En sus inicios, Germán Ortiz trabajó como periodista en radio, colaboró con actividades culturales en la embajada de Brasil en Bogotá, donde tenía un programa de música a su cargo. Actualmente, además de ser profesor de Periodismo en la Universidad del Rosario, realiza sus estudios de doctorado con la Universidad de Chile.
¿Cuál es su perspectiva de la actualidad del país frente a al manejo que se le está dando a la pandemia por parte del gobierno nacional?
A mí me parece que como tal el gobierno ha intentado asumir las diversas urgencias de tipo coyuntural que se han presentado. No lo han hecho mal, me parece que el gobierno lo ha intentado lo mejor que puede, pero también ha tenido que tomar decisiones que no siempre han sido las más acertadas. Uno entiende como cualquier gobierno del mundo tiene que tomar prioridades si lo que quiere es sacar adelante la economía o prevenir el contagio.
En el comienzo todos corrimos a escondernos para prevenir el contagio pero nos dimos cuenta que la pandemia obviamente erosiona la economía, como a sucedido con la mayoría de los países de América latina y en general del mundo. Por supuesto, la economía no aguanta una situación de confinamiento, de recesión, de ralentizar la economía. En eso el gobierno, ha fallado porque digamos que todos entendemos que es difícil evitar el contagio sin abrir la economía y que es necesario hacerlo.
Me da la impresión que, en esta segunda fase, el gobierno le ha dado más prelación a lo económico sin prever que lo que puede venir en las siguientes semanas o meses quizás pueda ser peor. Volvemos de nuevo al asunto en cuanto a que le damos prelación, ¿a la vida o la economía? Esto es un falso dilema ya que finalmente se sacrifica uno u otro, lo cual no debería ser así pero los gobiernos terminan haciéndolo.
¿Desde su óptica como cree usted que se va a desarrollar todo lo que viene con el tema post-coronavirus? ¿Cómo ve al país y a su gente superando todos los efectos colaterales que dejara la pandemia cuando finalice?
Va a ver muchísimos problemas, creo que para el gobierno de Iván Duque el tema que se conoce como la gobernabilidad va a estar muy erosionada. A mi modo de ver, por la cantidad de problemas sociales que va a tener que asumir, ya que, por supuesto, la pandemia ha hondado las grandes diferencias, carencias, dificultades económicas de muchos sectores sociales del país.
Es una economía donde el 60% en promedio de personas están en el campo informal, que son precisamente las personas que más están padeciendo la crisis causada por el coronavirus. Me parece que él va a tener que enfrentar unas problemáticas bastantes complejas y amplias, me parece que ha sido una grande torpeza del gobierno se ha involucrado temas que tienen que ver ya con política doméstica, tienen que ver con problemas de tiempo atrás tiene que ver con postulas ideológicas como temas en concreto relacionados con la paz, por ejemplo, la posibilidad de la protesta social.
Es curioso que un gobierno que se ufana de tener el presidente más joven que ha tenido Colombia tenga actitudes que recuerda a los gobiernos más recalcitrantes. Un gobierno como el actual intenta criminalizar la protesta social en un discurso que parece más bien traído de los años 60, por supuesto, le va a generar un problema adicional a los problemas que la pandemia le está dejando y va a empeorar su gestión.
A menos de dos años, ya se siente un agotamiento del gobierno. Se siente un agotamiento que ha sido innecesario, adoptado más que todo por la terquedad en el que el gobierno ha manejado el asunto, cuando debía haber dejado tras un poco y haberse distanciado más desde esa discusión, que tiene mucho que ver con la política que Colombia ha venido atrás por generaciones.
Desde que se implementaron las medidas de aislamiento obligatorio en el país y todo lo que esto generó a nivel socioeconómico, las tasas de inscripción a la educación superior bajaron sustancialmente por evidentes razones… ¿Qué papel juega la educación en todo esto? ¿Piensa que los entes gubernamentales y las universidades están aportando lo que deberían para revertir esta tendencia negativa?
Las universidades, no todas, se han podido defender mejor. Se ha impuesto un poco la sensatez en cuanto que la gente considera que la educación de calidad vale la pena, hay que mantenerla, hay que sostenerla y me parece que las universidades lo han hecho bien. No todas, digamos que hay universidades en Colombia que generaron las falsas expectativas que podían hacerlo y no lo hicieron bien.
