Después de dos años de ausencia, la actriz colombiana volvió por todo lo alto al mundo de la actuación. En esta ocasión, para hacer parte del elenco de ‘Siempre Bruja’, la segunda serie colombiana original de Netflix. Si bien su carrera pasó por una serie de altibajos, Sofía está convencida de que la actuación le brindará seguridad y estabilidad a su vida. Ahora, mediante un mensaje de empoderamiento y fortaleza, busca demostrar de lo que son capaces las mujeres tanto en el ámbito artístico como en el ámbito político.
A Sofía Araújo nunca le gustó quedarse quieta. Cuando le dijeron que se estaba realizando un casting para la novela de Diomedes Díaz, participó por el simple hecho de querer experimentar nuevas cosas. Jamás había intentado actuar, ni siquiera se le había pasado por la cabeza que esta se convertiría en una de sus mayores pasiones. Hoy afirma que el participar en el casting fue una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida. “La actuación es un bicho que cuando te pica, ya no hay vuelta atrás. Encontré en la actuación una forma de sacar muchas cosas reprimidas, el ponerme en los zapatos de situaciones que ni siquiera he vivido me parece fascinante”.
La memorable Mélida, el primer amor de Diomedes, regresa a la actuación con un objetivo mucho más grande: alcanzar al público internacional. Ahora representa a Alicia Dangond, personaje femenino empoderado y prototipo de mujer moderna en ‘Siempre Bruja’, serie estrenada el pasado primero de febrero. Con el alcance de 190 países que tiene la plataforma, esta es una oportunidad para que la actriz reafirme el talento con el que conquistó a los colombianos. Su carácter decidido es esencial para poder representar a Alicia, una mujer que pretende visibilizar al género femenino en un mundo en donde, si bien las mujeres ya no son quemadas por brujas, se les sigue silenciando y relegando.
Los que se relacionan con Sofía reconocen lo inquieta que es. Desde el colegio participó en todas las actuaciones de baile y música, además de ser una ávida clarinetista. La pintura también le apasiona, pues tiene cuadros de autoría propia guardados en los rincones de su habitación. Sin embargo, la gente se sorprende cuando descubren que una de sus mayores pasiones es el mundo de las leyes.
Actualmente, Sofía cursa sexto semestre de Derecho en la Universidad del Rosario. La actriz debe encontrar un balance entre su carrera y la actuación, pues resulta imposible el sobrellevar sus dos pasiones al mismo tiempo. “Mi papá siempre me dijo que debía estudiar la carrera que yo siempre había querido, el Derecho, porque si uno tiene la posibilidad de hacer las dos cosas, ¿por qué limitarse a hacer solo una? Le dije a mi mánager que no me sacara más papeles mientras estaba estudiando, porque sabía que sería una tentación muy grande y dejaría todo tirado”, cuenta.
La pasión por el arte está en su linaje familiar, pues Sofía es sobrina de mujeres emblemáticas para la cultura colombiana. Su tía-abuela, Consuelo Araújo Noguera, es reconocida por haber creado el Festival de la Leyenda Vallenata, además de haber sido ministra de Cultura durante el gobierno de Andrés Pastrana. Antes de morir a manos de la guerrilla de las FARC, Consuelo Araújo dejó un legado de arte y fortaleza en la familia. Esto tuvo como resultado que Caracol Televisión le hiciera un homenaje con la novela ‘La Cacica’, en donde Sofía representó el papel de Mercedes Molina, hija de Consuelo Araújo. Por otro lado, su tía, María Consuelo Araújo Castro, es una política colombiana que también ocupó el Ministerio de Cultura en el periodo de 2002 a 2006.
Sofía me recibe con una sonrisa amplia y una mirada energética. Está dispuesta a hablar de su pasado, de su indecisión entre el Derecho y la actuación y mucho más. De cerca, sus ojos son todavía más verdes y su risa todavía más contagiosa.
¿Tuviste clases de actuación?
No, yo aprendí a actuar de forma empírica. Pero siempre he querido comenzar a entrenar y aprender desde la técnica, porque eso es parte de la seriedad con la que uno asume las cosas. Si yo quiero ser buena abogada, debo estudiar la carrera y especializarme. Lo mismo ocurre con la actuación, debo aprender las técnicas para manejar las emociones.
