perfectamente y de verdad suenan a lo mismo’’.
En Colombia, la revista Shock se puso en la tarea de analizar cómo estuvo la participación de las mujeres durante los festivales en 2019 y halló un porcentaje bajo de mujeres en Hip Hop al Parque (16%), Altavoz (12%), Festival Centro (35%), Festival Estéreo Picnic (20%) y Cosquín Rock (7%). Sin embargo, la desigualdad en la participación en la música no es solo un problema en Colombia, es una situación mundial.
Otra investigación hecha en Chile analizó la participación de mujeres solistas, bandas completas de mujeres y mixtas, en relación con la participación de varones, en los festivales de música realizados en Latinoamérica entre 2016, 2017, y primera mitad de 2018. El análisis de más de 3.000 artistas y bandas mostró que la participación de mujeres (solistas y bandas de mujeres) no supera el 10% de los números artísticos en cada uno de los tres años analizados: 9,1% en 2016, 10% en 2017 y 10,1% en 2018, manteniéndose constante a través de los tres años.
Pat Quinteiro, CEO de Pat Comunicaciones, cofundadora de Her Beats y parte activa de Shesaid.so, dijo alguna vez que una de las causas de la desigualdad podría ser la falta de referentes en este ámbito. Opinión que la productora musical española Menos que cero también comparte, pues en una de las publicaciones de su blog, escribió: ‘’si no hay mujeres encima de los escenarios, las que asisten de público no tendrán referentes que les motiven a coger un instrumento’’.
Sin embargo, existen otros dos obstáculos que tampoco han sido ajenos a Felisa: el manejo irresponsable del poder y los roles que desde pequeñas les asignan a las mujeres.
‘’Los roles de poder en el mundo siguen estando mayoritariamente en manos de los hombres y no voy a decir que todos, pero hay quienes siguen utilizando su poder para obtener otras cosas. Entonces dependes mucho de cómo se quiera relacionar esa persona con el mundo a su alrededor’’, relata Felisa, ‘’y muchas veces nos vemos envueltas en situaciones incómodas’’.
- ¿Situaciones como cuáles?
- Como invitarnos a salir o a tomarnos un café. Lo que uno quiere es hablar de bussiness, ¿me entiendes? Saber si lo van a ‘’bookear’’ o no. Es como ‘’yo no me quiero tomar un café con vos, porque no sos mi amigo’’.
- Y para los hombres es más fácil hacer este networking…
- Completamente. Además siento que, por el hecho de ser mujeres, tenemos una vocecita interna que nos mantiene prevenidas, un chip de autocuidado que está prendido todo el tiempo.
- ¿Y no es desgastante?
- Claro, porque todo el tiempo estás calculando cómo ser amable y querida, pero a la vez cómo me muestro profesional, cómo no me muestro confianzuda para que no piensen que pueden extralimitarse… siento que hay un cálculo ahí que los hombres no tienen que hacer.
Algunos pensarán que es paranoia, pero movimientos como #MeToo y Time´s Up, pusieron de manifiesto en 2017 el acoso y el abuso sexual del que son víctimas miles de mujeres del mundo artístico, musical, periodístico, cinematográfico, entre otros, por parte de quienes están en posiciones de poder y controlan el acceso a recursos y oportunidades.
Por último, está toda la información que uno carga desde que es una niña. ‘’Cuando a ti toda la vida te han dicho que tienes que acomodarte ‘’a lo que haya para ti’’, te programas para no pensar en grande’’, dice Felisa, ‘’y en ocasiones te dicen que sueñes, pero cuando ven a una mujer queriéndose devorar el mundo se alarman’’.
Por eso, aunque Aviva es una de las razones de su felicidad, Felisa no es una mujer que idealiza la maternidad. Haber dado a luz no la aleja de todos los proyectos e intereses personales que tiene, ‘’y quiero enseñarle eso a Aviva, que una mujer no tiene que reducirse a unos roles, sino que puede ser un humano completo, con seguridad, con proyectos propios. Que tener roles de cuidado es súper bonito, pero que no está únicamente hecha para eso’’.
‘’El mejor termómetro para medir el grado de civilización de los pueblos es ver la situación de sus mujeres’’
Norberto Bobbio en su ‘Diccionario de política’.
