Carlos Basto, Inflamable Bogotá o Spoon, es uno de los fotógrafos de la capital que más la conoce y la ha retrato en su faceta nocturna. Desde su lente ha mostrado a las mujeres de Colombia moda, a los que habitan en el barrio Santafé e incluso las realidades del Bronx. A sus 30 años ha vivido experiencias únicas como fotografiar a los cantantes Kali Uchis y Crack familia. Muchas veces se han dado de manera espontánea y sin un objetivo claro. Con los ojos cerrados y las palabras atoradas en la garganta por la gran pasión que su profesión le genera, hace un recorrido por el camino que la cámara lo ha llevado a recorrer.
P: ¿Qué es Bogotá desde su lente?
R: Es una ciudad de lo increíble, de lo inverosímil, es un lugar donde todo puede pasar. Sí aprendes a vivir aquí vas a poder sobrevivir en cualquier lugar del mundo. Es una ciudad palpitante, muy apasionante en el sentido de que siempre va a ver algo que te deja sin palabras, o siempre vas a poder escuchar algo increíble. Increíble como el Bronx, es una ciudad donde se inventaron un Bronx, aunque ya existía uno en New York, pero el de aquí era más impresionante.
P: ¿Por qué retratar?
R: Al hacer mi fotografía estoy tratando de que los ignorados, como los habitantes del Santafé, no dejen de existir porque no hay quién muestre esa realidad. Hay mucha gente que no se metería a lo más áspero del Hip Hop al Parque o Rock al Parque con todas las gonorreas y sin miedo a hacerlo, todo lo contrario, confiado porque sabe que nació para eso. Creo que se debe existir para mostrar lo que algún día se acabará, tal vez cambien todas las modas y no vuelvan a verse como eran. Si nadie muestra esto, yo debería hacerlo, eso es lo que siento. A mí lo que me importa es el ser humano sin importar su sexo, más allá de la persona si es niña o niño yo me fijo en la situación que vive esa persona. Elegí la cámara porque la foto es tan inmediata que me dio la oportunidad de expresarme sin estrellarme con problemas de indisciplina o de constancia.
P: ¿Cómo fue la transición de retratar moda a retratar la calle?
R: La verdad fueron unos procesos divinos que le agradezco a Dios haberme permitido ver, conocer y estar porque siento una pasión increíble por la calle. Pero también tengo un gusto impresionante por la moda y la atracción femenina. Tú ves a las modelos y quisieras conocerlas, tomarles una foto o saber que hacen, quienes son, o tan solo estar cerca de ellas. Entonces, comencé a hacer fotografías para una revista que se llama Cartel Urbano, ellos fueron los encargados de sacarme brillo, de darme vía libre. Todo esto fue en una época increíble donde nadie hacia lo que yo hago ahora. Hoy, no me veo reflejado en el mundo de la moda, pero fue gracias a descubrir que eso no era lo mío, pude meterme de cabeza en hacer cosas urbanas, cosas callejeras, cosas que me volaran la cabeza por lo que me hacían sentir cuando las veía.
P: Ahora que habla de esto, ¿cuáles son las historias detrás de las imágenes que más lo han marcado?
R: Pues los momentos que me han marcado realmente no tienen foto, muchas veces esos momentos ni siquiera deberían ser retratados. Pero de los que más me han impactado fue en Cali cuando yo salí de un hostal donde me estaba quedando había una chica como indigente, me sonrió y me saludó con las manos. Ella era muy bonita, le pregunté su nombre y me di cuenta que no hablaba, era sordomuda. Estaba en frente de una puerta que estaba llena de mariposas y eso me pareció tan bonito como todo el fondo azul. Ella estaba de amarillo y era así como toda descompuesta y chirri. Había tanta armonía con el fondo y con el hecho de que ella no hablara, pero había mucha expresión en lo yo veía en ese momento.
P: ¿Por qué fue tan importante este momento?
