Guía práctica para transitar por la Décima con Jiménez

Sábado, 19 Marzo 2011 12:36
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Si usted es uno de los 2.937 peatones que deben transitar todos los días por la carrera Décima con Jiménez para llegar a su lugar de trabajo o de estudio, si este recorrido lleno de construcciones y multitudes, le genera algún tipo de incomodidad, temor o aversión, esta guía le será de gran ayuda.

Las obras de la carrera décima continúan y contribuyen al trancón diario.||| Las obras de la carrera décima continúan y contribuyen al trancón diario.||| Foto: Archivo Particular|||
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  • Coautor 1: Sabina Triana
  • Coautor 2: Ana Karina Ramírez Álvarez

Dos policías con chalecos verdes brillantes llevan a la fuerza a un joven de unos 15 años que acaba de ser sorprendido robando en San Victorino. El presunto ladrón que es casi arrastrado, grita y llora llamando la atención de los peatones.

Patricia López, frecuente asistente de la décima, esquiva a los policías y suspira “No, ni se asuste. Eso es sólo escándalo para que la gente intervenga y no se lo lleven para el CAI”. A ella ya no le convencen las súplicas de ayuda de los ladrones de la décima.

Mientras que Patricia se ubica en el cruce peatonal de la décima, donde hay una multitud esperando que el contratista de la Alcaldía muestre la señal que dice “siga”, una mujer bajita y algo gorda se para detrás de ella, intercambia un par de palabras con un habitante de la calle o indigente que sostiene tres bolsas negras llenas de juguetes.

“Ellos le llevan las bolsas a uno, es más si no hay transporte ellos van y le consiguen taxi por unas moneditas”, concluye la mujer que acaba de despedir a su ayudante con tres monedas de 200 pesos.

Patricia cruza la carrera décima con el grupo de más de veinte personas que se empujan y se lanzan miradas de desconfianza entre sí. Camina por la Jiménez hacia la plaza de San Victorino. Este recorrido requiere de zapatos cómodos preferiblemente de suela plana y blanda, dado que el suelo es inestable y las piedras gigantes que sobresalen de los charcos, muchas veces se convierten en el único apoyo para no mojarse los pies.

En la décima con calle 12 el sendero peatonal es amplio, pero se va reduciendo hasta que desaparece y el peatón se debate entre: pisar la tierra negra producto del cemento demolido o aferrarse a la malla verde que cubre el lugar de trabajo de los obreros e intentar pasar por el minúsculo borde libre. En este caso, los zapatos cómodos serán necesarios sea cual sea la decisión tomada.

Pasteles de pollo, de carne y mixtos, jugos de naranja, quita oxido para la ropa, decenas de cordones extendidos en el piso, bufandas y hasta videos para levantar los glúteos, son los productos de los vendedores ambulantes de la Jiménez, que por reunirse en sólo una cuadra se convierten en verdaderos obstáculos para caminar.

Patricia termina sus compras, los resultados son cinco bolsas negras de plástico que sostiene con sus esqueléticas, largas y ahora presionadas manos. Ya son más de las 5 y media de la tarde y en la décima con Jiménez la multitud es el triple de la que había hace tres horas cuando llegó.

“Las horas pico están entre 6 y 8 de la mañana y por la tarde de 5 a 7 y media; el movimiento es mayor y es cuando más robos se presentan. Las 6 pm es la peor hora, sale la gente de trabajar, se ve mucho habitante de la calle y no hay transporte, los buses van muy llenos y los taxis no llegan hasta acá por la congestión  vehicular” menciona un agente de policía que se ubica en la décima con 14.

“Yo intento llegar a eso del medio día pero cuando me coge la tarde, igual tengo que venir a comprar” dice Patricia mientras intenta prender un cigarrillo.

6:18 pm. Patricia no ha conseguido taxi; la cantidad de personas y la noche que se manifiesta oscureciendo el escenario la empiezan a preocupar. Apoya dos bolsas en el suelo y las rodea con sus piernas, mira la congestión de buses y la de pasajeros dentro de los buses y piensa en sus dos hijas que seguramente, ya la esperan en casa.

Entonces sus pensamientos son interrumpidos por “el flaco” un habitante de la calle que conoció años atrás. “¿Qué más, monita? ¿Taxi o qué?” Patricia asiente y lanza una sonrisa victoriosa.

Patricia espera a “El flaco” y mira al suelo, como evitando el estrés que le produce la congestión de personas; entonces recuerda que para caminar por la décima “El miedo y la impaciencia hay que dejarlos en la casa”.

Audio: www.urosario.edu.co/Plaza-Capital/swf/otros_audios/Transversalmovilidad-radio/