Cultivos orgánicos, una opción de vida sana y autosustentable

Domingo, 13 Marzo 2011 06:42
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Aunque hoy, según el Ministerio de Cultura, tengamos en el país más de 40.000 hectáreas de cultivos orgánicos somos uno de los países de Latinoamérica con menor reconocimiento en el mercado de producción ecológica. A pesar de esta situación, durante los últimos 6 años el crecimiento de cultivos de huertas caseras, rurales y urbanas se ha venido desarrollando a un paso acelerado en Bogotá y sus alrededores

Campesinos del todo el país expusieron sus productos totalmente orgánicos en la II Feria Agroecológica en Bogotá.||| Campesinos del todo el país expusieron sus productos totalmente orgánicos en la II Feria Agroecológica en Bogotá.||| Foto: Sabina Trina/Plaza Capital|||
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  • Coautor 1: Sabina Triana
  • Coautor 2: Ana Karina Ramírez Álvarez

¿Se ha preguntado alguna vez cómo son cultivados los alimentos que consume y que da a su familia a diario? Es muy probable que la respuesta sea negativa. Aún así, la mayoría de agricultores orgánicos comenzaron por hacerse esta pregunta antes de dejar de consumir alimentos de producción extensiva (con uso de químicos para la conservación del producto) y comenzar a producir diversos alimentos orgánicos. Éste es el caso de Constanza González dueña y fundadora de Tierra Verde, una huerta orgánica ubicada en Tenjo, Cundinamarca. Constanza, antropóloga de formación, tiene una fanegada de gran variedad de productos orgánicos, “en Tierra Verde cultivamos verduras, hortalizas, plantas aromáticas y algunas veces papa criolla. Tenemos una alta variedad de productos, pero los más destacados son la zanahoria, la lechuga crespa y los cubios”.

Para ella, la principal razón que la llevó a convertirse en agricultora orgánica fue el nacimiento de su hija Daniela. Aunque siempre tuvo contacto con el campo, pues su padre tenía una finca productora de leche, desde el nacimiento de su hija comenzó a cuestionarse “¿qué tan sanos son los productos vegetales que estoy consumiendo y que consumirá mi hija? Me di cuenta que no tenía ni idea como era la producción de estos alimentos. Investigué y me enteré de lo dañinos que pueden ser los químicos de fumigación y conservación que se trabajan en la agricultura extensiva y del daño irreparable que se le hace a la tierra. Desde ese momento decidí empezar a cultivar mis propios vegetales y así nació Tierra Verde”.

Esta antropóloga de 50 años, es una de las agricultoras orgánicas con más experiencia en Bogotá. Ella lleva 27 años cultivando sus productos. En 1992 formó parte de un grupo de 10 productores individuales reunidos por un proyecto de investigación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano donde se comenzó a trabajar el tema de los cultivos orgánicos desde la academia. En 2002 decidieron crear la “Cooperativa los Huertos”, una de las pequeñas cooperativas más organizadas que se pueden encontrar en Bogotá, “la Cooperativa Huertos es una empresa de trabajo agrícola fundada desde nuestro conocimiento e interés por los cultivos ecológicos. Nuestras actividades básicas son: producción, comercia­lización, investigación y difusión de nuestro trabajo”, dice Constanza.

La agricultura ecológica, orgánica o biológica, es un sistema de agricultura basada en la utilización de recursos naturales. Esta agricultura no permite el uso de productos químicos u organismos genéticamente modificados (ni para abono, ni para plagas, ni para semillas) para así conservar la fertilidad de la tierra y respetar el medio ambiente de una forma sostenible y equilibrada. Según Sofía Villa, miembro del colectivo Línea Negra, un colectivo de jóvenes agricultores orgánicos de Bogotá, el principal objetivo de la agricultura orgánica es “mejorar la sustentabilidad integral de la tierra y constituirse como un sistema ecológico y social para combatir la pobreza desde la auto sustentación”.

En Colombia, esta nueva forma de cultivo se produce antes de la llamada “Revolución Verde” (en la época de los sesenta) pues en años anteriores a esa época se sembraba y cosechaba café sin necesidad de productos químicos.

