'No esperaba que Verde tuviera el impacto que está teniendo por ser un libro crítico con las FARC, con el gobierno y con la sociedad', Federico Ríos sobre Verde, la obra gráfica que documenta a las FARC

Viernes, 23 Abril 2021 19:31
Escrito por Laura Prato

Federico Ríos (Manizales) es un fotógrafo colombiano que ha enfocado su trabajo en destacar problemáticas sociales en Colombia como el conflicto armado. Es reconocido por ser el reportero gráfico del periódico The New York Times en Colombia. Este año ha anunciado su nuevo libro titulado Verde, un libro fotográfico que documenta en fotos a la guerrilla colombiana las FARC en los últimos 10 años, donde se incluye el proceso de paz del año 2016, el triunfo del no del plebiscito en el Gobierno Santos y la entrega de armas de las FARC, entre muchos otros acontecimientos vividos recientemente en Colombia. 

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¿Cómo comienza con la fotografía?

Yo no sé cuando empecé, yo empecé a ver fotos en mi casa y álbumes en la sala. Los amigos de mi padre y de mi madre venían a casa a ver fotos. Desde allí la fotografía se tornó en algo importantísimo. Empecé a tomar fotos entre los 6 y los 7 años. A esa edad hice mi primer viaje al Amazonas con mi padre en 1987. Era un destino mucho más agresivo, mucho menos ordenado y mucho menos normal de lo que es hoy. De ahí para adelante estuve pegado a una cámara fotográfica. No estoy muy seguro sobre donde está la división entre el arte y la fotografía periodística. Finalmente no me gradué porque estaba tan ocupado siendo fotógrafo que empecé a dejar la carrera de lado. Para mí, era muy importante seguir hundiendo el obturador, disparando, pasando horas metido en un laboratorio fotografía.

¿Cómo consigue el acceso para trabajar en el New York Times?

Para hacer claridad. Yo soy un fotógrafo independiente, yo no soy un fotógrafo de planta. Trabajo para ellos como freelance, con una base muy constante. Entonces son muchos años haciendo fotos para ellos de forma constante como independiente. ¿Cómo lo consigo? Un día me llamaron y me dijeron "mira tenemos estas fotos" y me siguieron llamando para otras, después otras y así. Fue pasando el tiempo y me parece maravilloso. Estoy muy feliz. Me siento orgulloso de publicar mis imágenes en el NYT porque es un periódico que tiene un respaldo, una ética y un nivel de periodismo importantísimo. Me siento muy satisfecho cuando veo que les gusta y se comprometen con mi trabajo. Entonces, siento que es un ejercicio de doble vía de comunicación fluida en el que propongo temas o ellos proponen temas y encontramos historias o noticias. Así las sacamos adelante. 

¿Cómo contacta a las FARC y a documentarlos fotográficamente?

A mí se me ocurre que es importante hablar con estas personas y fotografiarlos desde temprano en mi carrera, no es algo tan fácil. Empiezo a buscar la forma, empiezo preguntarme, empiezo a indagar y en eso comienzo a darle vueltas y vueltas. Luego termino en un fuego cruzado porque mi primer contacto con ellos es en un fuego cruzado. A partir de ahí hacemos contacto, en el que dejo claro que mi función allí que es una función periodística, estoy ahí para trabajar y documentar. Van pasando los días, comienzo a documentar pausadamente, con mucho diálogo... Cuando miro hacia atrás llevo 10 años documentando a las FARC y al conflicto armado interno en Colombia. 

¿Por qué las FARC y no otro grupo o tema?

Yo he documentado a varios grupos, he documentado a las FARC, al ELN, a las disidencias, he documentado a otros grupos armados, también a pandillas en las ciudades, en los barrios periféricos de las ciudades. Pero particularmente con las FARC, que pasa por un proceso de diálogo con el gobierno, que es la guerrilla más antigua y numerosa de América Latina, hay varios factores que los ponen en un lugar importante en la historia y es importante entender qué significaba hacer un pacto con ellos. 

¿Qué dificultades se presentaron para realizar el libro desde sus inicios hasta el producto final? 