Como aprendí de forma empírica, en las escenas de llanto logro sacar las lágrimas, pero duro llorando una hora entera, porque no puedo controlar las emociones como sí lo logran otros actores mediante la técnica. Este es un desgaste emocional muy fuerte. Hay días en los que las escenas son solo de llanto, por lo que de 12 de la mañana a 12 de la noche estoy llorando, entonces termino agotadísima. Otros días, debo representar una escena llorando, al minuto siguiente debo estar riendo, luego debo estar amargada y después debo volver a llorar. Todos esos matices se deben aprender a manejar, y para ello se necesita mucho la técnica. La experiencia me ha llevado a aprender mis propias estrategias de actuación, pero sí siento que necesito a alguien que me las enseñe bien.
¿Te cuesta mucho llorar?
Sí, porque Sofía Araújo es una persona demasiado fuerte, que no llora por cualquier cosa. He aprendido a sensibilizarme para poder lograr una buena actuación y ahora lloro por todo [risas]. Antes no, pues me lo negaba. Al principio debía pensar que mi mamá o mi papá se morían, debía imaginarme las tragedias para ponerme triste. Gracias a Dios, no he tenido una vida triste, por lo que los recuerdos que me ayudan a llorar nunca son reales. Siempre me toca imaginármelos.
He aprendido que la respiración es muy importante. Cuando alguien llora, se le crea un nudo en la garganta. Yo finjo ese nudo y así logro romper en lágrimas. Es una técnica que aprendí sola.
¿Qué tanto hay de ti en tus personajes?
El personaje que más tiene de mí es Alicia. Inicialmente, Netflix estaba buscando que los actores que estuvieran audicionando fueran parecidos a lo que ellos tenían pensado para el personaje. Es muy difícil interpretar a un personaje que se parece a uno mismo, porque hay cosas personales que a uno nunca le van a gustar. Uno se enfrenta con esos “demonios”. Me parezco a Alicia en su hiperactividad y en su personalidad extrovertida. También, soy buena haciendo relaciones, pero hay veces en las que la gente siente una barrera muy rara conmigo, yo no sé por qué. Quizás mi cara a veces es demasiado seria. A Alicia también le pasaba lo mismo.
¿Cuál ha sido el personaje del que más te ha costado desprenderte?
Elizabeth Puello, de ‘Sinú, río de pasiones’. En esta carrera uno aprende tanto cosas buenas como cosas malas. Cuando representé este papel, me choqué con una gran cantidad de egos de compañeros y directores. Hubo varios actores que me decían cosas como: “Tú no sirves para esto, las escenas contigo son las peores”. Al inicio, uno no ve ese tipo de cosas, que en verdad te pueden destruir la autoestima.
También, en una ocasión, un director me invitó a un café para decirme que no servía para la actuación. En ese momento, me llené de inseguridades, las cuales se vieron reflejadas en el personaje de Elizabeth. En el momento de representar a Alicia en ‘Siempre Bruja’, estaba pensando todo el tiempo en Elizabeth, no la podía sacar de mi cabeza, por las inseguridades que me generaba. Hasta que hubo un punto en el cual dije: “¡Ya no más!”.
Esa fue la primera vez que me pintaron el cabello de color rubio. Yo me sentía como otra persona, pues tenía un juramento conmigo misma sobre jamás tinturarme el cabello, porque amaba mi pelo castaño. Este era un personaje demasiado acelerado y chistoso. Yo el time del chiste no lo tengo, pues echo chistes muy malos. Además, ella era una persona que aparentemente tenía la autoestima muy alta, pero por dentro no era así. Me costó bastante poder interpretarla, porque en mi vida he tenido altibajos, pero no me considero una persona triste
¿Ese evento con el director influyó en tu decisión para estudiar Derecho?
Sí, ese fue un golpe bajo para mí. En ese momento, recordé las otras pasiones que tenía, además de mi plan de vida. Fue entonces que decidí estudiar Derecho. En ese momento, mi autoestima se reconstruyó. La carrera me enseñó lo mucho que valgo y de lo que soy capaz. Por eso yo no dejaría por nada del mundo mi carrera. Además, creo que uno debe tener un plan B, por si la actuación no sirve, se puede vivir de otra cosa.
¿Tu plan A es vivir del Derecho?
