Este 30, 31 de agosto y el 1 de septiembre se llevó a cabo el Festival de Cortos Psicoactivos en la Cinemateca Distrital de Bogotá. El festival, creado en el 2014, es una iniciativa cultural, pedagógica y artística que cada año apoya el talento joven mediante un concurso en el que se incentiva a la creación y divulgación de contenido audiovisual. El evento es organizado por el proyecto ‘Échele cabeza cuando se dé en la cabeza’ con el apoyo de IDARTES, los medios Cartel Urbano y PACIFISTA!, Lomography y la Escuela Nacional de Cine.
El objetivo del certamen es buscar nuevas formas de hablar sobre la drogadicción en la población de hoy en día con un enfoque cultural. Este tema coyuntural que ha ido transformando poco a poco la manera en la que ve la sociedad actual a los consumidores y adictos más allá de los estigmas ya conocidos y estipulados.
Normalmente se tratan distintos temas como salud, activismo, represión policial, vulneración de derechos, prevención del consumo, experiencias psicoactivas y contenidos relacionados con el mundo de las drogas y la realidad social. Para participar en el festival con cortometrajes, animaciones y documentales se debe abarcar uno de estos tópicos.
En esta ocasión, se premió con un galardón simbólico y un estímulo de $1.000.000 de pesos colombianos al mejor cortometraje de las categorías ficción, documental, videoclip y animación. También se reconoció el mejor largometraje enfocado, exclusivamente, en tabaco y nicotina.
Del mismo modo, en alianza con la Escuela Nacional de Cine, se otorgaron cuatro becas para workshop en escenografía, diplomado en producción ejecutiva para cine, taller de actuación para cine y diplomado de realización documental y también 5 Cámaras Lomography a los primeros puestos de cada categoría.
Plaza Capital dialogó con Vanessa Morris, directora del festival, quien afirmó que el principal propósito del evento es que la guerra contra las drogas sea vista desde otro enfoque, que se deje de lado la satanización y la prohibición de las sustancias psicoactivas; en resumen: que dicha guerra en contra de la drogadicción sea reconsiderada.
Colombia ha sido reconocida alrededor del mundo por las narco novelas y la mala reputación. A pesar de que estas historias no se encuentran muy alejadas de la fuerte realidad que vivió el país en la década de los 60’s, 70’s y 80’s con las drogas no solo con su con su consumo, sino también con la producción y exportación en grandes cantidades, después de la intervención por parte de las autoridades en los 90’s para la regulación de la fabricación el panorama cambió para la nación, pero el estigma quedó y se ha mantenido hasta la actualidad. Muchos colombianos siguen siendo catalogados como traficantes o drogodependientes en distintas partes del mundo y en el país mismo.
Los drogadictos son vistos como delincuentes y desadaptados, todo por culpa de estos sesgos creados por las circunstancias. De aquí surge la tan odiada guerra contra las drogas la cual no intenta solamente terminar con el narcotráfico sino también con el consumo que afecta a la juventud del país; el problema es que lo ha hecho de una manera errónea. La prohibición, la captación de las drogas de uso recreativo y el uso de la fuerza contra los consumidores no han sido la mejor solución, al contrario, han generado mayor desinformación y antipatía en la sociedad.
La intención del Festival de Cortos Psicoactivos es visibilizar la drogadicción y las sustancias psicoactivas como un problema de salud pública que debe ser tratado por las entidades oficiales. Esta realidad social ha sido vista generalmente desde el punto de la violencia y el narcotráfico, desamparando al drogadicto que requiere la ayuda necesaria para subsistir y dejar de ser discriminado.
Próximas ediciones buscan romper con los esquemas y estereotipos brindando un espacio donde los jóvenes podrán ser escuchados. Desde el drogadicto que creen causa perdida hasta el joven que prueba una sustancia psicoactiva por primera vez, tienen una historia que contar, algo nuevo que transmitirle al público. El festival seguirá rompiendo esquemas y contando las historias más ‘chimbas’ de la drogadicción desde un plano diferente, más real, más informado.