El esparadrapo envolvía el dedo anular de la mano derecha de Wilson, para evitar lastimar las ampollas que se había hecho en la mañana cortando alrededor de 200 tejas. Subirlas a la camioneta con estacas era lo único que le faltaba para partir directo hasta la Mesa, Cundinamarca, donde serían instaladas. Conducir siempre había sido una labor que Wilson realizaba con gusto. Las direcciones y los atajos los había aprendido en su trabajo en el DAS cuando conducía el carro de los ex presidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe en los años 1999 y 2005. En esta ocasión, Wilson no tenía que cuidar al presidente o la primera dama, tenía que llevar 60 tejas de 6 metros hasta la Mesa, un pueblo cercano a la capital.
Las ‘chuzadas’ fueron el escándalo más grande durante el mandato de Uribe. Las interceptaciones ilegales a opositores, magistrados, periodistas, sindicalistas y defensores de los derechos humanos, quedaron al descubierto por la Fiscalía y más tarde 'ventiladas'en un artículo del 2009 publicado por la revista Semana. Dejando como resultado a los ex directores del DAS, Jorge Noguera Cote con una condena de 25 años, a María del Pilar Hurtado exiliada en Panamá y más de un empleado del DAS sin trabajo.
“'Los domicilios', como se le llamaba a la entrega ilícita de pasados judiciales, la venta de información sobre las investigaciones y de pasaportes refrendados ilegalmente a guerrilleros, paramilitares y grupos al margen de la ley, me desilusionaron cuando entre al DAS”, manifestó el ex detective, quien en 1988 a la edad de 18 años entró a la academia de la institución. Un año después, 'Wily', como le dicen en la ferretería en que trabaja, se graduó de la academia del DAS y fue posesionado como agente por el ministro de defensa y de justicia, el Gral. Rafael Samudio Molina.
Wilson recuerda que durante su trabajo en la seccional de Antioquia, de donde es proveniente, le ordenaron realizar interceptaciones telefónicas al político Carlos Gaviria y al periodista Felix de Bedout. “ El DAS tenía mucho poder, interceptar los celulares era muy sencillo”, manifestó el ex detective.
Dentro de las funciones de Wilson nunca estuvo revisar si tales interceptaciones estaban abaladas por un fiscal, quien es el único que puede autorizarlas. La directora de la seccional de Antioquia, jefe inmediata del ex detective, también cumplía órdenes que provenían del director en esa época, Jorge Noguera. Casi un año después, se empezaron a destapar todas las filtraciones en las que Wilson no creyó estar involucrado. Sin embargo, y como él lo explica, “siempre paga el que ejecuta la acción, los nuevos y los de menor cargo siempre caen de primeras”. 31 funcionarios estuvieron involucrados en el proceso, siete incluido él, pertenecían a la regional de Antioquia.
Después de todo un proceso legal y gracias al nuevo sistema penal acusatorio en el que se necesitan pruebas fehacientes para ser acusado, Wilson salió libre de todo cargo. “Estuve a punto de ir a la cárcel, salió mi nombre en el periódico El Tiempo como implicado en las ‘chuzadas’. Sin embargo, con el argumento de estar cumpliendo órdenes, los treinta y un funcionarios de rango medio salimos libres y limpios del proceso judicial”, explicó el ex detective.
Las cosas se pusieron más difíciles para Wilson, que por haber estado involucrado en el proceso judicial de las ‘chuzadas’, no fue reubicado en la institución creada por el presidente Juan Manuel Santos para reemplazar al DAS, la Agencia Nacional de Inteligencia. Con 41 de edad y sin saber nada más que hacer que labores de inteligencia como agente, Wilson no consiguió trabajo y entonces cayó en la depresión. “Pasaron semanas completas en las que sólo salía de su habitación para ir al baño”, manifestó su hija menor.
Viviendo en Suba en una de las casas de sus padres, Wilson conoció a la señora Luz, una mujer que lleva en el negocio de las tejas más de quince años. El ex detective se convirtió en el bodeguero y transportador del almacén de su vecina. “Es muy buen trabajador, Wilson además de estar siempre de buen humor, realiza sus labores con motivación”, declaró su jefe.
Aunque su hermano es un alto funcionario de la Policía de Cúcuta y su papá un pensionado de los Bomberos de Bogotá, Wilson, que extraña las labores de inteligencia, no volvería a trabajar en alguna institución del Estado, debido a que según él: “Esa clase de instituciones, que se encuentran al servicio incondicional del presidente de turno, se convierten siempre en una fábrica de crimen organizado”.