Revista Semana le estaría dando la espalda al periodismo crítico

Miércoles, 27 Mayo 2020 14:06
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Con sus recientes decisiones, el Grupo Semana ha desamparado a sus trabajadores y al periodismo crítico para darle mayor importancia a intereses propios, bien sean ideológicos o corporativos. La revista no solo ha traído perjuicios para sus periodistas, sino que también ha perdido la rigurosidad por la que se había caracterizado y que atraía fuertemente a sus lectores.

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  • Coautor 1: Catalina Sanabria Devia
  • Coautor 2: Carolina Morales

Para ejercer periodismo crítico no es necesario pertenecer a un medio independiente. Sin embargo, ser miembro de una casa periodística generalmente limita las opiniones y la información que se publica en los medios de comunicación, puesto que hay un conflicto de intereses económicos e ideológicos que intervienen en la circulación del contenido periodístico. En efecto, el derecho a la libertad de expresión suele ser restringido y los asuntos que debe conocer la sociedad, censurados.

De hecho, en lo que va del 2020, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha registrado 125 violaciones a la libertad de prensa en todas las regiones del país, lo que coincide con la desconfianza hacia los medios de comunicación que señaló una encuesta de Latinobarómetro en la que se demostró que entre el 2005 y el 2016 la confianza en los medios cayó 28 puntos porcentuales, pasando de un 63% a un 35%.

En Colombia, los propietarios de los medios más leídos son grandes empresarios. De modo que hay intereses económicos y políticos que se interponen en el ejercicio periodístico. Por ejemplo, si el dueño de un medio tiene acciones en la industria azucarera, y se demuestra que el azúcar es perjudicial para la salud, es poco probable que se informe a la sociedad sobre los daños que causa este producto en el cuerpo. Entonces, en Colombia el periodismo crítico está condicionado por intereses políticos, económicos e ideológicos que entorpecen la labor de los periodistas y que corresponden a sus casas editoriales.

Monopolio mediático

El 30 de enero de 2019, la Revista Semana publicó un comunicado en el que se confirmó que el 50% de la revista ya era propiedad del reconocido empresario Gabriel Gilinski, quien a pesar de no moverse demasiado en la esfera política, en 2018 aportó 39 millones de pesos a la campaña presidencial de Iván Duque. A pesar de que Semana afirmó que “la responsabilidad periodística quedaría exclusivamente en cabeza de Felipe López (su fundador) y Alejandro Santos (su director)”, este cambio ha influido en el contenido y la inclinación política del medio. La oferta fue de 25 millones de dólares y su nuevo dueño es un gremio poderoso en el país, propietarios del Banco GNB Sudameris, la red ServiBanca y desarrolladores de proyectos inmobiliarios en Panamá.

La pregunta del millón es: ¿por qué un grupo con tanto poder económico estaría interesado en un medio de comunicación? Para empezar, no estamos hablando de cualquier revista. Se trata de una cuya reputación, desde que la refundó Felipe López Caballero en 1982, ha estado caracterizada por producir contenido crítico y de calidad que ha tenido gran influencia en la opinión pública. En tiempos donde el periodismo ha tenido que adaptarse para sobrevivir y en muchos casos no genera tantos ingresos como se esperaría, es curioso que un grupo empresarial decida invertir en un medio. Encontramos entonces solo una explicación lógica: el deseo de control sobre la opinión pública. 

Semana era un medio de alta credibilidad y confianza, principalmente por incluir en sus contenidos publicaciones de reconocidos periodistas e intelectuales como María Jimena Duzán, Daniel Coronell, Antonio Caballero, Héctor Abad Faciolince, Vladdo y Daniel Samper. Sin embargo, la presión de dicha nueva administración provocó cierta pérdida de la visión crítica que la caracterizó por alrededor de 30 años. Los intereses del medio trajeron consigo nuevos miembros anclados de cierta manera a la esfera política, como por ejemplo Vicky Dávila y Salud Hernández Mora. Aunque Semana está en total libertad de contratar a quien desee y eso alimenta la pluralidad periodística, tantas alteraciones en determinado lapso de tiempo despiertan inquietudes.

