Este 2 de septiembre se cumplen 25 años del atentado en contra del diario El Espectador, ordenado por el narcotraficante Pablo Escobar para disuadir a todos los periodistas y medios de comunicación que hablaban en su contra y apoyaran la extradición. Aun así, el diario fundado en 1887 por Fidel Cano se repuso a este y otros actos terroristas, y sigue publicando con la misma valentía que le costó, en la década de 1980, ser blanco de la violencia del Cartel de Medellín.
Según los reportes, el atentado se registró cuando dos hombres enviados por Escobar parquearon junto a las antiguas instalaciones de El Espectador un camión cargado con 100 kilos de dinamita, el cual fue accionado a las 6:43 de la mañana, dañando gran parte de la estructura del diario, aturdiendo a los pocos funcionarios que estaban en sus instalaciones y a las personas que se encontraban en los alrededores.
Los años 80 se caracterizaron por mantener una constante violencia por parte de los narcoterroristas llamados “extraditables”, que generaban zozobra de presenciar en cualquier momento un ataque en contra de la sociedad. “Daba miedo decir que uno trabajaba en El Espectador”, afirma Clara López, tesorera del periódico en ese momento.
Infografía Juan Manuel Reyes/Plaza Capital. Imagen: Google Earth.
Margarita Clopatofsky declaró a Plaza Capital que, el día del atentado ella se encontraba trabajando en el periódico desde las 6:00 AM. Trabajaba en el conmutador, recibiendo todas las llamadas del periódico, y cuando explotó la bomba, afirma, “fue como cuando un carro pasa muy rápido y levanta mucho polvo”, una nube de tierra cubrió todo el edificio, y lo único que ella hizo fue “tirarse al piso y nombraba a todos los santos para poder salir viva de esa”, recuerda.
Para Clopatofsky, el hecho fue terrible. Apenas se recuperaron del aturdimiento y se quitaron todos los vidrios que les habían caído encima, empezaron a organizar los pocos lugares que aún eran útiles para seguir trabajando. Ese mismo día, aprovechando que las imprentas no habían sufrido daños, el diario El Vespertino (edición vespertina de El Espectador) fue publicado con el titular “Seguimos adelante”, titular que repetiría la edición dominical de El Espectador con el fin de decirle a todo el mundo que ni el ataque al periódico ni el pasado asesinato de su director Guillermo Cano los iban a callar.
Según el policía Edgar Neira, quien estaba patrullando en los alrededores del periódico al momento del atentado, fueron aproximadamente 70 personas las que salieron heridas. El mayor número de heridos se dio entre los pasajeros de un bus público que iba pasando en el momento de la explosión, así como una vendedora de tintos que trabajaba al frente del periódico.
El periódico no fue solo atacado con esta bomba Además del asesinato de Guillermo Cano en diciembre de 1986, varios de sus redactores debieron salir exiliados, otros fueron asesinados y, durante meses, el Cartel de Medellín prohibió la circulación del diario en la ciudad donde había nacido un siglo atrás, a tal punto que llegaron a quemar los camiones en los que se transportaban los diarios para la venta en Antioquia.
La muerte de cientos de periodistas, políticos y enemigos del narcotráfico marcó con sangre y muchas veces impunidad la historia de un país que ya no podía ser defendido por nadie. López afirma que una persona como alias “Popeye”, jefe de sicarios de Pablo Escobar, puede ser perdonado pero no deberían dejarlo en libertad. “ Ha sido relacionado con más de 3000 asesinatos no debe estar suelto por las calles”, asegura.
25 años después del atentado, el periódico continúa con el toque liberal con el que inicio hace 127 años, contando lo que la gente debe saber y denunciando a quienes deben ser denunciados, afirma López. Aunque la propiedad del periódico ha pasado de la familia Cano a la Santo Domingo, el periódico sigue adelante, como tituló El Vespertino en la tarde de ese fatídico sábado 2 de septiembre.