“El celular de marca que roban hoy en día es el Black Berry. Está de moda”, afirma Carlos Arenas, director de comunicaciones estratégicas de la Policía Metropolitana. Sin embargo, el número exacto de los robos se desconoce: la falta de denuncias ante la policía por este delito impide dar una cifra certera. Y, entre las telefonías celulares, no existe un registro que diferencie el robo de la pérdida, pues los ciudadanos suelen reportarlos como robados. Por ejemplo, Movistar señala que el año pasado esa empresa registró entre 9.500 y 10.000 dispositivos Black Berry robados.
Lo que sí es seguro es que más de uno ya ha sido víctima de “los amigos de lo ajeno”. Uno de ellos es Sergio Rodríguez, quien, el pasado 22 de febrero, se dirigía hacia la Universidad del Rosario por la Avenida Jiménez con carrera décima. Cree que fue en ese momento cuando aprovecharon para quitarle el ‘BB’, pero asegura que fue de una manera sutil. “Escuché que una señora gritó algo. Volteé a ver qué pasaba y me fijé que alguien estaba muy pegado a mi lado derecho. Me quedé mirando y no sé qué se hizo la señora. Creo que ahí fue, pero sólo me di cuenta cuando llegué a la Universidad.”, comenta el estudiante de periodismo.
Sergio fue víctima del ‘cosquilleo’, una de las modalidades más frecuentes de los ladrones para conseguir su objetivo. De acuerdo con la Policía Metropolitana de Bogotá, ésta ‘técnica’ la utilizan en lugares donde hay aglomeraciones: estaciones de TransMilenio, centros y corredores comerciales. “Allí, las personas no actúan solas, son dos o tres los que se encargan de engañar a los ciudadanos, de hacer falsos roces o de hacer falsas preguntas para hurtarles los elementos”, afirma Carlos Arenas.
Otra manera en que las personas se ven afectadas es con el atraco, es decir, una forma de robo en la que se usan armas blancas, como cuchillos o navajas. Simón Moreno, estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad de La Salle, es testigo de ello. “Salí de clase y quedé de encontrarme con unos amigos en la 19. Iba hablando por celular con uno de ellos y detrás venía un tipo raro. De un momento a otro me sacó un cuchillo y me dijo que le entregara el ‘BB’ o que me chuzaba. Me acobardé y se lo di”, cuenta el joven.
Tan pronto pasó el susto, Simón, a diferencia de Sergio, se dirigió a un CAI (Centro de Atención Inmediata) para denunciar el robo. Sergio dejó de hacerlo porque considera que “no sirve de nada. Si uno va Movistar con la denuncia, no reponen el celular”, manifiesta. De acuerdo con Arenas, este trámite muy pocas personas lo realizan por considerarlo una pérdida de tiempo. “Si la gente lo hiciera, la policía haría un trabajo más efectivo. Determinaríamos dónde se están robando los celulares, a qué horas, qué clases de celulares y, lo más importante, distinguiríamos qué tipos de delincuentes se encargan de esos hurtos”, asegura.
Además, con la denuncia, la policía tendría la capacidad de probar el robo cuando se hacen allanamientos en lugares donde domina el mercado negro. Si las personas saben su número de serie y éste coincide con uno que aparece en otro lugar, “el tipo que lo tiene no puede demostrar cómo lo obtuvo. Pero, como no existen denuncias, es muy difícil comprobarle al señor que el celular que vende es robado”, explica Arenas.
La policía también aconseja no poner a la vista su celular en sitios donde haya aglomeraciones o “haya la supuesta presencia de delincuentes”, dice el director de comunicaciones. También recomienda evitar la compra de Black Berry en lugares que no brindan garantía. Por ejemplo, la Avenida Jiménez y San Andresito, donde “se sabe que los celulares son de dudosa procedencia”, añade.
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