En un intento por romper con lo que parecen ser sentencias para la vida de las mujeres, Felisa viajó a Estados Unidos en 2016 a componer y a seguir aprendiendo música. Allí se enfrentó una vez más a otro obstáculo, pero esta vez a uno muy personal: sus miedos. El temor por el qué dirán y de que su música no gustara, la hicieron dudar de sus capacidades, ‘’tal vez solo podía cantar, pero no hacer buenas canciones’’, pensaba Felisa en aquel momento.
Antes de escribir REAL, su primer álbum de larga duración, Felisa vivió dos momentos que detonaron su transformación espiritual y emocional y que, al mismo tiempo, sacaron a flote su creatividad: todos los conciertos a los que fue y los cursos intensivos de yoga a los que asistió.
Al llegar a Nueva York, ‘’una ciudad en donde uno ve tanta creatividad, tanta gente tesa experimentando y creando cosas únicas’’, como ella la define, Felisa pasaba por un momento en el que no se le ocurría nada para componer, no sabía sobre qué escribir. Entonces, dedicó su tiempo a redescubrir su gusto musical, tocar guitarra, improvisar melodías, escuchar música y asistir a más conciertos que nunca en toda su vida.
‘’Vi desde la simpleza de Lianne La Havas sosteniendo un concierto completo sola con su guitarra y su voz potente hasta Christine and the Queens con un show de bailarines que me hizo recordar los comienzos de Michael Jackson y Madonna…’’, escribió Felisa en su blog, 2017.
Cada concierto al que Felisa asistió, que ante sus ojos fueron la magia de un instante que nunca se repite, le permitió confirmar que su camino de autodescubrimiento era el que debía y quería recorrer. Y fue entonces cuando llegó el momento que marcó el final de esta etapa de sequía creativa en la que se encontraba, los cursos de yoga.
Felisa dice que el miedo puede bloquear energéticamente a todas las personas, aunque cree que los artistas sienten eso aún más. Pero si algo ha aprendido practicando yoga, es que al estar más conectados con el momento presente, las distracciones generadas por el miedo al futuro y los reproches del pasado pierden importancia y se empiezan a entender como ruidos de la mente. Alguna vez alguien se lo explicó así: ‘’la mente es un martillo, puedes sacarlo de la caja de herramientas y clavar un clavo para colgar un cuadro que te gusta, pero también puedes matar con él".
Los prácticas intensivas de yoga fueron esa llave que permitió que su energía creadora circulara, ‘’era como si mis sentidos de repente se hubieran agudizado y todo empezó a fluir. Esta vez había sacado el martillo para poder colgar mi obra y no para autodestruirme’’, cuenta ella.
Además de haber podido escribir su disco, como resultado de ambas experiencias Felisa tuvo la oportunidad de replantear completamente su proceso creativo. Y en el camino, descubrió música y artistas nuevos, dejó a un lado las etiquetas y comenzó a escuchar sin juzgar. Su filosofía de vida y la única regla en Monólogos Femeninos, un micrófono abierto del que es creadora. Un espacio de expresión femenina en donde cualquier mujer podrá sentirse escuchada, mostrarse tal y como es y en donde todas las mujeres podrán ‘’sanar, reír y hasta llorar juntas’’.
Hoy en día, varios medios de comunicación del país le ponen el ojo a su trabajo y hablan sobre su música. En marzo de 2019 la revista Shock escribió: ‘’Real representa la esencia, el lado más profundo y honesto de Felisa en 10 temas que lo componen: canciones que tocan de manera directa puntos álgidos que muchos artistas no se atreven como migración, estándares de belleza y formas no románticas del amor’’ y un artículo de Bakanika.com definió su música como ‘’una invitación a darse un abrazo a uno mismo en cualquier rincón o para cerrar los ojos e imaginar que es un fantasma que le da un beso a su cuerpo’’.
Su música representa muy bien lo que ella es: una mujer que transmite dulzura, confianza y, sobre todo, sencillez. Sencillez en su aspecto físico, natural y sin maquillaje. Sencillez para hablar de cualquier tema que uno le proponga, o a ‘’calzón quitao’’, como ella misma diría.
Como el nombre que lleva su álbum, Felisa es real. Es una mujer que atiende tranquilamente una entrevista con su bebé en brazos, caminando todo el tiempo por su casa para arrullarla, con los ladridos de su perrita y sus gatos, Maga y Muni, maullando de fondo.