Si bien es cierto que Semana ya había integrado en su personal de trabajo a personas de estrecha relación con el gobierno o ciertas inclinaciones políticas, como la gerente Sandra Suárez, en corto tiempo se han perdido sus principales voces de oposición. De acuerdo con Juan Gómez, periodista del medio digital Rutas del Conflicto, el cambio de dueños de la Revista Semana marcó un antes y un después en la orientación de las publicaciones y la estructura laboral de la revista. “Si hubo una crisis económica para la revista anteriormente, ahora se habría mantenido con una explotación poco sana hacia sus periodistas, sin embargo, esta es una crisis que trasciende a Semana y permea a otros medios en el país”, dice. 

Ahora los contenidos de la revista digital y redes sociales están muy guiados al “clickbait”, es decir, click por dar click para figurar en la opinión pública. “Cada vez serían menos personas que participan en contenidos tradicionales y más los periodistas mal pagos bajo el mando de Vicky Dávila, por ejemplo en Semana Digital”, añade Gómez. Eso afecta la calidad de los contenidos, pues puede haber imprecisiones. Por ejemplo, el 6 de mayo Semana publicó en Instagram la noticia de que los avispones gigantes asiáticos habían llegado a Estados Unidos. Sin embargo, fue reforzada con un video que realmente se había subido en 2018, en el que uno de dichos avispones atacaba a un ratón. La publicación fue cuestionada por los usuarios y El Tribuno sacó una nota en la que explicaba que el video original, grabado por un ciclista, se viralizó de nuevo. Semana debería hacer estas aclaraciones y dar los créditos correspondientes.

Además, este medio de comunicación puede influir en la visión que se tiene sobre la prestigiosa familia Gilinski. Pero eso no es todo. De acuerdo con La Silla Vacía, la intención de Gabriel es “fusionar a Dinero de Publicaciones Semana y Primera Página, para entrar al negocio de inteligencia de mercados, que consiste en vender información empresarial y estadística a analistas de negocios y empresarios para que tomen decisiones”. Entonces, el objetivo de esta relativamente reciente administración no sería mantener la variedad de opinión y debate político que se tenía en Semana.

Actualmente el medio cuenta con Foros Semana, una estrategia de mercado que arma paquetes de contenido periodístico con impresos, conversatorios y otros beneficios a sus suscriptores. Maniobra de ventas que, según él, pone en tela de juicio el ejercicio periodístico profesional, pues es lo que hacen es vender contenido para beneficiar a un público específico. “A pesar de que el director siga siendo Alejandro Santos, se nota la influencia de la gerente y los nuevos accionistas”, señala Gómez.

Coronavirus: “justificado” atropello contra Arcadia

Ahora, con el coronavirus, el Grupo Semana ha realizado aún más cambios. En marzo anunció que suspendería por dos meses las ediciones impresas de Arcadia, SoHo, Jet-set, Semana Educación y Semana Sostenible. Por un lado, es justificable que durante la crisis financiera que se está viviendo a causa de la pandemia, el medio se plantee nuevas estrategias. No obstante, estas decisiones de Semana han sido en beneficio corporativo y no han buscado el bienestar de sus trabajadores. Tres de los cuatro periodistas del equipo de Arcadia fueron imprevistamente despedidos. Primera Página hizo la siguiente publicación:

“Además de la salida en las últimas horas del editor capitalino José Guarnizo, y de Camilo Jiménez, director de la revista Arcadia, y Sara Malagón Llano, editora de la publicación, fueron despedidos 15 empleados administrativos, algunos colaboradores del nuevo proyecto digital de Vicky Dávila (a ella le redujeron en un 50% su contrato) y hubo recorte en el tamaño del nuevo set de televisión. Van 250 trabajadores –administrativos, comerciales y periodísticos– despedidos en Publicaciones Semana”.

