“Estoy muy contento de estar aquí, espero volver pronto”
Claro, viniendo de un músico famoso la frase podría sonar a cliché. Pero Charly García nunca ha tenido necesidad de guardar apariencias, además, sus palabras sonaban honestas.
Lo dijo sentado tras el piano de cola negro que se encontraba en el escenario, justo antes de cantar “Canción para mi muerte”, justo antes de dar por terminada la versión número 18 del festival de rock gratuito más importante de Latinoamérica. No faltaron los clásicos, no faltaron los gritos y ovaciones y, por supuesto, no hicieron falta las sorpresas. Con un chaleco de peluche naranja y un gorro de todos los colores, la excéntrica Andrea Echeverri apareció en escena para cantar “Pasajera en trance” junto al artista argentino, el abrazo de ambos lo sintió todo el parque.
Sobra decirlo, Charly no es el de antes. La última vez que vino a tocar en Colombia fue en julio de 2005 –sí, cuando asomó su cabeza por la ventana del carro que lo recogió en el Aeropuerto El Dorado y saludó diciendo “Cocalombia”–. Esa vez cantó en la Plaza de Toros La Santamaría y su energía era otra. Tocaba guitarra eléctrica, pateaba atriles y regañaba a los técnicos de sonido. Anoche, en cambio, era una mansa criatura, un abuelo del rock que se paseaba por el escenario con movimientos torpes y figura encorvada. Pero era Charly al fin y al cabo y era un honor tenerlo en el cierre de Rock al Parque 2012, así no todos pensaran lo mismo.
- Charly García es un artista legendario, opina Julio Correal, pero no sé qué tan fuerte sea para cerrar un festival como Rock al Parque, ahí deberíamos tener unos Strokes, un Kasabian, algo de eso.
Correal tiene autoridad para hablar del tema, no sólo porque es uno de los padres del Festival, sino que además es de los empresarios culturales con más experiencia en el país. Según él, si se quiere poner a Rock al Parque a la talla de los festivales internacionales, no se puede cerrar con un artista que no dice nada en Europa. Correal sabe que hay limitantes económicos, “pero hay que darse la pela”.
Lo que esto evidencia, no obstante, es la necesidad de dejar claro hacia dónde va el festival, porque puede haber intereses encontrados. Quizás sea pronto para hablar del tema, faltan dos años para la veintena, pero como dijo esa noche en tarima Fernando del Castillo, vocalista de las 1280 Almas, “20 años es un ciclo cumplido”. Él se refería al aniversario de su banda, pero bien podrían tenerse en cuenta sus palabras para cuando el Festival celebre 20 años en 2014:
Queremos, muy respetuosamente y con mucho cariño, hacernos a un lado y pedirles que no nos vuelvan a invitar a este Festival. Porque pensamos que para que un Festival como este tenga sentido tiene que estar orientado a las bandas nuevas, a los nuevos grupos que están saliendo todo el tiempo. Y tiene que hacerse con mucho respeto por las bandas, tanto de parte de la organización como de parte de los patrocinadores. ¡Respeto para las bandas nuevas!, que están haciendo la vuelta con empeño y con cariño. Y yo creo que por eso es que hoy, predicando con el ejemplo, queremos hacernos a un lado, porque nosotros ya no somos una banda nueva. Queremos que este festival sea de ellos, de la gente para la cual es importante darse a conocer. Y nos vamos muy felices. No dejamos de tocar, seguiremos tocando, ustedes lo saben.
El público se deshizo en elogios y aplausos. Los que gritaban “no” al comienzo del anuncio, se vieron vencidos por la lógica de “Las Almas”. Desde que Mario Duarte, vocalista del extinto grupo La Derecha, fue a buscar a Julio Correal con la idea del concierto gratuito, Rock al Parque fue pensado como un apoyo a las nuevas bandas. Hoy muchos temen que ese espíritu se pierda.
- Para nosotros es una falla que este año Idartes no haya hecho la rueda de negocios como se hacía en los años anteriores. Y para nosotros como banda, después de participar en Rock al Parque, es muy importante tener contacto frente a frente con promotores internacionales.
La queja la hace Libardo Maecha, guitarrista de Dione, una de las bandas del cartel distrital. Para él, esa es una de las carencias de Idartes con respecto al apoyo a las nuevas bandas, es el espacio que garantiza la continuidad tanto de los músicos como del festival, es lo que hace que Rock al Parque no sea un asunto que pasa durante tres días y se olvide después.
Sin embargo, existen otras propuestas por parte del Instituto Distrital de las Artes. Ahora que han pasado estos tres días de rock en el Parque Metropolitano Simón Bolívar, quedan 2 semanas durante las cuales se presentaran algunas bandas, nacionales e internacionales, en distintos bares de la ciudad. Algunos de estos conciertos serán gratuitos, como en el Festival, otros le darán prioridad a las bandas extranjeras y por eso, para muchos, el esfuerzo del distrito por hacer más grande el Festival no es suficiente.
Las 1280 Almas tocaron justo antes de Charly García y, a pesar de eso, no le faltó energía al público para bailar y ‘poguear’ con ellos. Tocaron justo después de la agrupación Ciegosordomudos, otra tradicional bogotana, quienes debieron sonrojarse cuando las Almas hicieron su anuncio. De hecho, hoy debe haber más de un músico reflexionando, y ojalá más de un organizador haga lo mismo, acerca de para dónde ir con Rock al Parque.
Héctor Rincón, bajista de Infested Co, decía que la gente debería educar el oído a nuevas cosas para no estar pidiendo siempre lo mismo. Quizás hoy los integrantes de grupos como Neurosis, La Pestilencia, Kraken, Polikarpa y sus viciosas, Estados Alterados, y otras bandas en un largo etcétera, estarán pensando que, si los vuelven a invitar, lo más prudente sería decir que no, que le den ese espacio a alguien que hasta ahora esté empezando.
En 2005, el Festival abrió con el concierto de Kraken y la Filarmónica de Bogotá. A pesar de la lluvia, el parque se llenó por el evento y continuó así durante el resto de la jornada. Durante los pasados tres días, en cambio, las bandas que tenían que tocar a las 2 de la tarde se presentaron frente a públicos que no superaban las 200 personas y que, en muchas ocasiones, desconocían su trabajo.
Siempre gusta ver a los ídolos en tarima, al fin y al cabo, es eso lo que llama a las multitudes. Al final, lo importante es que Idartes no deje de buscar un balance justo donde las bandas nuevas no se vean opacadas por las más reconocidas y al público le siga tocando lo que le corresponde: Rock al Parque.