Entre los gritos de los vendedores, las risas de los usuarios y el sonido de validación del pasaje, se inunda el ingreso al Portal de Las Américas a las 6:00 a.m. Es como si la ciudad misma se agitara con la urgencia de miles de personas que tratan de llegar a sus destinos. En medio del caos y la masa de personas en movimiento, los torniquetes se erigían como guardianes implacables del acceso al sistema de transporte masivo. Las personas paradas frente al torniquete ponían la tarjeta con rapidez, con la esperanza de que este proceso fuese más ágil, pero la realidad era diferente.
Estos torniquetes de acero van desde el piso al techo y cuentan con una pantalla donde se debe poner la tarjeta para posteriormente empujar e ingresar al transporte. Pero resulta una tarea difícil. Sin embargo, este no es el único problema. Las personas en muletas, con bebés en brazos, paquetes y adultos mayores, enfrentan diversas dificultades para ingresar a las estaciones y portales que tienen estos nuevos torniquetes.
Desde junio del 2023, se han estado instalando en estaciones y portales los nuevos torniquetes ‘anticolados’, que a diario han generado problemas para el ingreso y salida de los usuarios. Las personas han llegado a quedar atrapadas, se han lastimado e incluso se han enredado al tratar de pasar.
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Recientemente en el Portal de las Américas, un perro se quedó atorado en medio de dos varillas del torniquete. Aunque su dueña pidió ayuda, los funcionarios de TransMilenio no hicieron nada. Debían esperar la llegada de los bomberos. Tras más de una hora de espera, en medio de la angustia, el esposo de esta señora decidió cortar una de las rendijas con una segueta, pero fue detenido por las autoridades y además se le estaba cobrando una multa. En los videos que circulan por las redes sociales, los gritos, las voces, y los chillidos del perro demostraban el desespero de la situación.
Pero este es solo un caso de muchos otros que pasan a diario a causa de estas puertas pesadas que dan la visión de estar ingresando a una cárcel.
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Las personas han tenido que cambiar su rutina por las largas filas de espera de hasta 30 minutos que se hacen a altas horas de la madrugada para ingresar. Alrededor de 40 segundos se demora una persona mientras pone la tarjeta en el lector, empuja los torniquetes y finalmente llega al otro lado. Pero Xiomara Dussan quien va con su bebé de tres meses de nacido, se demora más tiempo.
Envuelto en una cobija azul, Maximiliano va en los brazos de su madre, quien lucha por sacar la tarjeta del bolso con una mano, mientras que con la otra lo sostiene a él. Tiembla de la fuerza que debe hacer para sostenerlo de esa manera, pone la tarjeta, la guarda y empuja, pero su bebé se le desliza de los brazos. “Un día yo iba a empujar las rejas para pasar y la cobija del bebé se me enredo, casi se me cae al suelo. Pero un muchacho me ayudó a sostenerlo en el aire prácticamente”, dice Xiomara un poco agitada y con su niño en brazos.
“Ir sola y pasar con mi bebé se me hace casi que imposible. Muchas veces he tenido que recurrir a que alguien me lo tenga mientras paso al otro lado y que luego me lo dé, por una parte, donde no hay torniquete y hay unos vidrios que separan un lado del otro. Pero igualmente ahí estoy arriesgando a mi bebe, muchas veces no tengo a alguien que me acompañe a las citas médicas, entonces me toca sola y pedir ayuda allá”, afirma Xiomara.
Xiomara podía pedir la tarjeta especial. Sin embargo, es un trámite que toma tiempo. Pues las filas en los lugares de personalización de la tarjeta TuLlave llegan a tardar hasta 40 minutos, tiempo que muchas personas no tienen y no hay quien les haga el favor.
“Tu Llave no le presta una tarjeta especial a los funcionarios de control de validación del pasaje para abrir la puerta a los usuarios que lo necesiten. Lo que deben hacer es acercarse a ventanilla y pedir el favor, pero muchas veces las personas están ocupadas en la recarga de tarjetas, entonces aun así es difícil para el usuario”, comenta un funcionario de TransMilenio de control de validación de pasajes.
La única opción que le queda a los usuarios es pasar a través de los torniquetes, a veces con ayuda, a veces solos.
Andrea Silva, administradora en salud, tiene un problema en la espalda baja, pues los huesos de su columna se unieron generando un pinzamiento que le afecta desde la parte superior del glúteo izquierdo hasta la punta del dedo gordo de su pie. “Casi no puedo caminar, mientras estoy sentada todo está bien, pero a la hora de caminar siento un hormigueo y dolor en toda la pierna. Entonces hacer la fila de ingreso al portal para mí es una tortura”, cuenta mientras soba su muslo izquierdo con el pulgar.
“Cuando empujo los torniquetes es más difícil aún, pues no apoyo totalmente la pierna y aun así debo avanzar mientras empujo. Sentir el afán de las personas a mi espalda hace que quiera pasar corriendo, pero en mi caso es imposible”, dice mientras mira al suelo.
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Con los nuevos torniquetes, TransMilenio sacó un comunicado por medio de su página web donde aseguraban que la línea base de colados había disminuido hasta llegar al 15,32 % lo que representa un poco más de la mitad de la cantidad de personas que no validaron su pasaje en el 2022. Sin embargo, las personas aún buscan diversas maneras para ingresar sin pagar, como saltar las divisiones de vidrio en los portales, ingresar por las puertas laterales de las estaciones o pasar dos por uno.
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Pero para aquellas personas que validan su pasaje los torniquetes llegan a ser un bache en el camino. Las quejas sobre estos torniquetes no se han hecho esperar e incluso Luis Carlos Leal, concejal de Bogotá, interpuso una acción popular advirtiendo del daño a la integridad de las personas. Por su parte, María Fernanda Ortiz gerente de TransMilenio, dijo a Caracol Radio que no se instalarán más de estos torniquetes mientras se evalúa la eficacia de los que ya se encuentran instalados.
“El ingreso con los torniquetes de antes era mucho más rápido, pero estos nuevos torniquetes demoran el proceso, pero así mismo evita que las personas no paguen el pasaje. Pero, aun así, las personas no están conformes con este servicio”, menciona el funcionario.
Las dificultades de ingreso y salida del transporte afectan a todos los usuarios, pero las personas con movilidad reducida, niños en brazos y obesidad, batallan de más para llegar a sus destinos atravesando un mecanismo de ingreso que no fue pensado para ellos: barras de acero que a veces se bloquean e impiden el acceso de aquellos que buscan llegar a su destino con agilidad.