R: Era como si viera su armonía y ella estaba ahí, dentro de su caos, pero esa es la vida de algunos: un infierno todos los días al que tenían que encontrarle la belleza. Yo le dije ya vengo voy por mi cámara y fui por mi cámara, le expliqué que le quería tomar fotos, le di unos billetes que cogió en su mano. Fue como si ella hubiera esperado ese momento toda su vida. Posó de mil maneras, se puso contra el piso y hacía poses de revista que nadie ha visto, eran exageradas, super extrañas. Era una escena muy loca porque tenía un cordón puesto como cinturón y cuando se acostó cerro los ojos como si fuera a ser besada. Su expresión era como si fuera a venir Dios a llevarla al cielo y al tiempo abrió sus brazos y se le salieron los senos, a lo que ella se sentía como en SOHO. Fue para mi tan lindo vivir ese momento y regalárselo. Y es uno de los momentos que de verdad más me marcan porque ella fue tan feliz. Yo también lo estaba porque le regalé ese momento y me encanta haber tenido los ojos para estar ahí, hacerlo y no perderlo.
P: ¿Cómo fue su experiencia de retratar en el Santa Fe?
R: Esto es una zona de tolerancia que puede ser muy peligroso que uno tome sus fotos o haga vídeos. Me marca porque era ir a probarme, inclusive pude terminar descuartizado, pero nunca fue así. Siempre me sorprendí frente a la reacción de las personas, nunca se dieron cuenta, pero si percibí como me veían las personas frente a mi energía, mi presencia, frente a mi estar. Yo sé que tengo una energía que hace pasar cosas siempre a mi alrededor y eso es algo chistoso y raro. En las calles, por ejemplo, los indigentes me dicen “bueno gonorrea sin palabras, mi ñerito … que usted sabe que tututu” y yo como severo. Ni idea porqué, pero tal vez de tanto vivir esas realidades se me pegó alguna magia.
P: Dentro de las calles usted también ha retratado artistas como Crack Family, Kali Uchis e incluso Residente ¿Cómo ha sido esta experiencia?
R: Yo solo vi a Kali Uchis y a la Mala Rodríguez una vez, pero ellas tienen una fuerza y un poder de existencia tan grandes que me marcaron toda la vida solo por su energía. Nunca he sentido la fuerza de una mujer como las de ellas. Residente también me sorprendió, debo decirlo, es una persona que tú la conoces y hasta se ve tímido, como súper tranquilito, es decir, es súper sorprendente ver eso en una persona que uno diría que es un loco demente. Lo más lindo es darse cuenta de que todas esas personas son personas que podríamos ser nosotros y ellas llegan adonde están por la manera en la que asumen su vida, como se disponen para ella y como se preparan para ella. Sueñan y se preparan para hacerlo bien y no perderlo.
P: ¿En qué se diferencia usted de estas personas?
R: Yo no tengo o bueno no tenía un punto de llegada, entonces cómo voy a ir lejos si no sé a dónde ir. Esto lo aprendí de personas como ellos, que si tienen un sueño que han construido o al que intentan llegar. El mundo está para quien quiera imaginarlo, para quien quiera intentarlo, cualquiera podría ser el próximo Michael Jackson. La gente puede ser buena o mala y la vida le permite llegar hasta donde tenga que llegar.
P: Todo el tiempo me ha hablado de lo de llegar a un punto o de tener un objetivo, ¿ya lo tiene o aún lo está buscando?
R: En este momento de mi vida quise salir del mundo de las ideas y estoy trabajando en un call center donde nadie sabe de mi trabajo. Entre para aprender del sistema, para descubrir qué es eso que lo hace avanzar. Sé que la vida consiste en echar raíces, en hacer algo memorable. Yo sé que he cambiado el mundo muchas veces, pero siempre sin un rumbo. Ahora mi punto primordial es terminar de construir en mí lo que nunca puse: bases estables, tener disciplina y cumplir metas de manera constante y llevarlas acabo. Quiero poder ahorrar y llegar a esos ghettos que quiero y hacer lo mismo que hago acá porque son sitios que son similares. Mi sueño es ir a fotografiar todas esas realidades de las que está llena el mundo, pero que por primera vez, yo conocí en Bogotá.