A Semana le llovieron críticas tras lo decretado sobre Arcadia. En Twitter, intelectuales y periodistas abuchearon a la revista por desamparar a un proyecto cultural de vital importancia para el país. Para María Paulina Baena, por ejemplo, era el mejor producto que tenían, y asimismo cuestionó a través de la cuenta de La Pulla si el cierre se dio porque Arcadia estaba generando incomodidades mediáticas. “¿Quieren que todos sean como Salud Hernández o Vicky Dávila?”, comentó.

Ciertamente, el país y las compañías (incluyendo las mediáticas) están atravesando una crisis económica. Por ello, es de suponerse que se haya dado una posible baja en la demanda de la revista, en sus suscriptores. Pero, a decir verdad, el considerable recorte de personal del grupo editorial no es algo que haya emergido específicamente a causa del Coronavirus. Según un reportaje del medio Cero Setenta, de la Universidad de los Andes, entre diciembre de 2018 y marzo de 2019 salieron casi 90 personas de Semana y siete de Semana Rural.

En el reportaje, los entrevistados afirmaron que Semana emplea, desde hace tiempo, cierta estrategia. Tras anunciarles a los empleados de su despido, la compañía les dio dos opciones: firmar una terminación de contrato por mutuo acuerdo que les impedía demandarla, o firmar un despido sin justa causa en el que el periodista recibiría su indemnización pero sería vetado del medio y le quedaría una mancha en su expediente laboral. Incluso, las fuentes de Cero Setenta mencionaron que a veces les pagaban extra para que firmaran el acuerdo. 

Entonces, legalmente es como si hubiese sido un acuerdo entre el trabajador y el medio, pero realmente Semana lo ponía entre las cuerdas. Según una periodista despedida en medio de la coyuntura del coronavirus, quien pidió no revelar su identidad por seguridad laboral, también se le sugirió firmar el mutuo acuerdo en esta ocasión. “Semana no nos tendió la mano”, asegura dicha trabajadora, quien trabajaba como periodista senior. De su equipo, únicamente dejaron a los redactores que ganaban menos y la despidieron a ella y a otra compañera, ambas madres.

Daniel Coronell, bajo la mira

Por otro lado, a finales de marzo, Semana despidió a uno de sus columnistas de opinión más reconocidos: Daniel Coronell. La noticia causó gran sorpresa en el público no solo por su despido repentino, sino por la manera en que se lo comunicaron... Por medio de WhatsApp. Después de haber trabajado allí por 15 años, el periodista recibió un mensaje de Sandra Suárez, gerente general del Grupo Semana desde antes que cambiara de administración y simpatizante de Álvaro Uribe, en cuya presidencia ocupó diversos cargos públicos. “Me permito informarle que por disposiciones de la compañía, se ha decidido hacer un cambio en la columna que hasta ahora ha estado a su cargo”, le escribió Suárez a Coronell.

Coronell ya había sido despedido de Semana antes, pero se le pidió que volviera y accedió porque la compañía le garantizaba el derecho de escribir con libertad e independencia. “Esa independencia incluye la posibilidad –presente y futura– de manifestar mi desacuerdo con la propia revista y de atenerme a las consecuencias de hacerlo”, anunció el periodista. Pero ese no fue el caso. Tras la polémica decisión de la empresa de suspender las ediciones impresas de varias de sus revistas, la W Radio, dirigida por Julio Sánchez Cristo, divulgó en su programa matutino la noticia de Primera Página sobre la suspensión de Arcadia.

