La importancia del concurso radica en que posiblemente algunos de los participantes se conviertan en grandes escritores, y el ganar el premio es una motivación adicional para los mismos. Felipe Bernal, ganador en el 2011, afirma que haber ganado el concurso no solo le sirvió por el hecho de haber ganado, “sino por el proceso de aprendizaje que hubo detrás de dicho éxito.”
Pero no todo es motivación, pues existen dificultades para surgir como escritor. “Es difícil distinguirse. Es difícil escribir bien sin parecer desesperado. Es difícil escribir algo que represente adecuadamente a la sociedad actual.” Afirma Juan Sebastián Torres, estudiante de Economía y filosofía de los Andes, ganador en el 2012.
Andrés Ospina, escritor bogotano, comparte esta posición diciendo que las nuevas formas de comunicación y la dificultad publicar pueden hacer más complicada la labor de un escritor. Sin embargo, recomienda “pensar en la escritura misma antes de cualquier cosa… antes que ser publicado, antes que en vender muchos libros. Es pensar en perfeccionar el oficio propio de la escritura”
Posición similar es la de Alexander Afanador, ganador en 2012, que piensa que “Lo que un escritor necesita es, fundamentalmente, disciplina; sentarse a practicar todos los días o por lo menos, con rigurosa frecuencia. Tiene que aprovechar el tiempo libre y la soledad”.
Por último, Karol Hernández, quien hace el filtro de los cuentos en primeras fases comenta que con el concurso “se ha permitido descubrir escritores maravillosos…se ha despertado una expectativa en los escritores, ha generado cohesión social y la posibilidad de descubrir ciertas estrellas” También, afirma que el fomento de la cultura es valioso para toda la sociedad colombiana.
Como dice Hernández, el concurso no ha sido solamente un premio o un diploma. Si no que valiéndose de un reto principal, que es la escritura de calidad en, estos escritores buscan la consistencia y la firmeza que se necesita para ser buen escritor en Colombia.