Mi plan A es hacer las dos cosas. Si yo logro hacer una carrera de actuación internacional, me quedo con la actuación un tiempo. Eventualmente, volveré al Derecho y a la política, me encantaría ser ministra de Cultura, para seguir el legado familiar. Mi papá ha tenido varias campañas y mi familia también, y a mí me gusta hacer campañas. Pero si logro hacer una carrera de actuación internacional con todo lo que está pasando con Netflix, actuaré un tiempo. Obviamente primero acabaré Derecho, y después seguiré actuando. Antes no, a menos de que la grabación me cuadre en mis vacaciones.
¿Cuáles son las aptitudes que tenías de niña que hicieron que te inclinaras por estudiar Derecho?
Yo siempre era la que abogaba por mi curso. Siempre era la que hablaba con los profesores cuando alguien estaba disgustado con algo. Siempre me gustaba exponer y presentar delante de mis compañeros. También me encantaban los modelos de Naciones Unidas. Además, mi familia es muy política, por lo que crecí con ese chip. Cuando niña, eso era lo que yo consideraba que era afín con el Derecho.
¿Y en qué rama te gustaría especializarte?
Me hago esa pregunta todos los días, porque creo que es una pregunta que uno debe replantearse todo el tiempo. Uno a veces se casa con una sola rama, y no se da la oportunidad de que le gusten otras cosas. Siempre que me preguntan eso, digo que todavía no sé, pues me gusta preguntarme constantemente si realmente me gusta lo que estoy pensando ahora mismo. Hoy en día me fascina el derecho privado. Si me tocara especializarme ya, sería por ese lado. Pero no me quiero casar con ninguna idea todavía.
Alicia era una estudiante muy aplicada, ¿te sientes identificada con ella en ese aspecto?
No, eso lo aprendí de Alicia [risas]. Yo siempre fui buena estudiante. Nunca fui de las mejores, pues me gustaba mantener un balance entre la vida social y el tener buenas notas. Pero con Alicia descubrí que se podía hacer un contraste chévere entre ser la más popular y ser la mejor estudiante. No tienes que ser mitad y mitad, sino que puedes ser la mejor en todo.
¿Qué tipo de mensaje buscas dejar en la sociedad mediante la actuación?
Creo que mediante la actuación podemos lograr darle un realce a la voz de las mujeres. La actuación intenta imitar la vida cotidiana, y la vida cotidiana no es nada sin las mujeres. Por lo menos en ‘Siempre bruja’, eso fue lo que me motivó a escoger el papel de Alicia, pues me parece fascinante su empoderamiento y fortaleza.
¿Alcanzaste a tener algún contacto con tu tía-abuela, Consuelo Araújo?
Muy chiquita. Todo el mundo me cuenta anécdotas de ella, pues fue una persona muy importante. Además, tuve la oportunidad de hacer la novela de su vida. De ella sé que era una persona imponente, con una mentalidad demasiado distinta de lo que se concebía que una mujer podía pensar en la época. El vallenato, además, era muy mal visto en Valledupar, porque era una música que venía de los pueblos. Las familias de la élite no escuchaban vallenato. Mi tía impuso la idea de que el vallenato sería la música que iba a representar a Colombia a nivel internacional. Ella se puso los pantalones, literalmente, para sacar la cara por el vallenato y por la cultura. Tenía una gran visión.
Consuelo Araújo representa la imagen de una mujer fuerte y empoderada, ¿tú qué opinas del feminismo?
Pienso que se ha desviado un poco. Inicialmente, el feminismo buscaba la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Hoy en día, han surgido muchas ramas del mismo. No me considero una feminista radical. Por ejemplo, no considero que las mujeres estén vedadas de recibir gestos de caballerosidad por parte de los hombres. A mí me parece muy bonito cuando un hombre le abre la puerta del carro a la mujer, o cuando está pendiente que ella pase primero. Por otro lado, apoyo completamente la igualdad en temas laborales. Estoy totalmente de acuerdo con que las mujeres tienen que alzar su voz en contra del maltrato, el acoso, y en contra de todos estos aspectos machistas. Estoy a favor del empoderamiento femenino.
¿Qué opinas de la frase de Alicia, “el amor no es solo ciego, el amor es bruto”?
