“¿Debe ser Escocia un país independiente?” En esas seis palabras se resume una decisión política que puede ser trascendental para Europa entera. Este jueves 18 de septiembre, más de 4 millones de escoceses votaron en contra de esa pregunta para romper sus vínculos con el Reino Unido y ser independientes por primera vez desde 1707.
Los resultados que esta elección hubiesen podido traer, tienen un significado muy fuerte a nivel europeo, más allá de las fronteras entre Escocia e Inglaterra. Las dificultades en política económica y energética que plantea una votación mayoritaria por el “sí” son considerables, pero su efecto en otros países sería bastante profundo.
La mayor problemática que este referendo plantea, según el exdirector de la Asociación Colombiana de Diplomáticos José Joaquín Gori, es la expansión del separacionismo a nivel europeo en caso de que el Sí ganara. “La tendencia a la separación es un virus contagioso”, explica, “y este referendo es susceptible de generar un efecto dominó”.
Para Gori, esta amenaza podría afectar a otros países con movimientos independentistas fuertes de parte de sus minorías. “Son muy pocos los casos de secesiones pacíficas, además sometidas a elecciones pacíficas. España y Bélgica serían los primeros en correr el riesgo de que los movimientos separatistas de Cataluña, el País Vasco y Flandes originen serios problemas internos”, afirma.
Incluso, algunos analistas plantean que este referendo podría ser un problema enorme para el primer ministro británico David Cameron: además de abrir "una caja de Pandora", estaría permitiendo a una Escocia independiente dar un fuerte golpe al poder de una potencia militar, económica y social que es la segunda economía de la Unión Europea. Si el Reino Unido pierde su petróleo, que está mayormente en aguas territoriales que podrían ser asignadas a Escocia, su posición económica se vería fuertemente afectada al perder casi 8 billones de libras en impuestos.
La capacidad económica de Escocia es suficiente para sobrevivir a la independencia, gracias a las extensas reservas de petróleo del Mar del Norte. Este es uno de los motivos esgrimidos para apoyar la independencia: de acuerdo a grupos como Business for Scotland que apoyan el “sí”, las regalías por exploración petrolífera en aguas escocesas son redistribuidos al resto del Reino Unido, impidiendo que los escoceses disfruten de estos recursos como lo hacen otros países similares, como Noruega.
De todos modos, para Gori, podría haber un período de incertidumbre económica en Escocia. “Es posible que se presente una recesión económica por un freno a la inversión y fuga de capitales”. Además, como los líderes económicos que apoyan el referendo buscan mantener la libra esterlina como la moneda de Escocia, la política monetaria se decidiría todavía en Londres.
Sin la Unión Europea para poder exportar, el futuro de una Escocia independiente sería muy complejo, pero podría presentar oportunidades interesantes de cooperación para países como Colombia. Gori considera que el país podría cooperar con la política económica escocesa: “las relaciones tendrían buenas perspectivas en cooperación económica, en áreas de la salud, energía, educación, ciencia y tecnología”, aclara.
Para esto, se debe dar una votación positiva al referendo de este jueves. Las últimas encuestas han sido demasiado cerradas, pero muestran una tendencia creciente a apoyar el “sí”. Medidas desesperadas como buscar que la Reina Isabel II anuncie públicamente su apoyo al “no” pueden inclinar la balanza a un lado u otro y afectar el futuro escocés y británico.
La incertidumbre por las consecuencias del “sí” ha sido bastante notoria en los últimos días, con empresas como el grupo financiero RBS que han amenazado con retirarse de Escocia hacia el Reino Unido. Y toda esta incertidumbre sólo se podrá definir el día de hoy, cuando las urnas en Escocia se cierren.