El estadio El Campín es uno de los lugares emblemáticos de Bogotá. Normalmente es visitado todos los fines de semana, con la excusa del fútbol, por dos de sus más fieles compañeros. Pero también, es utilizado para eventos, tiene diferentes aspectos que lo hacen protagonista en la capital del país y por supuesto hay quienes lo quieren y otros que preferirían que no existiera.
En el año 1934 el alcalde Jorge Eliécer Gaitán, quien fue el gran amigo del estadio El Campín, promovió durante su mandato la creación de un espacio deportivo. La familia Camacho, que era una de las más prestigiosas en la ciudad, supo de las intenciones de Gaitán. Por eso, Luís Camacho Matiz, hijo de Nemesio Camacho, donó parte de una de las fincas de su padre para la creación del lugar, que llevaría su nombre. Todo esto se dio en el cumpleaños número 400 de la capital y también porque fue elegida como sede de los Juegos Bolivarianos de 1938.
Este fue el primer evento que se realizó en el estadio, Bogotá fue sede porque en 1936 se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos de Berlín, y los colombianos pensaron que debían crear unos juegos a nivel regional, en donde participaran los países que fueron liberados por Simón Bolívar. En estas competencias participaron seis países y Colombia quedó de segundo en el medallero con 19 oros, 26 medallas de plata y 21 bronces y contó con la participación de 738 deportistas. En ese entonces, los juegos fueron inaugurados en el estadio de la Universidad Nacional y clausurados en el Estadio Nemesio Camacho “El Campín”. Fue la primera vez que a este llegaron personas, trascendió en el país y tuvo una alegría, a medias, ya que se marcó el primer gol de Colombia que lo hizo Tomás Emilio Mier, pero ese día Colombia perdió frente a Ecuador 1-2.
La creación de El Campín fue necesaria en la capital, ya que se quería fomentar el deporte y el único estadio que había era “La Merced”. La capacidad inicial del estadio fue 10.000 espectadores, se posicionó en una parte de la ciudad en donde solo había potreros y fue vecino lejano del Hipódromo. Tenía solo una tribuna, la cancha era de pasto y estaba totalmente rodeado de pinos, sin ningún tipo de edificio formado. Para el año 1948, El Campín tuvo su primera remodelación para los que iban a ser sus dos grandes hijos, ya que en este año se dio inicio al torneo colombiano de Categoría Primera A.
El 28 de febrero de 1941 nació el primer hijo del Campín, Santa Fe, quien se identifica con el color rojo, y el 18 de junio de 1946, su hijo menor, Millonarios, quien es muy diferente a su hermano y le gusta el color azul. Cuando el torneo inició, El Campín recogió a sus dos hijos y, en esa oportunidad, Santa Fe lo llenó de orgullo, ya que se posicionó como campeón de la Categoría A de Colombia con 27 puntos, luego de sobresalir en difíciles enfrentamientos. A partir de allí, selló la frase célebre con la que será recordado por sus hinchas, “el primer campeón”. Los dos niños iban creando historia y en las primeras posiciones de los goleadores quedaron jugadores pertenecientes a sus equipos como Alfredo Castillo, por parte de Millonarios, y Jesús María López, con Santa Fe.
Campín ha pasado por grandes remodelaciones que demuestran su historia e importancia para la ciudad y para mantenerlo es necesario que los equipos que lo alquilen paguen $ 6.280.000 y el 11,29% del valor bruto de la taquilla, ya que es necesario hacer mantenimiento constantemente. Según la revista de arquitectura de la Universidad de los Andes, en los años 1951 y 1968 se amplió el estadio, llegando a tener capacidad para 62.500 espectadores, logrando así que el fútbol fuera más apreciado en Bogotá. Cada vez había más capacidad para hinchas, lo que hacía que sus hijos pudieran tener más audiencia y ser reconocidos internacionalmente. También, gracias al éxito del estadio, sus alrededores se iban llenado con pequeñas casas y construcciones cercanas.
El primer campeón
Independiente Santa Fe es reconocido por ser el rojo capitalino o el cardenal. Es un equipo que tiene mucha historia y se ha posicionado como uno de los mejores del país, con títulos internacionales como la Copa Sudamericana, alcanzada en 2015, en donde los hinchas albirrojos hicieron a Campín un gran protagonista, vistiéndolo de rojo, las multitudes se llenaban de alegría. En la actualidad cuenta con nueve estrellas del torneo local, las más actuales logradas en 2012, 2014 y 2016, en donde su hinchada ha llenado el estadio en las últimas fases del torneo y finales.