Creo que eso fue un para un sector de sus estudiantes que estaban ahí estudiando bastante frustrante, otras universidades hicieron sus mejores esfuerzos y de hecho, lo han hecho y se siguen manteniendo sólidas. Un momento en que en la pandemia abandonar los estudios, dejar de dar educación sería empeorar la situación, en particular para los más jóvenes.
Los niños que llevan meses estudiando desde casa, al menos tiene algo útil en qué pensar supongamos que no hubiésemos sido capaces de seguir adelante con este proceso, hubiera sido un verdadero fracaso generacional con profundas aplicaciones. Ya lo han dicho, que miles de niños dejen de ir a la escuela ya es un problema de por sí, no están socializando, no están compartiendo. Eso ya es un problema.
Así nos vamos a tener que mantener seguramente por unos buenos meses más. Sin embargo, el hecho de que al menos se hayan preocupado por seguir recibiendo una educación a distancia, con internet, muestra la importancia de sostener el modelo de educación, al menos, de manera básica. Si los estudiantes desconectan de los estudios, si no lo hacemos así simplemente, las consecuencias van a ser nefastas para las generaciones que les corresponde esta pandemia.
En los menores de 14 años que son las que más pueden sufrir efectos en sus rutinas, en sus maneras de entender, en sus formas de socializar, creo que ahí ya hay un avance y la educación en general, empezando por las universidades como lo hacía al comienzo ha sido más positiva que negativa.
¿Ve que los entes gubernamentales estén aportando lo suficiente o se están quedando cortos sobre todo en la materia de las universidades públicas?
El problema es que la universidad pública trae varios problemas, que los traía desde antes de la pandemia, un déficit presupuestal altísimo.
Hay que ser consciente de que muchos estudiantes de universidad pública viven en provincia, no tienen acceso a los medios para poder estudiar en particular un computador, una buena conexión de wifi, un espacio acorde a lo que necesita y estar en la universidad pública les permitía al menos sobrellevar esa situación. Me parece que se han radicalizado más las carencias y la universidad ha sufrido más, siendo la universidad pública, por ejemplo, la Universidad Nacional de Bogotá, una de las universidades que más aporta a la investigación del país, creo que en el gobierno han estigmatizado a la universidad pública. Precisamente, es desde la universidad pública donde se hace la mayor oposición, se protesta.
Eso genera un cierto recelo de algunos sectores. Sin duda, este es un momento en que la universidad pública necesita recibir recursos porque primero, están paradas las investigaciones, segundo, no pueden continuar en la situación en que están. La universidad pública necesita recursos, estamos hablando de billones de pesos y el gobierno que se había comprometido a dar esa plata terminó dando mucho menos de lo que había prometido. Digamos que un estado que realmente quiera sentirse orgulloso, no es por el tipo de universidades privadas que tenga, sino por el tipo de universidades públicas que contenga, aquellos estados que tienen buenos niveles de educación.
La crisis sanitaria ha agravado las carencias sociales, las brechas sociales, las inequidades o sea realmente el virus de la pandemia donde más daño ha hecho, ha sido en que se ha agudizado las diferencias entre las sociedades más pobres de América Latina.
No es un secreto para nadie la situación de violencia por la que el país pasa actualmente, las masacres, los asesinatos a líderes sociales, las BACRIM y grupos al margen de la ley dan la sensación de que con el paso del tiempo están tomando fuerza. ¿Cuál es su punto de vista frente a esta problemática?
El gobierno de Iván Duque llegó con una actitud un tanto pesimista ante el proceso de paz y lleva dos años en el poder.
En estos dos años, en mi opinión, no atacó de frente las carencias y los vacíos de estado que había en las zonas más vulnerables, donde había más riesgo precisamente por la presencia de cultivos ilícitos, por la presencia histórica, no solamente de este gobierno, sino de gobiernos anteriores. No hay un estado como tal y, por supuesto, lo único que permitió y se le llamó al gobierno siempre la atención era que implementase los puntos sobre todo el punto número uno, el acuerdo de paz, porque era una forma de reactivar, primero, la presencia del estado y segundo, deslegitimar los actores violentos, que en esas zonas están acomodándose.