[Risas]. Eso es totalmente cierto. Uno se enamora de la parte linda de la persona. Cuando llega la parte fea, tú la intentas tapar con la parte linda, y eso no es así. Uno se vuelve ciego y se vuelve bruto, hasta el punto de no saber cómo actuar en el momento. Yo creo que lo ideal es buscar un amor algo racional.
La actriz de 22 años es amante de los viajes y la vida saludable. Foto: Sebastián Muñoz
¿Cómo es tu relación con tu novio, Felipe Quintero?
Lo amo. Es un amor apasionado y también un poco racional. Es como cuando uno se enamora de una persona, conociendo sus virtudes y sus defectos, y le pesan más las virtudes. Eso me pasa con él.
Tú vives en una zona rumbera de Bogotá. ¿Eres muy fiestera?
Era muy fiestera, ya no. Creo que esa es una etapa que se quema. Las fiestas en Valledupar son completamente diferentes. Allá no está la cultura de las discotecas, sino que nosotros salimos en los carros, nos parqueamos en una esquina y tomamos ahí mismo. También se hacen fiestas en las casas. Las fiestas de Bogotá son en discotecas. Cuando yo llegué a Bogotá hace cuatro años, quería salir y conocer todo. Tenía nuevos amigos y había encontrado el nuevo mundo de la actuación, pues lo vine a explotar acá en Bogotá. Entonces, estuve rumbeando bastante. Además, tenía todas las discotecas al lado de la casa [risas]. Creo que fue un dolor de cabeza para mis papás. Pero ya quemé la etapa. Ahora mismo, el plan que me encanta es tardear. Sentarme en una terraza, tomarme dos cócteles y hablar.
En algunas ocasiones has mencionado que te gusta Pedro Almodóvar, ¿qué te gusta de su cine?
Yo pienso que él debe ser un director que se involucra bastante con la actriz o el actor, y logra encontrar emociones naturales en ellos. A mí me parece que los mejores directores son los que logran eso. Me gusta que siempre tiene un mismo reparto, a mí me encantaría ser una chica Almodóvar. Las historias que cuenta son pausadas, pero nunca falta el ritmo. También los colores que utiliza me encantan.
¿Qué series te gustan?
Las series españolas me gustan mucho. Obviamente, ‘La casa de papel’ fue un boom. ‘Vis a vis’ estuvo buenísima. ‘Las chicas del cable’ podría ser mi favorita. Esas series son muy buenas, pues la actuación de los españoles es muy real. Me encantaría hacer una doble titulación en España. Además, quizás salga alguna serie española en donde pueda trabajar.
En un inicio, tu padre, Sergio Araújo, no apoyó tu decisión de actuación. ¿Cómo es la relación con tu padre?
La relación es buenísima con mi papá. Me parezco bastante a él, tengo un carácter fuerte, al igual que él. Entonces, chocamos en muchas decisiones. Pero él me apoya siempre en todo. No es un misterio para nadie que la actuación es un mundo difícil y complicado. Es un mundo donde se ven muchas drogas. Obviamente, la idea de que yo me estuviera besando con diferentes hombres, así fuera de mentira, no le gustaría a ningún papá. Como yo siempre le había dicho que quería estudiar Derecho, su temor era que iba a dejar mi sueño de lado. Él también considera que la actuación es una profesión, pero sabe que es bastante inestable. Si te va bien en la actuación, tienes trabajo de corrido por dos años y con un buen sueldo. Pero después la gente, los productores, los directores y los canales se aburren de ver la misma cara, entonces piden un cambio y tú te quedas dos años sin trabajo.
¿Has aprendido algo de tus personajes?
Lo he aprendido todo. El personaje de Diomedes me enseñó la magia. Cuando representé a Mélida, yo nunca había entrado en un cuarto de actuación, nunca había visto cómo se grababa nada. Llegué, y me cortaron el pelo y yo no sabía qué estaba pasando. Aprendí a ser paciente, pues yo soy muy acelerada. Además, soy muy independiente, me gusta hacer las cosas yo sola. En la actuación tienes a un director dándote instrucciones todo el tiempo. Y tienes que trabajarle a la cámara, al de sonido, tienes que estar bien peinado y recibes información todo el tiempo.