El equipo ha tenido altos y bajos, pero su hinchada no ha sido la más fiel, en el año 2012 quedaron campeones y la asistencia fue de aproximadamente 126.764 personas, siendo superado por Millonarios y Nacional. También, en el año 2013, el número de abonados fue de 7.900 personas, año en el que llegaron a una final que perdieron con Nacional. Los hinchas recuerdan ver hace varios años el estadio a medias, si bien últimamente han sido más constantes, siguen siendo superados por otros equipos de fútbol, aunque su presente futbolístico sea bueno.
Hinchas como Laura Cabrera, asegura que confía en la hinchada de Santa Fe, sabe que siempre va a apoyar al equipo, y dice que “uno de los mejores días de mi vida fue la final de la Copa Sudamericana, cuando ganamos contra Huracán, fue realmente impresionante todo ese partido, los nervios, el sufrimiento, la espera, pero al final poder celebrar como nunca, la verdad lo que se vivió ese día, la energía del estadio especialmente en los penales fue tremenda, todos en las tribunas abrazados y al final uno veía a un montón de gente de todas las edades gritando y llorando”. El Campín es el escenario en donde los hinchas han vivido los mejores momentos de su vida. Julián Márquez ha ido al estadio desde chiquito con su familia aficionada al fútbol y han encontrado en Santa Fe su gran amor. Recuerda que siempre trata de ir al estadio y que para él “es un lugar que representa solo felicidad, inclusive en los malos momentos, porque me desahogo con los gritos y salgo renovado”, dice.
Foto: Camila Carrillo
El ‘Ballet Azul’
Su otro hijo, Millonarios es también conocido como el conjunto embajador, tiene una historia nutrida con 14 estrellas en el campeonato local, en el año 1949 inició la época del “dorado” en Colombia, en donde el equipo fue llamado el ‘Ballet Azul’ y ganó su primera estrella. Este reconocimiento fue porque tuvo jugadores de talla mundial, que hacían que las personas se enamoraran del fútbol de los albiazules. El equipo luego de tener muchos títulos y ser catalogado como uno de los mejores a nivel nacional, tuvo un bajón de varios años en donde no consiguió ningún título y estuvo cerca de bajar de categoría.
Aunque es cierto que Millonarios ha tenido momentos en donde el fútbol y la calidad no son los mejores, siempre en el estadio ha estado gente apoyándolo. Cabe recordar, que tiene una de las hinchadas más apasionadas y grandes del país. Los hinchas del equipo ‘Embajador’, han tenido que sufrir y pasaron 24 años sin lograr una estrella, hasta que en el año 2012, luego de hacer un gran semestre, disputaron una final contra el Independiente Medellín y en la tanda de penaltis hizo feliz a todo un estadio. Daniel Padilla, asistente al estadio e hincha del equipo desde muy chiquito, dice “ese momento nunca se me va a olvidar. Recuerdo cada uno de los jugadores que patearon en la tanda de penaltis, era increíble que tuviéramos que sufrir hasta el último momento. Pero cuando Delgado tapo ese último cobro, la emoción de las personas fue inigualable, habían niños y adultos llorando”.
Cristian Jiménez, creador de la ‘Barra Franco’, dedicada al jugador Pedro Franco que es ídolo de los embajadores, dice que “El Campín ha sido testigo de lágrimas y sonrisas, de momentos únicos, obviamente el 16 de diciembre de 2012 es inolvidable. Ver cómo en ese lugar se cumplía el sueño de millones de personas, fue increíble”. Luego del campeonato, el equipo mostró buen fútbol, pero cinco años después no han vuelto a conseguir una estrella. Sin embargo en el año 2014 según el periódico El Espectador fue el líder en asistencia con un promedio de 19.488 espectadores por partido.
Foto: Laura Daza
Visitantes inusuales
El Campín es muy sociable y siempre acoge a las personas que lo quieren visitar, por eso desde aproximadamente el año 1970 inició a recibir a sus sobrinos, los conciertos que se realizaron en la capital del país. Así, este lugar no es solo reconocido por el fútbol, sino que también hay muchas personas que lo recuerdan por los artistas que han venido a presentarse.
Laura Cabrera dice que el estadio, para ella, no solo está relacionado con el fútbol específicamente a Santa Fe, sino que también “uno de los mejores conciertos de mi vida y, he ido a muchos por cierto, fue en el Campín y fue el de Foo Fighters. Uno se da cuenta la importancia de un escenario tan imponente para ver a una banda de ese nivel, el show fue espectacular, el sonido increíble, y la vista igual”. Un lugar que normalmente es implementado para el deporte también hace alusión a música, y la emoción y felicidad que este recibe de sus inusuales visitantes es muy reconfortante.
