El ataque del Estado Islámico de Iraq y Al-Sham (ISIS, por sus siglas en inglés) en redes sociales ha mostrado un nuevo enfoque en la forma de difundir informaciones y propaganda por parte de grupos radicales. Aun cuando sitios como Twitter han cerrado las cuentas que estos grupos usan para diseminar sus actos y mensajes, el poder de las redes sociales también ha sido usado para imponer miedo y buscar miembros para estas organizaciones.
El asesinato del periodista James Foley, publicado el pasado 19 de agosto con un video escabroso que mostraba su decapitación a manos de miembros de ISIS, es apenas el ejemplo más conocido a nivel mundial de una estrategia coordinada para buscar imponer su visión de un islamismo del siglo VII, guiado enteramente por las enseñanzas de Mahoma y el Corán, usando las herramientas del siglo XXI.
Para José Carlos García, director de tecnología de El Tiempo, es mucho mayor el impacto de formatos como el video en redes sociales para difundir el terror que el que tenían grupos como Al-Qaeda enviando videos con sus declaraciones a las grandes cadenas de noticias. “En vez de ser el video que un medio de comunicación decide publicarlo o no, estamos ante la viralidad que permite en muy pocas horas el esparcimiento y la difusión de una manera muy efectiva, lastimosamente”, aseguró en entrevista a Plaza Capital.
Según declaró el experto Shadi Hamid a la PBS, “cuando el ejército iraquí o el sirio ven imágenes de decapitaciones o ejecuciones en masa, piensan a sí mismos que si los soldados de ISIS los capturan, les pasará lo mismo. Eso realmente impacta la moral de quienes buscan luchar contra el Estado Islámico”.
La eficacia de estos mecanismos puede demostrarse mediante el ingreso de militantes de Occidente, los cuales son atraídos por las cuentas de la red social mediante mensajes violentos que buscan inflamar su islamismo. Según la Liga Antidifamación de Estados Unidos, tres estadounidenses han intentado unirse a ISIS, y las cuentas de esta organización y sus simpatizantes hacen un esfuerzo activo para aumentar sus miembros en occidente.
La Liga Antidifamación también ha hecho un estudio del contenido de estos mensajes en redes sociales. Mientras algunos de estos son amenazas violentas a Estados Unidos e Israel, otros buscan reclutar musulmanes que viven en Occidente mostrando la organización como un grupo caritativo, y otros más intentan desmoralizar a la población iraquí en las áreas amenazadas por su alcance.
Esta efectividad se podría ver interrumpida si se mantiene la política actual de las principales empresas de Internet para retener estos ataques. Google ha bajado automáticamente de su servicio Youtube videos de ISIS que inciten al odio y a la violencia, cumpliendo con sus políticas de usuario. En el caso de Twitter, que también ha eliminado cuentas que difundieron la ejecución de Foley, la dinámica es mucho más compleja.
García considera que esto podría ser un mecanismo para generar una restricción proactiva más intensa de parte de la red social. “Bloquear un contenido de una carga emocional tan fuerte podría ser usado en otro tipo de escenarios [como] pornografía infantil, matoneo, atentados al buen nombre, injuria y calumnia”, afirma.
Las normas de servicio de Twitter admiten que se puede publicar contenido “potencialmente inflamatorio”, siempre y cuando este no incluya amenazas “directas y específicas” a una persona o un grupo por su raza, origen nacional, religión u orientación sexual, entre otros.
Además, Twitter también reconoce que no monitorea el contenido publicado por sus usuarios, excepto cuando este es reportado como ofensivo por algún usuario a la administración de la red social. La postura general de la red social es bastante laxa, en defensa del derecho a la libre expresión.
Según un análisis del Wall Street Journal, la causa del cierre de las cuentas que publicaron la decapitación de James Foley no fue el contenido violento de las mismas, sino una solicitud directa de la familia de Foley para evitar que las imágenes siguieran difundiéndose en el sitio. El diario afirma que algunas de estas cuentas se han trasladado a servicios menos conocidos como Friendica o Diaspora.
Mientras aumentan los ataques de los jihadistas sobre ciudades de Iraq y Siria, la guerra en las redes sociales ha aumentado en su intensidad. El propio Departamento de Estado de Estados Unidos ha creado una cuenta en la que busca contrarrestar el impulso de ISIS y otros grupos islámicos sobre esta población.
La efectividad de los mecanismos en línea para contrarrestar el impulso de ISIS está en duda, pero es mejor que nada, según Hamid. Así, la guerra de propaganda que habitualmente transcurre entre dos grupos enemigos se ha difundido también a las redes sociales, donde un jihadista en Mosul puede tener el mismo alcance a un público interesado que un gran medio en Nueva York.