Entre la carrera 14 y la 24, desde la calle 72 hasta la 80, en pleno punto neurálgico de la capital, está el barrio San Felipe. Sus primeros habitantes se asentaron durante la década de los 30 en esta zona contigua al desaparecido parque El Lago. Desde los años setenta comenzó a perder su carácter residencial y se convirtió en un sector que provee bienes y servicios de diversa índole. Hasta el 2010 fue un barrio de clase media con un metro cuadrado avaluado en no más de un millón de pesos. En los últimos años, este valor incremento hasta alcanzar los siete y hasta los diez millones.
La dinámica tanto social como económica del sector ha cambiado de manera sigilosa en los últimos ocho años. Las antiguas casonas de los años treinta -donde vivían familias enteras- ahora son sede de talleres artesanales, empresarios de la industria metalúrgica o cauchera, galerías de arte contemporáneo, e incluso, de artistas que vieron en esta zona céntrica la oportunidad de vivir e instalar sus negocios pagando costos bajos.
Juana Andrade, arquitecta de la universidad de los Andes, heredó la casa de sus padres. El predio mide doscientos metros cuadrados y está ubicado en la 74 con 21. La casa, remodelada a gusto de la arquitecta, estuvo en venta, sin éxito alguno, entre el año 2005 y el 2010. En ese entonces era difícil vender una casa con esas características a un precio razonable; por su proximidad al Siete de Agosto y a locales comerciales. “Nuestro barrio es muy activo de día, hay mucha bulla. De noche es muy callado, a veces inseguro”, afirma Juana. Todavía sobreviven monta llantas, tiendas de barrio, misceláneas, iglesias de garaje, y ferreterías en los alrededores de la casa.
Un día, un compañero de la facultad de arquitectura, le contó a Juana que un profesor de la misma universidad estaba buscando casas para comprar. Ella lo contactó y se sentaron a negociar la venta. El plan de Alejandro Castaño, el entonces profesor, arquitecto y actual coleccionista de arte, era transformar el barrio San Felipe para crear un “distrito de arte” similar al de Soho en Nueva York. En Junio del 2010, junto con Juan Carlos Paris -un reconocido curador de arte-compraron la casa de Juana por 800 mil pesos el metro cuadrado. Ahora, el metro cuadrado de la misma casa, actual sede de la galería de arte Flora: Ars+Natura, está avaluado en nueve millones de pesos.
Alejandro Castaño cuenta que desde el inicio del proyecto siempre hubo un trato amigable con los residentes del barrio: “No se trataba de sacarlos de sus casas, sino de ver cómo nos ayudábamos, ellos querían irse y nosotros queríamos comprar las casas. Nos llevábamos bien con ellos, pero dentro del gremio del arte no generamos mucha credibilidad”.
La inversión inicial de Alejando y Juan Carlos giró en torno a los mil seiscientos millones de pesos. Compraron diez casas del sector en el transcurso del año 2010. Hoy, el monto invertido hace ocho años representa apenas el 40 por ciento de las ganancias. Aun así, al principio, la gente no les creía el cuento. Ellos pintaban un distrito artístico en una Bogotá donde la movida de arte no tenía muchos adeptos.
Para Alejandro, hubo dos “golpes de fortuna” que permitieron que se lograra dar el primer paso hacia la construcción de su anhelado circuito del arte en la capital colombiana. El primero fue la llegada de José Ignacio Roca, reconocido curador capitalino y primer latinoamericano en estar a cargo de la Tate Modern de Londres. Buscaba dónde montar su fundación “Flora + Natura”. Según Alejandro, la llegada de Roca ayudó a difundir su sueño y a generar credibilidad entre artistas nacionales y extranjeros. Y segundo, fue cuando se enteraron de personas que estaban comprando casas sin que ellos los contactaran, en ese momento se dieron cuenta que el proyecto estaba rodando por sí solo. Pronto apareció Beta, Sketch, 1200 y otras galerías que se sumaron a este “distrito artístico”. Para la fecha ya hay más de 23 galerías o talleres de arte.
Actualmente el metro cuadrado en San Felipe cuesta entre 5 millones 800 mil y 10 millones; ha incrementado en 288 por ciento. Esto debido -según expertos en desarrollo urbano y en avalúo predial- a un proceso de gentrificación.
De acuerdo con Carlos Alberto Patiño, investigador del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, "La gentrificación es cuando llega una población y desplaza a otra. Se reemplaza a una población, muchas veces es por la revalorización del barrio: la tienda se cambia por un Carulla, el corrientazo por un restaurante, etc."
Patiño insiste en que “hay que entender que lo que ocurre en este barrio no sólo es la llegada de unas galerías. Lo más importante es que ha puesto en el mapa de Bogotá a San Felipe, antes nadie le ponía cuidado. Por ahora esta acción es positiva, porque las galerías y los talleres de los artistas no es algo de alto impacto, a diferencia de la llegada de discotecas, oficinas o comercios grandes. El caso contrario sería el proceso de gentrificación”.
En cambio, según Sergio Mutis Ordoñez, presidente de la Lonja de Propiedad Raíz de Colombia, el barrio San Felipe ha sufrido en los últimos ocho años un fenómeno de revaluación cada vez más común entre sectores comerciales, cercanos a la zona empresarial de la capital.
Un barrio con características funcionales como las de San Felipe, resulta el blanco perfecto para inversionistas con un alto poder adquisitivo.
Para Mutis, el incremento en los precios de venta del metro cuadrado en San Felipe se da simplemente por su proximidad a al centro financiero de la capital, ubicado entre la calle 72 y la 82, justo arriba de la Avenida Caracas. El presidente de la Lonja sostiene que el principal motivo del alza de los precios de San Felipe, es el fenómeno de la “burbuja inmobiliaria” impulsada por el alto valor de los predios de la zona empresarial.