Dificultades, muchas. La primera, empiezo a hacer el proyecto autofinanciado. Tomé dinero ahorrado de trabajos para ir a estos lugares y fotografiar a estas personas. Luego ya con el material comienzo a contactar diferentes editoriales y otras editoriales me contactan. Pero no es tan fácil. Muchos cierran la puerta y sencillamente dicen que no, todo se va al carajo y el gran bache del proyecto es ése, nadie quería publicar el libro, era muy difícil tomar la decisión de auto publicarlo, pero asumimos el riesgo de auto publicarnos junto a Santiago Escobar Jaramillo, mi gran amigo y editor. Este trabajo no es en solitario, no es solamente mío, soy el autor pero el editor es Santiago y cumple un papel importantísimo ahí. Todos esos obstáculos los fuimos pasando uno a uno hasta que finalmente lo publicamos. Ahora tenemos 2.000 libros publicados. 

¿Esperaba que el libro tuviera el impacto que ahora tiene?

No, realmente yo no esperaba que el libro tuviera el impacto que está teniendo en este momento. Yo esperaba que el libro tuviera una acogida muy de gremio. Era un libro muy difícil para mí porque es un libro crítico con las FARC, crítico con el gobierno y crítico con la sociedad. De alguna forma este libro le tira a todos. He recibido comentarios muy positivos de personas que eran de las FARC, de personas que estaban en el gobierno y de personas que son parte de la sociedad que cuando reciben el libro se sensibilizan. Para mí ha sido una sorpresa, realmente no esperaba tanta acogida con un libro tan crítico con el conflicto. Eso ha sido maravilloso. 

¿Qué es lo más valioso que rescataría de esta experiencia?

Para mí es clave que el libro retrata un conflicto armado que termina en un pierde-pierde. Hacer una negociación entre las FARC y el gobierno colombiano, desde mi perspectiva, es una solución a un conflicto que nunca debió haber sucedido. Es como devolverse cuando uno toma el camino equivocado, pero este regreso y camino equivocado nos ha costado años de sangre, muertes, dinero, infraestructura y otras problemáticas. Pero la mayor enseñanza es preguntarse hasta dónde llega uno con el uso de las armas. A ningún lado, porque los que empezaron la guerrilla como unos campesinos pobres, hoy son unos campesinos pobres. No hay un cambio.

El gobierno colombiano con el ejército, la policía y la inteligencia ha invertido recursos, dinero, tiempo, esfuerzo y trabajo en combatir una guerrilla que tampoco logró vencer. La gran lección es que el camino de las armas no son el camino; solo genera sangre, dolor y un espiral de violencia. En el que ojo por ojo solo garantiza que todos quedamos ciegos al final. También me ha enseñado que los colombianos no conocemos el país porque la geografía que fui encontrando no eran lugares que pudiera recorrer fácilmente.

¿Tienes alguna parte favorita del libro?

Todo el libro, no podría elegir una parte y dejar las otras fuera.

¿Qué consejos daría a los jóvenes fotógrafos o periodistas que se adentran en el mundo del fotoperiodismo en estos momentos?

El fotoperiodismo es un mundo muy amplio, es un baile muy delicioso. Hay un equilibrio especial entre el periodismo y el arte, entonces uno tiene la posibilidad de escribir poesía pero visual. Yo les recomendaría leer poesía, ver cine, escuchar música de distintas partes del mundo pero sobre todo, me aferro al consejo de Sergio Larraín: "Compra una cámara que puedas pagar y manejar, compra unas botas y anda a caminar". Busca algo que te interese en Bogotá, Cali, Medellín, en tu pueblo, en donde estés. Mira al vecino, las grandes historias están en casa siempre.

Estuve un par de años tentado en irme a Medio Oriente, al final no me fui, durante algunos días o incluso años, me sentí un poco frustrado, golpeado, porque pensaba que las cosas hubieran sido diferentes, pero me quedé y mira cómo resultaron las cosas finalmente. Muchas veces se piensa que las grandes historias están en el otro lado del mundo. Los temas están aquí así que lo importante es ponerse un par de botas e irse a la calle a fotografiar.