A la industria orgánica del café, le siguen la del azúcar y el banano, las cuales se posicionan en el extranjero por la capacidad mercantil que poseen la mayoría de empresas de estos sectores en la industria extensiva. Actualmente se cuenta con casi 40 mil hectáreas de productos ecológicos certificados según el Ministerio de Agricultura. Aún así estos productos que son certificados como ecológicos y que son producidos por grandes compañías tienen mayores ventajas frente a los pequeños productores. Actualmente, según Jorn Berger, alemán experto en productos orgánicos y consultor de PROEXPORT, “en Colombia existen 199 compañías certificadas por Rainforest Alliance, uno de los sellos internacionales más importantes para la exportación de productos orgánicos. La mayoría de estas empresas son de café (154), bananos (20) y flores (24).”

Pero una circunstancia adversa a este crecimiento de exportación y de ampliación de mercado es que acceder a los sellos de certificación, tanto para comercio interno como externo, no sólo es bastante costoso sino que requiere el cumplimiento de algunas normas de calidad muy exigentes, como por ejemplo 1) el envío en barco a algunos países de la Unión Europea pues algunas compañías no toleran que los productos orgánicos lleguen en avión por la emisión de gases contaminantes. 2) La certificación GLOBALG.A.P que es una condición necesaria para entrar en Suiza, Alemania, Francia, Italia, los países con más consumidores  de productos orgánicos mundialmente. 3) Una certificación Fairtrade en la que los precios mínimos varían dependiendo el producto, pero pueden ir de 295 US$/ton a  420 US$/ton; entre otras normas.

Esto pone en desventaja a aquellos pequeños productores que quieren ampliar su eje de mercado, dice Constanza, “aunque existan ciertas cooperativas y agremiaciones de pequeños productores aún nos cuesta ampliar nuestro mercado pues no recibimos mucho apoyo del Estado. En cuanto a políticas públicas estamos muy desprotegidos. Cuando llegan las heladas nosotros tenemos que responder por nuestro cultivo y no existe un fondo de ayuda para los pequeños agricultores orgánicos. Igualmente el acceso a los sellos de certificación es muy complicado pues las exigencias del mercado son muy altas”.

Desde el 2006, el esquema de certificación nacional para la agricultura orgánica se encuentra vigente, éste incluye un logotipo nacional para los productos alimenticios orgánicos y tienen el nombre de “Producto Ecológico” con el apoyo del Ministerio de Agricultura.. Aún así son poco los organismos de certificación localizados en Colombia, estos también necesitan un registro y deben informar periódicamente al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural sobre las nuevas operaciones certificadas. Según Berger, “en septiembre de 2010, la base de datos oficial de operadores orgánicos certificados ha mostrado las siguientes cifras básicas, las cuales pueden ser más altas por la falta de registro real que tenemos del mercado,  156 operaciones certificadas (incluyendo grupos productores); 5,704 agricultores orgánicos y 49,072 hectáreas certificadas”.

Actualmente, la organización – AgroAmbietalistas – está activa como organización del sector de productos orgánicos del país. Sin embargo, la Asociación Colombiana de Agroproductores Ambientalistas parece que sólo representa a una minoría de la industria de productos orgánicos en Colombia. Seis organizaciones y/o compañías son miembros de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica y sólo estas seis compañías son las únicas certificadoras registradas en Colombia. Cuatro se encuentran en Bogotá y las otras dos en Cali; las seis se apoyan en certificadoras extranjeras como la organización suiza IMO o la estadounidense OCIA.

Como se mencionó anteriormente, “no existe en Colombia información disponible  acerca del agregado del mercado de productos orgánicos aún así estimamos que el volumen del mercado en Colombia para alimentos orgánicos en el sector de la venta al por menor y gastronómico está entre 2 y 3 millones de dólares americanos (a nivel de precios de consumo). En este sector los productos locales como verduras orgánicas, hierbas orgánicas secas, café y azúcar orgánicos (incluyendo la panela) juegan un papel importante” dice Berger.

