Hace casi un siglo que Virginia Woolf se preguntó en su célebre ensayo 'Una habitación propia', qué habría hecho William Shakespeare si hubiera nacido mujer. Es probable que se hubiera dedicado a limpiar la casa, comprar y preparar los alimentos, lavar y planchar la ropa, y ayudar en las tareas a sus hijos. Es decir, a todas las labores domésticas y de cuidado que demandan tiempo y energía, pero que no son reconocidas ni remuneradas. Y, en sus tiempos libres posiblemente hubiera escrito sus emblemáticas obras teatrales como Hamlet y Macbeth. “Las mujeres son más pobres que los hombres por esto o por aquello”, escribió Woolf en 1929.
En los últimos años se ha avanzado en materia de igualdad de género, pero las cifras siguen reflejando las asimetrías en las tareas del hogar y la menor participación femenina en el mercado laboral. De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), las mujeres gastan en trabajo no remunerado (labores domésticas y de cuidado) 7,1 horas diarias, mientras que los hombres gastan 3,2 horas al día. Sin embargo, el aislamiento obligatorio por la Covid-19 ha exacerbado estas responsabilidades en las mujeres cuando se deberían distribuir equitativamente.
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La Encuesta de Pulso Social del DANE reveló que durante agosto de 2020 el 39,6 por ciento de las mujeres se sintieron más sobrecargadas con los oficios del hogar, frente al 20,0 por ciento de los hombres en comparación con la rutina diaria antes del inicio de la cuarentena. “Esta encuesta refleja que la sobrecarga de las labores domésticas y de cuidado se ha acentuado con la crisis. Además, la pérdida de empleo femenino ha provocado una mayor dedicación de las mujeres en actividades del hogar”, afirma Tatiana Gélvez Rubio, profesora universitaria y coordinadora/project manager del proyecto de economía del cuidado del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana.
Para el trimestre julio – septiembre de 2020, la tasa nacional de desempleo para las mujeres se ubicó en 21,7 por ciento, mientras que para los hombres fue de 13,4 por ciento. Es decir, se registró una brecha de 8,3 puntos porcentuales, superior a la reportada en el mismo trimestre de 2019 que fue de 6,3 puntos entre géneros. El agravante en la tasa desempleo no solo responde a la crisis de los cuidados, sino también a que los sectores económicos más afectados por la emergencia sanitaria son los más feminizados como entretenimiento, manufactura, hotelería y restaurantes, servicios administrativos y domésticos.
Alejandra Trujillo Restrepo, abogada y coordinadora de proyectos de la Fundación Friedrich Ebert en Colombia, afirma que las cifras demuestran que las desigualdades estructurales de género que ya existían se están profundizando por la pandemia. Sostiene que “está afectando los derechos socioeconómicos y la posibilidad de autonomía económica. Además, se habla de por lo menos un retroceso de una década, incluyendo otros derechos como la participación política porque las mujeres sin tiempo y sin autonomía económica difícilmente pueden ejercer este tipo de liderazgos".
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En Colombia, la Ley 1413 de 2010 ordenó incluir la economía del cuidado en las cuentas nacionales. Según cálculos del DANE, si las labores domésticas y de cuidado se remuneran, aportarían cerca del 20 por ciento del PIB nacional. Esto significa que se posicionaría como la mayor actividad económica del país, por encima del sector comercio que aporta 18 por ciento, administración pública 15 por ciento e industria manufacturera 12 por ciento. De acuerdo con esta entidad y ONU Mujeres, hay 30 millones de personas en Colombia que se dedican a las labores domésticas y de cuidado, el 78 por ciento son mujeres y el 22 por ciento son hombres.
Soledad Granada Castañeda, economista y profesora de la Universidad del Rosario, considera que Colombia tiene un marco normativo garante de muchos derechos, pero que la capacidad del Estado es limitada para cumplirlos. Agrega que “lo correcto no es pagar las labores domésticas y de cuidado y que se vuelva un motor de la economía, sino reconocerlas, redistribuirlas y remunerarlas no en términos monetarios, sino de tiempo porque las mujeres son más pobres de tiempo que los hombres y eso implica que tengan menos tiempo para sí mismas y su desarrollo personal”.
Ante un panorama económico desafiante por la Covid –19, expertas señalan la necesidad de políticas públicas con enfoque de género. “Las mujeres nunca habían estado tan presentes en las actividades remuneradas y por eso es importante que se reconozca el rol en los sectores que trabajan y en los que históricamente han sido discriminadas. Necesitamos asegurar una recuperación para todos. Si solo pensamos en los sectores históricamente masculinizados como el de la construcción, estaríamos dejando por fuera a muchas personas”, afirma Pilar Torres Alvarado, economista y profesora de la Universidad del Rosario.
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Para enfrentar esta crisis, Tatiana Gélvez Rubio considera que el gobierno nacional debe brindar alternativas de cuidado (guarderías y centros de lavanderías) y aliviar la carga en la preparación de alimentos que, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), es la actividad que reporta mayor cantidad de horas diarias. Adicionalmente, crear políticas que le garanticen a las mujeres alternativas de inserción laboral y a largo plazo avanzar hacia un cambio cultural que promueva el equilibrio de las labores del hogar entre hombres y mujeres por medio de la pedagogía.
En Colombia no existe un sistema nacional de cuidados estatal. No obstante, este martes 27 de octubre inició en Ciudad Bolívar, Bogotá, la primera Manzana del Cuidado, un modelo del Sistema Distrital de Cuidado (SIDUCU) que busca relevar a las mujeres de la carga de las labores de cuidado. Esta iniciativa se articula a otros servicios existentes para atender la demanda de personas que requieren apoyo con niños y niñas menores de 5 años, personas con discapacidad y adultos mayores. El servicio está disponible a través de Unidades Móviles y servicios domiciliarios que llegarán directamente a las casas de la población beneficiaria.