El programa de Jornadas de Autocuidado de la Secretaría Distrital de Integración Social de Bogotá, que se viene implementando desde 2020, está siendo duramente criticado por voluntarios y habitantes de calle que son beneficiarios de la iniciativa. Ampliar la oferta de servicios y estrategias para la atención de las y los ciudadanos en riesgo y habitanza de calle con enfoque de género es una de los objetivos. Pero, según los señalamientos, existen deficiencias que son evidentes en la práctica.
Dentro de este programa se dan talleres de salud menstrual, los cuales son el objeto de los señalamientos. Estos talleres de salud menstrual empezaron el 2019, después de que fue interpuesta una acción de tutela contra la Secretaría de Salud y la Secretaría Distrital de Integración Social, que reclamaba la atención oportuna al cuidado menstrual en las personas menstruantes habitantes de calle. Esta tutela falló a favor de la accionante, Marta Cecilia Duran.
Así, la sentencia T-398 de la Corte Constitucional le ordenó a la Secretaría de Integración suministrar los insumos adecuados cuando sean solicitados en los hogares de paso para amparar los derechos fundamentales la dignidad humana y los derechos sexuales y reproductivos, relacionados con la gestión de la higiene menstrual. Al mismo tiempo que ordenó que las instituciones distritales encargadas crearán una política oportuna para el cuidado menstrual. Los talleres de cuidado menstrual son un ejercicio temporal existe mientras se establece una política pública firme centrada en el cuidado menstrual.
Martín Fierro* es uno de los voluntarios que ha ayudado en estas jornadas, y le relató a PLAZA CAPITAL algunas de las inconsistencias del programa. “Las personas que dan los talleres no parecen estar capacitadas, parece que les dieron una hoja un segundo antes para decirlo. Escuchaba decir a un tallerista que la sangre menstrual es sangre sucia. Otra tallerista señalaba el clítoris y decía que por ahí orinaban las mujeres”, relata.
PLAZA CAPITAL asistió a algunas de estas jornadas y pudo confirmar la versión de Fierro. Además, se pudo poner en constancia que varios talleristas son contratistas del Distrito cuyas profesiones tienen poco o nada que ver con la atención a los habitantes de calle sobre estos temas. "Yo soy Recreacionista. No utilizo mi título acá", dijo uno de los encargados de la actividad.
Como aclara el contratista varios trabajadores parecen no estar capacitados para la atención a las habitantes de calle. Estudian Negocios Internacionales o tienen título como Recreacionistas, pero por jornada de autocuidado “solo hay un Trabajador Social o Psicólogo, a veces no hay ninguno”, expresó uno de los trabajadores de estas jornadas.
Sin embargo, en charlas sostenidas con Laura Peralta y Camilo Perez, quienes hacen parte de la subdirección para la adultez de la SDIS y coordinan dichas jornadas, la presencia de un trabajador social o psicólogo no garantiza un trato efectivo a las y los habitantes de calle. Así mismo, aclaran que existe una ruta de atención la cual se encarga de delegar responsabilidades en situaciones que la SDIS no puede atender. “Lo primero es la activación de cuando uno sospecha, sospecha porque hay, nos toca hilar finito con estos casos es activar la ruta a la entidad competente para poder hacer una atención psicosocial”, aclara Peralta
Ella continúa diciendo “el ejercicio también es nutrir un equipo interdisciplinar, vamos de la mano con trabajo social, con psicología, pero permite tener hoy sociólogos, politólogos, abogados, periodistas, también comunicadores sociales, en el equipo nutre las discusiones. Esto permite que se hable de otras [perspectivas] para la atención de este fenómeno porque es un fenómeno que es multicausal, que constantemente está cambiando, que es dinámico y que nos permite en ese ejercicio escenarios de discusión interdisciplinaria.
Este no es el único problema que Fierro observa. También están la exigencia de cumplimientos del programa de la entidad y la falta de implementos requeridos para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las habitantes de calle: “Ellos (los trabajadores del distrito) tienen que mostrar resultados. Al final parece que lo hacen solo por la firma. He visto como le dan un taller de salud menstrual a mujeres que explícitamente dicen que ya no menstrúan, que han dejado de menstruar hace diez años. Parece ser que es más importante llevar el registro que la información que le dan a los habitantes de calle”. Además menciona que “de ocho jornadas de autocuidado a las que he ido, solo en tres había insumos de salud menstrual. Cuando se los dan son cosas tan ineficientes como una toalla o un brasier de talla L”, declara Fierro.
Sobre esto, Peralta y Pérez responden que estos señalamientos no son nuevos. Respecto a los resultados Pérez resalta que “es parte del ejercicio funcionario público debe registrar la información hoy el día mañana se convierten en herramientas para para entregarle al Consejo, para entregarle a las otras entidades de evidencias de las acciones”.
Por su parte, sobre la información que se da a mujeres que ya no menstrúan Peralta señala: “Hay muchas personas en calle, con experiencias menstruales activas que no están menstruando, no porque ya pasó su edad, sino por diferentes situaciones de salud que se están viviendo. Es importante que a esas personas les llegue la información de que menstruar es un sinónimo de salud y bienestar”.
Además, añade que “es un poco para que ellos [los y las habitantes de calle] sean también replicadores de la información, los talleres de educación menstrual para el autocuidado y el conocimiento no están dirigidos a personas con experiencias menstruales activas”.
Ahora bien, las problemáticas señaladas por Fierro no solo se reflejan en las jornadas de autocuidado. Otro de las unidades operativas del distrito, los hogares de paso, son señalados por ausencia de implementos de cuidado menstrual. En palabras de una exhabitante de calle, cuyo nombre nos reservamos por petición, esta problemática la afectó ampliamente:
“Yo entré a un hogar (de paso) y apenas nos daban una sola toalla, imagínese. Y para que le dieran otra toalla, tenía que ser quién sabe hasta cuándo, hasta cuando ellos quisieran” y “todo el día con una sola toalla higiénica, imagínese”.
No obstante, los talleristas mencionan que en varias ocasiones estos implementos son revendidos o usados para consumir drogas. Igualmente, Pérez y Peralta resaltan lo mismo: “tenemos que ser conscientes que lo que tú le entregas también tiene que tener un análisis profundo. Hablemos en términos generales de la habitabilidad en calle. Si tú entregas un paquete de papel higiénico a una persona habitante de calle envuelto, empacado, eso no va a terminar para su uso personal sino que va a ser comercializado. Esto no quiere decir que pasa con todos, no quiero generalizar, pero digamos que son unas de las reflexiones que todo el tiempo tenemos que hacer aquí”.
Además menciona que “como las jornadas son están en servicio constante, pues no se entrega el kit robusto**, no se va a entregar 50 toallas higiénicas, sino que se entrega lo que sea requerido en ese momento por la persona que haga la solicitud”. Continúa diciendo “En dado caso que se requiera más o que esté pasando alguna situación de salud, por ejemplo, hemorragias, por lo que se hace es activar la ruta con salud para saber qué está pasando, porque más allá de de requerir el insumo absorbentes que está pasando con una hemorragia, de pronto un taponamiento no bien manejado, o hay alguna otra situación”.
Parece ser que la sentencia va andando poco a poco y la Secretaría Distrital de Integración Social aún tiene problemas para la educación y atención a el cuidado menstrual para las habitantes de calle, así como la oportuna entrega de los elementos de salud menstrual.
*Nombre cambiado por petición de la fuente
**Hace referencia a un kit diseñado por la Secretaría de la Mujer el cual tiene implementos que cubren más de una menstruación