Pablo Hernán Rueda es uno de los luthiers más reconocidos del país, ha vendido numerosos instrumentos andinos al exterior y siente que su objetivo es promover la cultura colombiana. Perdió dos de sus dedos elaborando instrumentos y aún así siente orgullo de su profesión y de la marca que construyó, sueña con tener una escuela de luthería y es patrocinador de los concursos más representativos de música andina colombiana con un premio que lleva su nombre, él es un artesano de la cultura.
¿La habilidad que posee el luthier para elaborar instrumentos se hereda o se adquiere?
Se hereda, yo lo heredé de mi tío y hay que aclarar que no es lo mismo ser fabricante que ser luthier, fabricantes hay por montón pero luthiers muy pocos. El título para este oficio lo otorgan en algunos casos los músicos quienes están en la capacidad de juzgar la calidad del instrumento o los artesanos que tienen experiencia y trayectoria en esta profesión.
¿Quién le otorgó el título de luthier?
Mi tío, él me enseñó a desempeñar este oficio durante 5 años. Al sexto año de enseñanza le dio una rabieta y me echó, aquel sábado me dijo que no me quería ver más y sin compasión me sacó, antes de irme le prometí que iba a ser mejor que él y que iba a tener que reconocérmelo. A los 20 años tocaron la puerta de mi taller, era mi tío quien vino a decirme unas palabras que jamás olvidaré: “Mijo, vengo a reconocer que me superó y me superó lejos, lo felicito”, ese día por primera vez me sentí luthier.
¿Qué significa para usted tener ese título?
Todo, es mi vida, yo tengo mi hogar y mi familia, pero si yo pudiera durar las 24 horas del día en mi taller, lo haría. Esto es lo que me apasiona. Yo toco una madera y siento una sensación extraña, una energía inexplicable, esto es de sentir que se están construyendo cosas bonitas y que se está haciendo algo por la cultura. Yo soy de los que piensa que los instrumentos son como los hijos y hay que hacerlos con amor (risas).
Usted perdió dos de sus dedos desempeñando esta labor, ¿Llegó a pensar que ese habría podido ser el fin de su trabajo?
Me angustié mucho pero siempre tuve fe, estos accidentes los tuve en años diferentes en una misma máquina de corte por no conocerla bien, cuando me incapacitaron me deprimí porque yo quería irme al taller, ¿por qué razón?, porque así fuera sin dedo allí es donde yo encuentro mi felicidad y mi paz.
Pablo Hernán Rueda además de ser el artesano que construye los instrumentos es hoy el nombre de una marca reconocida en el país, ¿Cómo logró construir su propia empresa?
Con mucha entrega y dedicación. Yo soy el artesano, el gerente de mi empresa pero también soy el barrendero, el mensajero y el obrero. Este negocio es unitario, yo trabajo solo y no tengo ayudantes, de ahí se deriva el valor, la calidad, el sonido y la afinación de mis instrumentos. Es muy poca la maquinaria que manejo y el éxito está en que son elaborados con mis propias manos.
¿Cuáles son los instrumentos que más vende?
Los tiples, las bandolas y los requintos porque son instrumentos que no es posible traerlos del exterior y representan la cultura colombiana. El éxito de mis ingresos no está en las guitarras, pues de Estados Unidos traen por montón, pero con los tiples y las bandolas es diferente porque siempre estoy recibiendo encargos de intérpretes, no solo de Colombia sino del exterior. Aunque la subida del dólar me ha afectado un poco por la compra de micrófonos y la importación de maderas como el pino, me he visto beneficiado por la venta de instrumentos a países donde el dólar es la moneda oficial.
¿Cree que en Colombia se valora el oficio del Luthier?
Los artistas y algunas personas lo valoran pero en general nuestra labor pasa desapercibida. No es lógico que lleguen luthiers del extranjero a dictar conferencias como si en nuestro país no existieran profesionales en esta área. Hay pocos pero los hay, el problema es que no creen en nosotros. Y es triste ver cómo los colombianos con gusto compran guitarras de 2.000 dólares a extranjeros que llegan a venderlas, nosotros se las ofrecemos a 250 dólares y aún así nos piden rebaja.
Colombia cuenta con pocos luthiers, ¿Cómo continuar este legado y no permitir que se termine?
Los luthiers no nacen todos los días por esto en algún momento de mi vida quise crear una escuela de luthería. Sin embargo, la primera pregunta que me hicieron los muchachos fue: ¿Maestro, cuándo hago mi primera guitarra?, pero nunca se preocuparon por saber qué maderas se necesitan, qué maquinaria se usa y cómo se afila una herramienta. Yo me siento capacitado para enseñar y lo haría con amor, pero a personas que realmente valoren este arte.
En su página de Facebook se hizo viral el hashtag #YoTengoUnPabloHernanRueda donde recibió reportes de intérpretes con sus instrumentos, ¿Cómo fue esta experiencia?
Un día le dije a mi hijo: "Mijo yo quisiera saber quién tiene mis palos" y a él se le ocurrió convocar a todos los seguidores de la página a que publicaran sus fotos usando el #YoTengoUnPabloHernanRueda. La verdad sentí mucha alegría de ver mis instrumentos en manos de tantas personas, recibimos reportes de intérpretes de Colombia y todas sus regiones, de México, España, Houston, Argentina, Japón y hasta Afganistán. No sé cómo llegó un instrumento hasta allá pero ver tantas publicaciones fue muy emocionante.
En los concursos de música andina colombiana más reconocidos del país existe el premio "Pablo Hernán Rueda", ¿Qué lo motivó a patrocinar los concursos?
Hace aproximadamente 10 años decidí entregar instrumentos a los concursos y a las escuelas de formación porque es una forma de fomentar la cultura. En los concursos me gusta que los instrumentos los reciban no siempre los mejores intérpretes del concurso sino quienes más los necesiten. Recuerdo que en una versión del Concurso Nacional de Duetos de Cajicá un muchacho fue a concursar con un tiple prestado y por fortuna ganó el concurso, nunca antes había visto a alguien tan feliz de recibir este premio. Me da mucha alegría regalar felicidad porque eso es lo que significan los instrumentos y la música en general.
Autora: Manuela Prieto