Desde el año 2003 en las salas de Cine Colombia se exhiben previamente a las películas cortometrajes nacionales. Muchos de los asistentes habrán notado que, una vez termina la pauta comercial y los adelantos de próximas producciones, se proyecta un corto de no más de 10 minutos en el que los personajes, locaciones y/o realizadores son colombianos.
Esta iniciativa inició gracias a la ley 814 de 2003, que nació con el objetivo de “propiciar un desarrollo progresivo, armónico y equitativo de cinematografía nacional y, en general, promover la actividad cinematográfica en Colombia”, según el portal de la Secretaría Jurídica Distrital. Hasta la fecha se han proyectado 81 cortos en las salas de Cine Colombia de todo el país.
Sin embargo, a pesar de que las acciones emprendidas por esta legislación sean de conocimiento público y que cada espectador al adquirir su boleta y entrar a la sala se vea prácticamente obligado a ver el corto, ni en prensa, ni por parte de Cine Colombia se encuentra una información precisa de cómo es el proceso de selección de estos cortometrajes.
Esta incertidumbre ha estado presente casi 14 años, en los que los espectadores, así conozcan la iniciativa, no tienen una idea precisa y clara de cómo los cortos llegan a las salas de cine.
Ombligados en Jurubirá
En diciembre de 2014 se exhibió en Cine Colombia el corto Ombligados en Jurubirá, dirigido por Juan Manuel Vásquez y Juan Camilo García, cuando ambos eran estudiantes de último semestre de Periodismo y Producción Audiovisual, respectivamente. El corto cuenta la historia de una tradición en el Pacífico, en la que se entierra el cordón umbilical de los recién nacidos en las raíces de un árbol para dotar al niño de virtudes y poderes.
Juan Manuel Vásquez relata que aplicaron a una convocatoria para que su corto fuera publicado. En un inicio, Ombligados uraba 15 minutos, pero Cine Colombia exigía que no superara los 7 minutos. Hecho por el cual los directores se vieron a la tarea de recortar su obra y también realizaron de una postproducción especializada para el formato cine.
Además de esto, la empresa les exigió, tanto para este corto, como para uno próximo que lanzará en un par de meses, una acreditación del Ministerio de Cultura en la que se confirmara que el cortometraje es colombiano. Según Vásquez, este paso es el que más retrasa la proyección.
Una vez hecho esto, Cine Colombia compra los derechos y se programa su proyección. La mayoría de las veces no se realiza ningún tipo de premiere o lanzamiento para el mismo. Allí dura dos meses y luego se proyecta un nuevo cortometraje.
Vásquez explica que estar en Cine Colombia permitió que su producción estuviera en festivales como el Miami Short Film Festival, que las visitas en Vimeo crecieran y que su obra y nombre se dieran a conocer a un público extenso. Sin duda, el paso por las salas de cine fue una fortuna para estos jóvenes directores, pero ¿qué pasa con aquellos que no logran entrar a los grandes distribuidoras?
“No todos son chéveres ni son interesantes. Lo reconocemos, lo sabemos”
Un abogado de Cine Colombia, quien pidió reservar su identidad, le explicó a Plaza Capital cómo funciona el proceso de selección internamente. En primer lugar, están los parámetros que debe seguir el cortometraje para ser exhibido: debe ser familiar y apto para todo público. No puede incluir escenas crudas, sexuales o violentas debido a que Cine Colombia utiliza el mismo cortometraje para todas las funciones, incluyendo las infantiles. “Debe tener una clasificación igual o menor a la de la película”.
Además de tener una duración máxima de 8 minutos, para no hacer más extenso el lapso anterior a la película, ya que la pauta comercial y los adelantos no pueden reducirse. Por último, como en el caso de Vásquez, el corto debe ser autenticado como un producto colombiano. De no cumplir estos requisitos el producto será rechazado. “Hay muchos cortometrajes que son muy buenos, pero no son aptos para nuestro público”, agrega.
El jurista afirma que la mayoría de las veces Cine Colombia es contactado por los directores de los cortos y que ellos no hacen “concursos”. “Esto funciona como cualquier compra de derechos”, en la que la empresa por medio de un contrato adquiere la posibilidad de proyectar el corto en todas las salas de cine.
Cine Colombia posee un comité del cual -asegura- hacen parte. Este se encarga de hacer un filtro de calidad en los cortos, con el fin de escoger el mejor contenido posible, que no rompa las reglas establecidas y que no sea un tema controversial. “No escogemos temas polémicos de guerra, género, sexo, política, etc.”. Agrega que Cine Colombia no pretende ocultar la realidad del país, pero no quieren mostrar que la empresa toma partido por alguna postura o ideología. “No todos son chéveres ni son interesantes. Lo reconocemos, lo sabemos”.
Una vez seleccionado el corto se proyecta dos meses, en todas las salas, todas las funciones y durante los primeros 15 días de cada mes. En total, se exhiben seis cortometrajes al año. En cuanto al contenido alternativo como las obras de teatro, ballet y ópera, no se expone el cortometraje previamente a la función. Solo aplica para el contenido cinematográfico.
Respecto a la ley 814 de 2003, explicó que no funciona de manera obligatoria para los exhibidores, sino que el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC) otorga incentivos económicos a aquellas empresas que exhiban cortometrajes nacionales. A partir del próximo año la legislación cambiará y funcionará de manera obligatoria, pero los incentivos se mantienen. Cine Colombia deberá proyectar un cortometraje distinto cada mes.
Las oportunidades para los realizadores
Santiago Pérez Campos, al igual que los directores de Ombligados en Jurubirá es un realizador joven y universitario. Dirigió el corto Apólita, el cual estuvo en las salas de Cine Tonalá y en festivales como Bogoshorts, el Festival de Cortos de Popayán y el Festival Pantalones Cortos en Medellín.
Él explica que no es nada fácil comercializar sus producciones, en especial si no se cuenta con personas allegadas al mundo cinematográfico. “La primera fase es enviarlo a festivales o concursos del FDC (…) Hay una regla y es que ellos exigen que el corto no haya sido visto en otros lados, ellos deben tener una especie de premiere”, explica.
Asegura que los festivales son de las mejores opciones para comercializar, ya que son convocatorias abiertas y a ellos acuden grandes productores y distribuidores que pueden brindar oportunidades a cineastas jóvenes como él. Sin embargo, esto no le resta exigencia a los filtros de los festivales, pero en ellos puede participar prácticamente cualquier persona.
En cuanto a exhibidores como Cine Colombia, Pérez explica que las limitaciones en el contenido dejan de lado muchos temas que él desea trabajar y que además el cortometraje nacional no es una convocatoria abierta, por tanto, afirma que “hay que saber a quién llamar”.
Además de los festivales, en las exhibidoras pequeñas como Cine Tonalá, Cinema Paraíso y Cinemanía también se proyectan cortos independientes y de realizadores con poca fama. Esto facilita que realizadores como Santiago Pérez puedan dar a conocer sus productos, así sea a una menor escala que en Cine Colombia.
De todas maneras, se espera que con la nueva ley incremente la proyección de cortometrajes en todas las exhibidoras, para que más realizadores tengan la oportunidad de proyectar sus trabajos y así apoyar la producción cinematográfica nacional.