En ‘La Cacica’ y en ‘Sinú’ aprendí a trabajar la memoria, me quedó afilada para todo. Eso me sirve bastante en mi carrera. También aprendí a ser mucho más puntual, porque si tú llegas tarde, atrasas todo un plan de grabación. Antes era muy dormilona y aprendí a despertarme temprano, porque todos los llamados son a las 6 a.m.
¿Qué tan importante es para ti el aspecto físico?
Eso ha sido todo un aprendizaje. Yo soy de Valledupar y allí todos están en shorts y en blusas cortas, entonces el cuerpo es muy importante. Es una sociedad costeña, en donde tristemente todo es el qué dirán. He tenido problemas de tiroides, en donde tiendo a engordar. Eso me deprimió bastante, pues he pasado de estar flaca a estar gorda. Yo hacía mil dietas, y tomaba todas las pastillas para adelgazar. Toda esa presión social estúpida. En un punto, el cuerpo colapsó, y me puse mal de los riñones por culpa de las pastillas. Ahí comencé a tomar conciencia. Hoy en día hago ejercicio para estar saludable. Yo ya no pienso en lo delgada que debo estar, ni en la presión social. Se trata de lo mucho que me gusta estar saludable.
[Si no has visto la serie ‘Siempre bruja’, te recomendaría dejar de leer: vienen spoilers].
¿Te gustaría hacer el papel de villana en alguna serie?
¡Me encantaría, es mi sueño! ¡Siempre me ponen de buena! Cuando me dieron el papel de Alicia, yo creí que iba a ser antagonista. Yo pensaba: “qué delicia, voy a ser bruja, voy a ser malvada, todo el mundo me va a odiar”. Al principio parece que Alicia fuera antagonista, pero después no lo es. A mí me encantaba el tema, porque siempre me ponen de niña buena.
Yo creo que uno en la vida todo el tiempo está tratando de ser una buena persona. De todas maneras, uno tiene ese ladito malo. Creo que el mejor escenario para explotar ese lado es el de la actuación, pues no le importa ni le afecta a nadie, pero igual puede exteriorizarse. Yo creo que ese es el papel de mis sueños, un papel antagónico.
¿Alicia es el personaje que más extrañas?
Sí, lo amo, es el personaje que más he amado. Ese personaje fue un regalo de Dios. Yo antes era atea y la vida se me estaba yendo más o menos al precipicio por eso. En un momento dejé de creer en él y comencé a creer en bobadas: en las piedras, en la ley de la atracción, en el Tarot, en los signos zodiacales. Hoy en día pienso que era mucho más fácil creer en Dios y ya.
Cuando uno se da cuenta que nada le funciona, yo le dije a Dios: “Dios, si tú existes, yo quiero volver a actuar. Me hace mucha falta. Si tú existes, yo no entiendo por qué me quitaste algo tan rápido, si tú sabes que eso era algo que yo amaba”. Le pedí que me enviara una respuesta, que me mostrara si yo servía para la actuación o si lo mío era simplemente el Derecho. Al día siguiente que le pedí eso a Dios, me llamó mi mánager. Me avisó que teníamos un personaje: Alicia. El casting era en mis vacaciones, por lo que todo era perfecto. A partir de ahí, comencé a ser cristiana.
Sofía ha representado cuatro papeles actorales memorables por su fuerza. Foto: Sebastián Muñoz
¿Qué es lo más difícil en la actuación?
La respuesta a esa pregunta ha cambiado mucho con el tiempo. Al inicio, era muy difícil el tener a mucha gente viéndome. Yo soy extrovertida, pero en el momento en que me toca desnudar mi alma para demostrar emociones de verdad, soy tímida. Estar llorando y que todo el mundo te vea no es nada fácil. Después, lo más difícil se convirtió en lograr hacer bien la tarea de encontrar emociones reales, no superficiales. Yo puedo imitar una carcajada superficial ahora mismo, pero la gracia es encontrar una imagen que te produzca una carcajada real.
¿Qué crees que es fundamental para sentirse seguro de uno mismo?
Uno debe conocerse muy bien. Es perjudicial mentirnos a nosotros mismos, pues nos maquillamos nuestros defectos y eso no es conocerse a uno verdaderamente. Cuando tú te conoces tus defectos y eres consciente de los mismos, no solo ayudas a poder cambiarlos un poco, sino también a potencializar tus fortalezas.