Llaveros de Sailor Moon, mugs con el rostro de Japusai, series del ‘Detective Conan’, afiches, bufandas…Todos estos productos salen de las tiendas de Bogotá para complacer a los miles de aficionados a las historietas y dibujos animados japoneses que hay en la capital. No existe un registro de cuántos de ellos hay, actualmente, en Bogotá porque, en palabras de John Nairo, dueño de una de las tiendas más concurridas por ellos, “no se puede. Es un gusto. ¡Es imposible contarlos!”.
Otaku no es una condición mental o de enfermedad, ¡no es nada de eso! ¿Quién puede decir a cuántas personas les gusta la salsa en Bogotá?”, expresa. En lugar de ello, dice, se pueden cuantificar de acuerdo a la asistencia a los eventos. John Nairo, dueño de Spooky House, recuerda uno que reunió a 3000 personas en dos días e indica que, de hecho, era pequeño.
Habla del ‘Otaku Summer’, uno de los eventos más populares en Bogotá por los aficionados al manga y el anime. Allí disfrutan de presentaciones de stand-up comedy, karaoke y cosplayers (personas que usan los trajes de sus personajes favoritos). El SOFA (Salón del Ocio y la Fantasía), que, en su primera edición, se llevó a cabo del 23 al 26 de abril de 2009, también es un evento reconocido entre esta comunidad. Se realiza en Corferias y a él asisten todos aquellos que se entretienen con los videojuegos, los juegos de rol, el manga, el comic y el anime.
Pero, los eventos más importantes son el Harajuku y el Akihabara. El primero “no es tan otaku, es más rockerito. Es más Visual Kei (estilo visual), una combinación como de emo y gótico. Tiene que ver más con lo visual”, comenta Carlos Cháves, aficionado a los juegos de cartas, como Yu-Gi-Oh. En el Akihabara, “los cosplayers representan a sus personajes favoritos y al hacerlo, es como un homenaje”, complementa Carlos.
De acuerdo con John Nairo, el conocimiento sobre estas expresiones culturales y la interacción entre ellos ha sido posible en gran medida debido al internet. Gracias a él, “empiezan a hablar con diferentes personas, a unirse a grupos, a foros. El internet ha sido casi el masificador de este proyecto, de estos productos, del consumo de la gente. Se unen a través de internet y de ahí empiezan a cambiar, a formar grupos, identidades sociales”, afirma John Nairo.
Un ejemplo es la red social Facebook, en donde existen 13 grupos creados para que los capitalinos aficionados a esta parte de la cultura japonesa socialicen entre sí. Uno de ellos se llama “Otakus en Bogotá” y cuenta con 236 miembros. Allí, Steven Delgado escribe: “Hola, me gustaría conocer personas otaku con las que pueda hablar sobre las series que he visto: Death Note, School Days, Digimon. Alguna cosa, comuníquense conmigo por Facebook”.
Además, esta red social permite que las personas conozcan las diferentes tiendas que hay en Bogotá, tales como Spooky House y Anime Land, con 612 y 4861 seguidores, respectivamente. Por este medio, informan a la comunidad de aficionados sobre las novedades de series como los Thundercats, y, además, promocionan los productos que venden, los cuales se consiguen gracias a franquicias como Panini y Cúpula.
Los precios de estos productos oscilan entre los $1000 y $250.000. Los más baratos, los botones. Los más caros, pueden ser las series, que dependen de la continuidad y la disponibilidad que haya. De hecho, algunos pueden llegar a ser más costosos: a Carlos le costó $300.000 una maleta. La mandó a hacer, a su gusto, en Valhalla, otra tienda al norte de Bogotá, en donde se puede adquirir cualquier producto con la imagen del personaje favorito.