Al igual que Laura, el líder del club de fans del grupo británico Coldplay, Johan Morales, hizo referencia a lo importante que es para él este lugar, ya que el concierto fue en el 2016 y dijo “que es un sitio nostálgico y lleno de recuerdos alegres, que queremos volver a vivir (los fans) sin duda alguna, también es como un monumento para nosotros, porque fue una noche mágica”. Dadas algunas remodelaciones que se le han hecho a Campín, no ha vuelto a recibir tantos conciertos como lo hacía antes, y ahora según Carolina Pineda, jefe de la oficina asesora de Comunicaciones y Prensa del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), se protege la gramilla del estadio y “de acuerdo con la solicitud del interesado (para hacer un concierto). Se estudia el requerimiento, especialmente las fechas a ver si es posible, y se informan las condiciones exigidas para tal fin”.
Los vecinos inconformes
Aunque El Campín recibe varios hinchas que lo único que quieren es disfrutar el partido de su equipo, y otros que utilizan el fútbol como excusa y están interesadas en causar peleas y rivalidades. Los dos hijos del estadio tienen hinchas muy apasionados, pero en algunos casos ese amor se vuelve violencia y cuando hay un partido entre ellos hay algunas peleas y riñas a las afueras del estadio. En el año 2015 el Canal Caracol investigó cómo era vivir cerca a el Estadio El Campín y encontró que muchas personas sufren cada vez que hay partidos importantes como clásicos, porque hay riñas y algunos vendedores tienen que cerrar sus puestos por temor a la agresión, lo que significa pérdidas monetarias para ellos.
Ana María Guzmán, una estudiante que vive cerca del estadio, dice que es incómodo vivir cerca a El Campín, por la cantidad de personas que se dirigen a él los fines de semana. También porque se crean trancones y los hinchas hacen mucho ruido después de los partidos, porque se reúnen en distintos parques que hay alrededor para tomar bebidas alcohólicas o fumar sustancias psicoactivas. Así lo que los vecinos reclaman un mal manejo y control de los hinchas, ya que muchas veces incomodan a los residentes de la zona y estos ‘hinchas’ crean una mala impresión, del fútbol, el estadio y en general los eventos que se hacen allí.
La felicidad amarilla
En pro del reconocimiento, en el año 2000 el estadio tuvo una remodelación y su capacidad fue de 48.300 espectadores, para la realización de la Copa América en 2001, bajó a 47.118 personas. Este es uno de los eventos más importantes que se ha realizado en El Campín porque Colombia fue la sede del evento y en la final Colombia-México se recaudó más de un millón de dólares. Hugo Carlos Daza y Gloria Stella Díaz, asistentes a esta final, dicen que fue un momento increíble, ya que los dos son seguidores del fútbol, y ver a la selección fue inolvidable. Afirman que, “la selección es diferente a cualquier equipo, ellos juegan por el país y en este campeonato jugaron muy bien, lo único malo fue la locura que crea en algunas personas. Porque en uno de los partidos nos cubrió una bandera gigante y un desadaptado se tiró por ella y lastimó a mi sobrino”.
En mayo del 2008 el presidente de la FIFA anunció que Colombia había sido elegida para ser sede del Campeonato Mundial sub-20 en el año 2011, por este motivo se le hizo una renovación, ya que los estadios mundialistas debían cumplir un tipo de especificaciones para poder ser utilizados en el evento. Entre los requerimientos que la FIFA pedía era necesario añadir camerinos, palcos auxiliares, mejorar el acceso a las partes del estadio, una zona VIP y aumentar la localidad de occidental. También estaba que los estadios mundialistas no debían llevar nombres de personas, por eso, se le quita el nombre de Nemesio Camacho y queda solo El Campín.
En esta oportunidad, Bogotá fue la sub sede del Mundial y el lugar en donde Colombia jugó todos sus partidos, en estos encuentros se destacaron las presentaciones de jugadores que ahora se destacan en el fútbol nacional e internacional como James Rodríguez, Santiago Arias, Luis Fernando Muriel y Pedro Franco, quien fue el capitán de esta selección que llegó a cuartos de final perdiendo el partido definitivo contra México. Este certamen sirvió para que el estadio y la ciudad fueran cada vez más reconocidas en el deporte, también despertó el interés de decenas de extranjeros que vinieron al país por el mundial y la felicidad de los hinchas de la selección al ver la calidad de los jugadores que llegarían a la selección de mayores.
El lugar de todos
El estadio es un espacio de esparcimiento que ha estado inmerso en la historia de la ciudad y del fútbol, este lugar es capaz de reunir todo tipo de sentimientos en un solo momento, que los hinchas y fanáticos van a guardar en sus mentes toda la vida. La importancia que El Campín tiene en los bogotanos se puede apreciar por la manera en que cada hincha, ya sea de alguno de sus hijos Santa Fe, Millonarios, o sus visitantes inusuales, tiene una historia diferente que lo involucra y recoge todas las emociones que un solo momento específico puede llegar a tener. Por eso, las dinámicas y amistades que se crean allí marcan la vida de una persona, haciéndolo un lugar característico de Bogotá, e imposible de borrar de los visitantes que pisan sus gradas.