Imagínese que un martes a las 2:00 p.m. usted se encuentra solo en su casa mientras ve televisión. De repente nota que la persiana de su ventana se empieza a mover levemente y dos segundos después se balancea como un columpio. Se escucha el chirrido de los muebles al rosar el piso y los cuadros que cuelgan de sus paredes empiezan a caer. Alrededor de usted todo se mueve y se oyen los gritos de sus vecinos. Hay pánico generalizado. Es un sismo de gran magnitud, 8.4 grados en la escala de Richter. Usted, ¿cómo reaccionaría?
“Trataría de encontrar un lugar para cubrirme y ayudaría a la gente. Algo así como lo que dicen del triángulo de la vida”, dice Óscar David Cárdenas, estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional.
Cada minuto se le hace eterno mientras usted se encuentra debajo de su cama. Sus ojos están cerrados por el pánico, su cuerpo tiembla y siente el movimiento del suelo. Cuando nota que ha disminuido el temblor, abre sus ojos y ve que las paredes de su habitación se han agrietado. Toma un impulso y decide salir de allí. ¿A quién acude en busca de ayuda? ¿Qué es lo que más le preocupa?
Al salir en busca de ayuda ve cómo algunos edificios se han caído y la gente consternada no sabe qué hacer, a quién acudir o hacia dónde dirigirse.
Este es el panorama que se podría vivir en la ciudad frente a un desastre de grandes magnitudes, como lo ha advertido la Defensa Civil.
En Bogotá las estrategias de mitigación de daños no han llegado a un nivel satisfactorio. Tanto así que sólo una pequeña parte de la población conoce o sabe qué hacer en las fases del ciclo de desastre, es decir, el antes, durante y después del acontecimiento.
Según Michael García, socorrista de la Defensa Civil Colombiana, “luego del último simulacro de evacuación, el año pasado, se demostró cómo los bogotanos están listos para la fase dos del ciclo de desastre. Sin embargo, falta mucha preparación y muchos planes de contingencia para después de la catástrofe”.
Otro factor es la indiferencia hacía las campañas de prevención, en especial por parte de las personas adultas. El interés de la población sobre estos temas sólo surge cuando algún hecho cercano de esta índole los afecta y en el caso de las instituciones cuando un ente del gobierno les exige este requerimiento.
Aunque no todos en la sociedad presentan una actitud negativa frente al tema. Muestra de esto es el avance que se muestra en la preparación de los adolescentes y niños de colegios. Ellos son los que están mejor preparados para una calamidad de este estilo ya que por obligación deben asistir a tres o cuatro capacitaciones por año.
Qué se debe hacer al momento de un terremoto?
Una semana después del sismo, de 8.6 grados en la escala de Richter que azotó a Japón, en la mente de los bogotanos volvió a sonar la alarma sobre la posibilidad de un terremoto de grandes magnitudes en la capital colombiana. Y en el panorama apareció nuevamente la pregunta: ¿Qué se debe hacer al momento de un terremoto? Y ¿Cómo nos debemos preparar?
De acuerdo con William Ospina, lo primero que se debe hacer es salvaguardar la vida propia resguardándose debajo de un mueble rígido y protegiendo la cabeza al cubrirla con los brazos.
Se recomienda tener un kit prevención que incluya: una linterna, un radio de pilas, un botiquín, agua potable y alimentación enlatada para subsistir las 72 horas siguientes a la catástrofe.
PLAZA CAPITAL estuvo preguntándoles a los jóvenes si ¿cuenta usted con un kit de supervivencia? y ¿Qué debe tener el kit? La respuesta de la mayoría se puede resumir en la opinión de Juan Ricardo Méndez, estudiante de Administración de Empresas Universidad Nacional, “pues no sé bien. Creo que es necesario un botiquín, una linterna, una navaja y ropa interior”.
“Ante un movimiento telúrico se debe mantener la calma y dejar que las personas capacitadas guíen y colaboren”. Así lo aconsejo Sandra Alagua, socorrista de la empresa Biochem Farmacéutica.
Algunos de los mitos que existen acerca de la prevención de desastres.
Al momento del desastre surgen dentro la comunidad más incertidumbres que certezas. Tanto así, que muchas veces la información sobre temas de desastres se basa en mitos urbanos. A continuación, enunciaremos algunos de los más conocidos según el Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (FOPAE):
- Los avances tecnológicos han creado dentro de la comunidad la idea de que las catástrofes naturales pueden ser pronosticadas y evitadas. Sin embargo, los especialistas en el tema han negado esta posibilidad. A pesar de que los estudios científicos han avanzado, nadie está en capacidad de pronosticar cuándo, cómo o dónde ocurrirá.
- El triángulo de la vida, originado por Douglas Copp, indica que en caso de un terremoto existe un espacio vital al lado de una superficie resistente. Sin embargo, está teoría nunca ha sido probada y se basa en un estudio posterior al terremoto que azotó a Turquía en 1999. Por lo que, en caso de un terremoto, lo que se recomienda es agacharse, cubrirse y proteger la cabeza con las manos.
- Todos somos vulnerables a los sismos pero éstos no nos afectan a todos por igual. Los grupos más sensibles son aquellos con poca o nula capacidad de recuperación (gente de bajos recursos).
- Los seguros en caso de terremoto sí sirven. Ayudan a disminuir las pérdidas y permiten una recuperación en menor tiempo.