Ajiaco, abrigos, sombreros, paraguas, chocolate y almojábanas, hacen parte de las tradiciones bogotanas provenientes de otros tiempos. El “Festival Cachaco” permitió a los capitalinos recordar algunas de esas costumbres.
El “Festival Cachaco”, realizado este fin de semana en la capital, permitió a sus asistentes recordar las tradiciones de la Bogotá de antaño. La “cachaquería” bogotana encontró representación en medio de carros antiguos, ajiaco, chocolate con queso, almojábanas, y vestimenta de la primera mitad del siglo XX. (Lea también: Se celebró en la capital el "Festival Cachaco de Chapinero")
La Plazoleta de Lourdes fue el lugar escogido para abrir una puerta al pasado que conmemorara las tradiciones rolas de mediados del siglo pasado. El evento fue organizado por la Alcaldía Local de Chapinero y convocó grupos musicales, cuenteros, historiadores y titiriteros para que representaron con su vestimenta a los “cachacos de pura cepa”.
John Balaguera, organizador del evento, aseguró que la idea del Festival es recordar a los bogotanos sus orígenes por medio de la exposición de varios artículos. Carros antiguos, una sala cachaca, y músicos de la época, permiten que la gente “se transporte al pasado: a mejores épocas”, comentó.
El término cachaco suele referirse a la generación de bogotanos que se caracterizan por vestir de manera elegante con sombreros, paraguas, trajes y abrigos. Tienen un dialecto muy particular y están influenciados por la cultura de la primera mitad del siglo XX.
“Los cachacos solían ir a la iglesia, caminar por las Plazas y pasear en los parques. Después de todo, tomaban en las tarde onces con chocolate acompañado con cuajada o queso, usaban boinas y llevaban paraguas”, afirmó el historiador Jorge Uribe, presente en el Festival Cachaco.
El chocolate con queso y almojábana, el ajiaco con aguacate y la fritanga se convirtieron en las comidas típicas bogotanas; eran consumidas dentro de los salones mientras tríos musicales entonaban bambucos y cumbias. Todas esas costumbres bogotanas, que conforman la esencia de los ciudadanos y les permiten autodenominarse cachacos, fueron los motivos principales para la realización del Festival.
Balaguera afirmó que los asistentes al festival pueden sentirse orgullosamente rolos mientras recuerdan el uso de expresiones como “ala carachas”. Por lo menos por un día entero, su objetivo, y el del resto de los organizadores, era “realzar el nombre de la Bogotá antigua porque se está perdiendo la esencia del bogotano, que es el cachaco”, aseguró.
La elegancia de los asistentes al evento conectó no sólo a los adultos mayores, sino también a niños y jóvenes. Los adultos, se sintieron como niños sentados viendo títeres y películas que contaban la historia de Bogotá. Los más chicos, disfrutaron de actividades con plastilina y se mostraron curiosos con los trajes clásicos que ahora se usan como disfraces.
“Este tipo de espacios permiten a personas como yo recordar la infancia y todas las historias contadas por mis papás y mis abuelos de cómo era Bogotá en ese entonces, reviven el orgullo de pertenecer a la capital”, afirmó Angélica Rojas, asistente al evento.
El Festival Cachaco se realiza cada año en la Plazoleta de Lourdes en Chapinero. Este año se realizó la tercera versión que contó con la mayor cantidad de asistentes desde que se inició el Festival en 2013.
Artículos relacionados: