La gran mayoría de los libreros independientes de Bogotá se unieron al oficio por llano amor a las letras y a la malsana curiosidad por el devenir del camino literario. Son obstinados, reticentes a la imbecilidad humana y albergan historias tan interesantes como los piratas. La diferencia radica en que más allá de navegar en los bergantines de los mares de las letras, los libreros atracaron para poder siempre recibir a las mismas.
De estos personajes misteriosos nacieron las cuatro entregas que Plaza Capital les ofrece. En ellas se exploraran los universos de librerías de Casa Tomada, San Librario, Torre de Babel y Arte y Letra, todas librerías independientes de Bogotá. Será expuesta la cara de librero y su misión preponderante para la propagación de la Cultura en la capital. Es importante saber que el librero independiente no es quién solo vende libros, es alguien místico que hizo de su librería un Aura Carlos Fuentes mezclado con los matices de Macondo.
Posterior a Casa Tomada, se descubrirá Arte y Letra, un lugar liado con el pensamiento crítico. Para continuar con Torre de Babel, donde la suerte juega un rol determinante. Y terminar las entregas con San Librario, la librería de las aventuras.
La librera que fomenta la cultura
Ana María Aragón es la librera de Casa Tomada, la librería situada en el barrio Palermo de Bogotá, en la Transversal 19 Bis número 45D-23. Boris Flacsu, uno de los libreros franceses quién fue invitado como conferencista a la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá, calificó el trabajo de Aragón como una militancia. Ella está en la mediana juventud y su pelo ya es canoso, a su vez, tiene opiniones propias y caracterizadas.
Ha hecho su librería a pulso con el fin de revolucionar el concepto que se tiene de la misma. Ella ha mezclado la venta de libros con la gestión cultural y el café amigable. Aragón piensa que la librería debe tener como actor principal a la comunidad. Es por ello que se ha inventado actividades donde convergen la literatura y la comida, la literatura y las personalidades y la literatura como centro de placer. Ha fundado clubes de lectura donde se lee y analiza la literatura gay y otros donde se almuerzan los platos descritos en un libro en particular. Además constantemente hay charlas con académicos y escritores, algunas veces, sobre las problemáticas que aquejan a la realidad. La librería goza de un altillo donde se realizan las conferencias y un café acogedor.
El hecho de que Aragón no combata a los “Best-Seller” deja entrever mucho de su personalidad, de su meta por incentivar el amor hacia la literatura y de su pensar de que un libro puede unir a la comunidad. Cuándo alguien llega preguntando por Crepúsculo, el consejo de Aragón es abordar Drácula o Cumbres borrascosas. No obstante, ella es sincera cuando esgrime con melancolía que son los “Best-Seller” los que mantienen la librería.
Ella representa al librero que fomenta el amor a la lectura por medio de actividades agradables y creando una comunidad que reafirme la pasión de leer. Pareciera que Aragón asume su oficio amparada en la premisa de incentivar la lectura a tal punto de que esta se convierta en una obsesión de nunca abandonar.
El oficio de librero está lleno de aristas, en él, convergen aventuras inexplicables que son impulsadas por el destino. Tiene la misión de originar un pensamiento crítico por medio de lo que decide vender y recomendar, y su librería, debe ser agradable en aras a captar nuevos lectores. Al final, paradójicamente, el oficio de librero se trata de todo menos de vender libros.