Desafortunadamente, cuando el proceso se dio, este gobierno, el Centro Democrático no lo acompañó, no quiso entender que el proceso de paz no era un asunto del gobierno del presidente Santos, sino una política de Estado. Paradójicamente, hoy está padeciendo esa política, está sintiendo la presencia de actores armados, el regreso de las masacres, el regreso de la violencia contra la fuerza pública, lo que el mismo gobierno no quiso entender en su momento, lo que el mismo partido no quiso entender en su momento, cuando estaba en la oposición, me parece que fue un gran error.
¿Cuál cree que es la razón principal por la cual el país no ha podido dejar atrás de manera definitiva el conflicto?
Quizás dos palabras el odio acérrimo y la venganza. El odio acérrimo que se ve en redes sociales, que se ve en tuiteros, se ve en la política, que está constantemente enviando a la sociedad mediante redes sociales mensajes de odio y la sed de venganza.
Desafortunadamente, en Colombia, nos hemos dejado arrastrar desde muchos años atrás por una sed de venganza de hacerle daño aquellos que en algún momento nos hicieron daño. Creo que el país no puede seguir en ese escenario, no podemos perdonar, no podemos reconciliarnos, tenemos que seguir pensando que hay que vengarnos que "estos de las FARC hicieron mucho daño y que hay que acabarlos", o los paramilitares, o tal cosa.
Creo que es hora de sentarse, eso fue lo que el proceso de paz en el 2016 intentaba lograr, que la gente entendiera que la paz es mejor que la guerra, que un país que quiera salir adelante necesita de la paz. Creo que esa fue la parte que sectores liderados por políticos no pudieron entender y se polarizaron.
¿Acorde al contexto nacional cuál es su definición sobre el concepto paz?
La paz es la posibilidad para que todos los actores se reconcilien y se perdonen. La paz no es la ausencia del conflicto, el conflicto siempre está presente y eso es parte de la naturaleza humana. Nosotros podemos tener una idea de Estado y otros pueden tener otra idea. La paz no es que ellos piensen como nosotros, de echo así no funcionan las democracias, las democracias funcionan porque existen distintas vertientes ideológicas que deliberan, consensúan y acuerdan que si no fuera así entonces seríamos una dictadura.
La gente no ha entendido que aquí no todos tenemos que pensar igual. La paz es esa posibilidad de consensuar y de aceptar al otro, de ser tolerantes siempre en el marco de la diferencia, en el marco del descenso, en el marco de que él piensa algo distinto de lo que yo pienso. En ese sentido, la paz se construye por todo eso.
¿Qué consejo o recomendación le daría a la nueva generación de periodistas que viene?
Leer mucho, saber de contextos históricos, ubicarse en el escenario en el mundo que se encuentran, tenemos generaciones de personas menores de 25 años que conocen muy poco del país, conocen muy poco de lo que ha pasado en Colombia en los últimos 50 años. Eso me parece grave más si van a trabajar en medios en comunicación porque cuentan las historias contadas a partir de otras fuentes que no son precisamente las mejores.
Si uno conoce contextos históricos, si uno ha leído más allá de los que los políticos de turno digan, creo que se hace mejor periodismo en todo campo desde la comida, el deporte, la cocina, no sólo en el campo político saber en qué mundo, en qué país estamos es muy importante. A veces creemos que conocemos el mundo porque estamos sintonizados con el mundo a través de un celular pero no, en realidad, es un instrumento.
Lo que nosotros tenemos que tener claro en el mundo es el que hay aprovechar las herramientas que nos dan los medios, pero siempre ubicándonos en el contexto del mundo en que estamos, eso nos ayuda a entender y a saber más o menos hacia dónde vamos. Ese es el consejo que doy.
¿Qué es lo mejor que le ha dejado la docencia universitaria?
Muchísimo, me ha dejado el hecho de que estoy sintonizado con las generaciones, con el cambio y con el espíritu generacional y el espíritu de los tiempos como dicen. Creo que a uno la docencia lo revive porque estamos en sintonía con lo que están pensando las personas jóvenes, uno está en sintonía con esa dinámica que está cambiando con ellos. Siempre hay una generación más joven que está cambiando, eso hace que el docente se reviva, es muy enriquecedor.