En Colombia una buena parte de los alimentos orgánicos se vende a través de las cadenas tradicionales de venta al por menor, entre ellas el  Éxito, Carulla y Pomona, las tres cadenas del grupo Casino (transnacional Francesa) que se ha convertido en líder del mercado y cuenta con cerca del 40% del negocio de venta en Colombia. Taeq es la marca comercial del Éxito para “productos innovadores y modernos”, bajo Taeq Orgánico, el Éxito ofrece una pequeña gama de alimentos ecológicos, principalmente verduras. Es importante resaltar que la oferta orgánica de estos almacenes se da “preferiblemente en áreas con un alto poder adquisitivo. En Carulla y Pomona tenemos la mayor oferta en Bogotá desde 2007 así que cuando implementamos esta línea, que responde a una promesa de servicio en la variedad de productos, nos enfocamos en un público específico ya que somos conscientes de que no todas las personas están dispuestas a pagar un precio elevado por este tipo de productos”, afirma Alberto Parra, jefe de Gestión y Organización de Carulla.

Y es cierto. Debido al cuidado en la producción y conservación para la venta del producto, los agricultores son muy exigentes con los precios de oferta. El tiempo dedicado y el oficio de la agricultura orgánica son mucho más rigurosos que en la agricultura tradicional lo cual influye en los precios de venta. En Carulla por ejemplo, una lechuga morada cuesta 3.000 pesos, 1000 gramos de tomate cuestan 8.300 pesos, 500 gramos de cebolla 6.000 pesos y 150 gramos de rúgula 11.500 pesos.  Sin contar con los productos importados como Earths´Best (comida para bebes) y los aceites de oliva y el vino orgánico de Chile, que tienen mayores costos por su importación.

Además de este tipo de comercio existen restaurantes especializados en productos orgánicos, el almacén y restaurante más conocido en Bogotá  es Bioplaza, el cual en septiembre de 2010 abrió su segunda sucursal. Bioplaza está ubicado en la Transversal 17 # 98-13 y en la Calle 79B # 7-90, en estos locales no sólo se ofrecen frutas y verduras para la venta, sino semillas, quinua, y otra gran variedad de productos orgánicos.  Aunque la mayoría de sus productos provienen de su propia granja también ofrecen algunos productos no certificados. Otro restaurante y almacén orgánico es Suna, que significa camino en quechua, éste se encuentra ubicado en la Calle 71 # 4-47, los precios de sus platos oscilan entre 23.000 y 40.000 pesos. En Suna también se ofrecen diversos productos orgánicos diferentes a frutas y vegetales; también se pueden encontrar semillas y productos no certificados.Es muy importante resaltar que el hecho de que un producto no se encuentre certificado no significa que sea de mala calidad. El sello es más que todo una herramienta de mercadeo e imagen para aquellas empresas que buscan consolidarse en el mercado nacional o internacional. Según Camilo Lemus, estudiante de filosofía de la Universidad Santo Tomás y cliente de Bioplaza. “A pesar de que no todos los productores de Bogotá tengan sellos de importación o sellos nacionales, uno conoce los productos por el contacto directo que tiene con quienes los cultivan, para mí no hay mucha diferencia entre una huerta que tenga o no sello sí conozco a la persona que cultiva, si conozco sus intensiones con la tierra, con su salud propia y con la salud de sus clientes”.

Para la mayoría de personas que consumen este tipo de productos es mucho más importante seguir una ideología en pro del bienestar del medio ambiente y de su salud, que los precios que tienen que pagar por consumirlos. “El consumidor es siempre consciente de que con su compra está ayudando a la tierra, esta previniendo una gran cantidad de enfermedades y además colabora con el rescate del manejo ancestral de la relación producto agrícola-naturaleza” dice Constanza, de Tierra Verde.

Existen muchos modelos de agricultura ecológica que provienen de la fusión y apropiación de ideas de varias corrientes. Estas se diferencian en la forma de dividir la tierra y de hacer el riego pero mantiene objetivos comunes como “evitar el monocultivo, diversificar las especies plantadas, potenciar la prevención mediante prácticas adecuadas de cultivo para estimular el suelo, las plantas y los microorganismos que conviven en el” dice Juan David Caro, joven krishna cultivador de la granja orgánica Varsana-Jardines Ecológicos, de la comunidad Krishna del templo de la 32.