Como respuesta, Semana publicó un par de notas sobre el declive del Grupo Prisa y en las imágenes aparecía, sin explicación alguna, Sánchez Cristo, quien no tiene poder administrativo sobre dicha empresa. Para Coronell todo indicaba que se trataba de una venganza mezquina, y así lo manifestó en una columna en la que no reparó en tener clemencia por el medio. “Con estas publicaciones SEMANA incumple el deber de separar sus intereses corporativos de su misión periodística. Con todas las letras digo que es un acto antiético, además de innoble y antiestético”, manifestó.

Una semana después, Coronell fue despedido. Los datos hablan por sí mismos. El periodista fue sacado de la revista por contrariarla y criticarla. Evidentemente, Semana ha pasado de ser un medio crítico a preocuparse más por su imagen que por el bienestar de sus periodistas. A Coronell se le había garantizado la libertad para hablar a través de sus columnas de opinión y así ejercer un periodismo independiente, pero tan pronto hizo juicios sobre la revista, Semana decidió ser, de cierto modo, un ente de censura y anteponer sus intereses corporativos.

El reemplazo

El Grupo Editorial anunció que el lugar de la columna de Coronell será ocupado por el exdirector de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, quien no se ha instruido como periodista. El preguntarse si las aptitudes de Ortega son las requeridas para desempeñarse en este medio responde a otro debate. Sin embargo, es pertinente pensar en las personas con una formación disciplinar y una trayectoria periodística que aspiran ser parte de un medio tan prestigioso como Semana, pero la vacante es ocupada, al menos en este caso, por un reconocido economista.

En 2011, la Contraloría abrió una investigación en contra de Ortega. Según La Silla Vacía, fue “por un presunto giro de 50 mil millones de pesos (...). Al parecer, la Secretaría de Hacienda de Bogotá, que dirigía Ortega, le transfirió a la CAR el 15 por ciento del recaudo, pero incluyendo intereses de mora y sanciones a los contribuyentes, montos que normalmente no deben pagarse. Ortega se defendió diciendo que fue él quien detectó el error y lo denunció.” Entonces, el que Semana incluya dentro de su personal de trabajo a funcionarios envueltos en escándalos de corrupción genera dudas.

Además, Ortega es reconocido por su ideología y carácter ortodoxos. Ha tenido una estrecha relación con distintos gobiernos de turno, sobretodo el de Álvaro Uribe, pues fue uno de sus más destacados funcionarios económicos. Para ese entonces fue director de Fogafin, asesor del Banco Interamericano de desarrollo y Viceministro General de Hacienda. Sin duda, Ortega cuenta con un buen currículum, aunque bastante adherido a entidades estatales y monetarias. Entonces, ¿por qué un medio lo emplea? ¿Intereses económicos y/o políticos? ¿Contratación a dedo? 

“Es claro, ellos lo han dicho, como reveló Coronell: quieren volver a semana como el Fox News colombiano, que es muy afín a cierto sector político de derecha en el país y eso nos da a pensar que habría una cooptación política con la Revista Semana”, dice Gómez frente a esto. Ahora la fuerza de contrapeso para los medios tradicionales está en la unión de las iniciativas independientes. Entre ellas, la página de Samper y Coronell conocida como “Los Dos Danieles”, que cuenta con más de 100 mil seguidores, y la Liga Contra el Silencio, que recibe el apoyo de la FLIP y de Rutas del Conflicto.

A pesar de todo esto, en Semana todavía hay un espacio para el periodismo crítico, pero es una ventana que se estaría cerrando cada vez más. Es importante destacar la labor de algunos de sus miembros como Ricardo Calderón, quien en lo que va del año publicó una investigación sobre la interceptación en las comunicaciones de ciertos periodistas por parte de las fuerzas militares. Sin embargo, queda en duda por cuánto tiempo más la revista producirá estos contenidos críticos e independientes sin inclinaciones o intereses políticos. Esos valores deben recuperarse y mantenerse. La labor del medio debería ser velar por sus periodistas y seguir dando cabida a estos espacios de debate y opinión.