Encontrar el lugar no fue complicado. Su fachada resaltaba entre las demás. Un potente amarillo lograba captar la atención de los transeúntes que, con curiosidad, trataban de averiguar qué había en el fondo del establecimiento. El 'Campo de Tejo y piqueteadero: Los Búcaros' está ubicado en una zona particular. Casi toda la cuadra se encuentra inundada por pescado. Restaurantes, sitios de distribución y una que otra carnicería que se mimetiza con los abundantes productos de mar.
La entrada al lugar es estrecha porque el espacio que podía ser utilizado para asegurar un cómodo ingreso, es ahora empleado por la cocina, las mesas, la vitrina en la que exhiben la comida y la caja registradora. Al lograr entrar donde se encontraban las canchas, las risas del lado derecho llamaron la atención: un grupo de aproximadamente doce extranjeros estaban jugando Tejo. Ver a turistas practicando el deporte colombiano por excelencia me resulta curioso.
El Tejo se estableció, por medio de la Ley 613, como el único deporte autóctono del país en el año 2000. Además, se determinó Patrimonio Cultural e Inmaterial de Colombia el 11 de enero de 2019. Es decir, a partir de esa fecha, el Tejo hace parte de manera oficial de nuestra identidad nacional.
El tejo se siente frío y pesado en la mano del jugador. El balanceo del brazo calcula el lanzamiento. La mirada fija a la cancha para calibrar el tiro al bocín. Un segundo de silencio y el tejo sale disparado. ¡Boom! Explota una mecha. Huele a pólvora, a quemado. Los gritos, las risas y los aplausos se hacen presentes. Son segundos de euforia y emoción colectiva. Tras un sorbo de cerveza, el siguiente participante se alista para lanzar. Por toda la tarde, el tejo frío y pesado seguirá buscando el bocín.
Todo en el lugar incita a tomar. Entre el murmullo de voces de los jugadores y espectadores, la música de cantina toma partido. En el lugar cada persona tiene para sí una botella de cerveza, por tanto, es inevitable que todo el lugar tome ese olor. Las grandes columnas de canastas de la bebida parecen ser parte de la decoración y del ambiente. Todo está en armonía.
El deporte saca su nombre del disco el cual pesa 680 gramos aproximadamente. Para jugar en ‘Los Búcaros’ existen dos opciones: alquilar la cancha por 20 mil pesos o pedir media canasta de cerveza, en ambos casos se puede jugar de manera ilimitada.
Por: Lily Tobo.
El establecimiento se tomó la tarea de, en carteles de diferentes tamaños, explicar la historia, los conceptos y las reglas del deporte. Según uno de ellos, el Tejo tuvo origen en el municipio de Turmequé, en el Sur Boyacá, razón por la cual también es llamado así, en honor a su municipio.
La historia se remonta a las comunidades indígenas de hace aproximadamente 500 años, las cuales jugaban en sus fiestas ceremoniales. La gran diferencia radica en que los objetos utilizados para lanzar eran discos de oro. Estos, fueron posteriormente reemplazados por unos de piedra, hasta llegar al día de hoy en que se juega con unos discos de metal.
Se encuentran unos pequeños carteles de colores en los que aparece el resto de la información con las reglas del Turmequé:
Carteles informativos con las reglas y términos del deporte. Por: Lily Tobo.
La idea del juego es lanzar el tejo e introducirlo en el bocín, en el cual se colocan las -pequeños triángulos con pólvora en su interior que se ubican en la cancha-. Gana quien revienta la mayor cantidad de mechas o quien logre introducir el disco de metal en el bocín (embocinada). En otras palabras, ganará la partida de Turmequé la persona o pareja, depende de cómo se decida jugar, que llegue primero a 27 puntos bajo los métodos mencionados.
Se practica “no en todos, pero sí en la mayoría de los departamentos del país”, como menciona Esteban Moncayo, miembro de la Liga de Tejo de Nariño desde hace nueve años, aproximadamente. Esteban tiene dieciocho años y cuenta que, desde que se encontraba en el colegio, fue incentivado a practicar este deporte. Incluso, aparte de sus clases de educación física en las que se les enseñaba a jugar, el colegio también contaba con semilleros para continuar con el proceso de formación.
Al ser un deporte nacional, se encuentra regido por la Federación Colombiana de Tejo y cuenta con el reconocimiento de Coldeportes y el Comité Olímpico Colombiano, lo que ha generado aún más incentivos para hacer parte de las ligas y grupos de formación. Además, por esta misma razón, al igual que con otros deportes, los participantes de colegios pueden ganar becas de estudio con Supérate Intercolegiados.
Para competir, la edad poco es un impedimento, a diferencia de muchas otras disciplinas. “Se puede participar desde los once hasta los 59 años”, señala Moncayo. Sin embargo, no existe un límite para practicarlo de manera recreativa. Por esta razón, las canchas de Turmequé abren sus puertas a los concursos informales, las tardes de encuentro y los fines de semana de largas horas de juego. Allí se garantiza la diversión de sus clientes junto a que perdure esta valiosa tradición ancestral.
Esta mezcla entre deporte, entretenimiento y recreación de tiempo libre, "es un tema apasionante", señala Guillermo Piña, jugador ocasional de Tejo. Cuenta que se escapaba de algunas clases en el colegio para jugar con sus amigos. Señala que, pese a que ya han pasado los años, hasta el día de hoy, ya organizado con su familia, juega siempre que se da la oportunidad. Para él, las canchas de Tejo son “toda una alegoría a la cultura ancestral de este hermoso deporte del Turmequé”.
Neider, quien todos los días atiende y está atento a todos los juegos y pedidos de los comensales en 'Los Búcaros', menciona que “todos vienen acá para divertirse”. Tal como también comenta Guillermo: “lo que hace el Tejo es unir a la familia, amigos y compadres que semana a semana, o cuando tienen la oportunidad, se reúnen en torno a la greda y al platillo volador metalizado”.
Está claro, al jugar Turmequé lo más probable es que se pasará un instante que valdrá la pena recordar. En este deporte que, a pesar de ser propio de nuestra tierra, no se limita a brindarle un buen momento a los colombianos, sino que, como lo pude evidenciar en ‘Los Búcaros’, también se lo permite a los viajeros del mundo.