La Avenida Ferrocarril de Occidente es una de las vías principales de la localidad de Fontibón y la responsable de un gran dolor de cabeza para la mayoría de los habitantes de este sector en el occidente de Bogotá. Desde hace poco más de diez años la Alcaldía local, en conjunto con el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) y la Alcaldía Mayor, ha trabajado por el mantenimiento y la reconstrucción parcial de este importante corredor vial, sin embargo, hasta el día de hoy las mejoras son casi imperceptibles.
Si bien se espera que la obra que incluye la construcción de un carril extra en cada sentido de la avenida, 450 metros de cicloruta y la renovación de 5.642 metros de espacio público sea entregada antes del mes de junio de 2019, para los habitantes del sector está claro que esto no soluciona ninguno de los problemas de movilidad en el sector, ya que esta obra interviene solamente una pequeña porción de la vía y además, por lo pronto, no se tienen previstas más intervenciones en la malla vial de la localidad.
Según el IDU, esta obra beneficiaría a cerca de 350.000 personas que habitualmente se movilizan por la avenida. Sin embargo, los habitantes de la zona no lo ven como una gran mejora. En algunas otras vías principales de la localidad como la dalle 13 y la Avenida Ciudad de Cali (Carrera 86) el paso de tráfico pesado con pocas restricciones hace que la movilidad sea, literalmente, un caos.
Volviendo a la obra, los habitantes del sector esperaban que con la ampliación y las mejoras en esta Avenida algunos de los problemas de movilidad fueran solucionados o al menos aplacados, pero la realidad esta lejos de ser esta. Aunque la obra era necesaria, no es la única de carácter urgente.
Las carreras 100 y 115 son corredores viales que soportan el mismo tráfico que la calle 22 y desde hace mucho no han sido intervenidos a la altura de la localidad. Esto sin contar que esta obra no atiende a las necesidades de las personas que viven más allá de la carrera 115.
Para hacerlo un poco más claro es necesario revisar el testimonio de Cristina, una profesora que vive en el barrio Atahualpa (Carrera 128 #23) y trabaja en un colegio de Chapinero Alto. Ella se gasta aproximadamente dos horas y media desde su lugar de residencia hasta su trabajo cada día, es decir, pasa cinco horas diarias en un bus de transporte público, esto es más de la mitad del tiempo que invierte en su jornada laboral.
Casos como los de Cristina abundan, y no necesariamente porque las autoridades hagan caso omiso a las necesidades de las personas sino porque las soluciones planteadas no corresponden a las problemáticas reales. Las personas que viven entre el centro y el occidente de Fontibón son las más perjudicadas, pues los habitantes de barrios como Modelia, Ciudad Salitre y Hayuelos cuentan con alternativas de transporte mucho más eficaces y cercanas a sus lugares de residencia.
La infraestructura de Fontibón aún parece la de un pequeño pueblo, las calles son angostas y los andenes amplios, las pocas avenidas existentes no abarcan más de unos pocos kilómetros y el desarrollo que ha tenido lugar en la localidad no corresponde con el desarrollo urbano y de infraestructura. Aún con este arreglo, con la llegada de la troncal de TransMilenio por la Calle 26 y las recientes conexiones con las calles 24 y 13, la movilidad en el sector sigue siendo un verdadero caos, y lo peor, no se ven venir soluciones ni a corto ni a largo plazo.
Plaza Capital intentó establecer contacto con la Alcaldía de Fontibón sin embargo no hubo ningún tipo de respuestas frente a esta problemática.