Como Juan David, desde hace 5 años, varios jóvenes se han interesado por el tema de los cultivos orgánicos. Aunque no todos lo hacen desde una conciencia religiosa como la Krishna, siempre mantienen presente una gran preocupación por el medio ambiente y por comenzar una “nueva generación autosustentable. Tú eres lo que comes, dicen por ahí. Creo que nunca nos educaron de una forma adecuada en cuanto a nuestra comida. Nuestros padres y abuelos nunca se interesaron conscientemente en su salud ni en la salud del planeta. Pero ahora somos más los que nos cuidamos y cuidamos la tierra que nos provee de vida” dice Sofía Villa, miembro del Colectivo Línea Negra.

Estos jóvenes al igual que algunos otros pequeños productores, tienen cultivos cerca a los cerros orientales y a las afueras de Bogotá en municipios como Chía, Villapinzón, Cucunuba, Tausa, Bojacá, Cogua, Cajicá, Tabio, Tenjo, Tocancipá, Sopó, Guasca, Gachancipá, Machetá, Subachoque, Choachí, Fusagasuga, Fómeque, y Silvania. Generalmente estos pequeños productores usan técnicas de irrigación orgánica, monitoreo del estado de los nutrientes del suelo, el agua y las plantas, utilización de plántulas, alelopatía y productos botánicos; control biológico, lombricultura, compostaje y un valor agregado en la presentación física final donde los agricultores juegan con su creatividad para ofrecer un producto más llamativo.

Realmente al tener contacto con estos productos las personas observan una gran diferencia, no sólo en el color y el olor de las frutas y verduras, sino en su sabor y olor. “Usted no puede preferir comprar una fruta o una verdura más barata en un mercado tradicional sin antes haber probado un producto orgánico. La diferencia es enorme, la mayoría de personas que conozco y se han acercado por primera vez a estos productos comprenden la terrible variación que le dan los químicos a los alimentos. Considero que ser conscientes de esta diferencia justifica los precios”, afirma Catalina Herreño, estudiante de Psicología de la Universidad Nacional.

Aunque es cierto que los precios dentro de la misma industria orgánica pueden variar significativamente debido a los sellos de certificación, es importante tener presente que al ser una industria emergente y ahora creciente, existen varias opciones para acceder a este tipo de productos con precios menos elevados que los que ofrecen las grandes cadenas de mercado.

Una de las opciones es el Mercado de Orgánicos de la 32 en el que una pequeña asociación de campesinos agricultores orgánicos ofrece sus productos los lunes, jueves y sábados de 9 de la mañana a 6 de la tarde en la calle 32 con carrera 17. Igualmente la casa del Colectivo Línea Negra, ubicada en la Carrera 2# 12-52, en la que se ofrece intercambio de semillas orgánicas, quinua, cacao y menú vegano que abrirá nuevamente sus puertas desde la segunda semana de diciembre.

Finalmente, es muy importante comenzar a entender la lógica ambientalista que manejan este grupo creciente de personas, no sólo como una ideología ecológica sino como una idea de auto sustentación la cual podría brindar grandes beneficios a la ciudad. En este sentido es valioso rescatar el esfuerzo que desde hace tres años viene realizando el Jardín Botánico y el Distrito con el programa de Agricultura Urbana, el cual se imparte a comunidades organizadas, centros educativas y ciudadanos interesados en el tema.

Este programa brinda la alternativa de desarrollo de huertas en lotes urbanos que de una u otra forma no han sido utilizados o se les ha dado una mala utilización convirtiéndose en focos de contaminación o inseguridad. Para saber más acerca de este proyecto puede comunicarse al 4377060 Extensión 210. Según Jon Berger, “debido al hecho de que el nuevo viceministro de agricultura, Ricardo Sánchez López, tiene su propia finca de productos orgánicos, y experiencia de varios años en negocios agrícolas sostenibles, las partes involucradas esperan que en el futuro haya más apoyo para el sector de productos orgánicos”.

Audio: www.urosario.edu.co/Plaza-Capital/swf/otros_audios/NotaFeriaAgroecologiaAna-Sabi-2802/