'Ser artista en un país como Colombia es estar el peor estrato', Jairo Soto, 60 años en la actuación y contando...

Miércoles, 14 Abril 2021 20:20
Escrito por

Recorrido por la vida del actor, director y libretista colombiano quien ha participado en producciones como Francisco el matemático, Padres e hijos y La sucursal del cielo. Ganó el premio a “Mejor obra” en 1967, 1968, 1969 y 1970 del Festival Nacional de Teatro. El último proyecto en el que ha participado es en la serie Lala ́ s spa de Caracol Televisión. El humor es parte de su esencia. “Como a todos los actores, a mí me ha gustado todo”, comenta Soto, riéndose mientras confiesa cuál fue uno de sus proyectos más especiales como actor y director.

Jairo Soto fue galardonado como "Mejor actor" en 1967 y 1969 en el Festival Nacional de Teatro||| Jairo Soto fue galardonado como "Mejor actor" en 1967 y 1969 en el Festival Nacional de Teatro||| Archivo de Jairo Soto|||
7451

En 2007 trabajaba para la productora Colombiana de Televisión, la cual realizaba programas para Caracol Televisión. En una reunión para la presentación de los proyectos del año siguiente el presidente, Pablo Laserna, estaba preocupado porque el Canal RCN tenía más audiencia y los televidentes del Valle del Cauca habían disminuido considerablemente. En ese momento Soto, en un acto de improvisación, le dijo que tenía una idea. Él vivió durante los años 70 en Cali y los Juegos Panamericanos de 1971 marcaron un antes y un después para la ciudad, por lo tanto, le propuso a Laserna contar la historia que había vivido durante esa época. Al presidente le gustó la idea y la historia de tres familias que vivieron lo acontecido durante ese año en Cali fue contada en 2008 gracias a la reconocida serie La sucursal del cielo. “Ese proyecto me gustó tanto porque lo hice todo. Lo pensé, lo argumenté, lo produje, lo dirigí y lo actué”, afirma Soto. Además, cuando salió al aire, subió seis puntos el rating y empató al canal vecino.

Jairo Soto es un actor, director, libretista y diseñador de proyectos para teatro, televisión y cine con más de 60 años de experiencia. “Disfruta todo lo que hace. Vive apasionadamente su profesión y ella le permite ser un gran creador y entender que la magia de la vida está en uno mismo”, explica su esposa, Dora Pardo. A sus 77 años y después de trabajar en más de 500 proyectos a lo largo de su carrera, Soto es una persona tranquila y que le gusta compartir lo que ha vivido. Eso sí, prefiere quedarse con lo positivo y dejar un poco de lado las experiencias difíciles. “Lo mejor de todos estos años es que logré hacer lo que me gusta y todavía soy feliz con lo que hago”, afirma el actor.

 

Amor a primera vista con el teatro

Podría decirse que Soto terminó sin querer queriendo en el mundo de las artes escénicas. “No sé, no sé. Eso uno nunca lo sabe. Cuando uno empieza esto es como cuando te enamoras. Empiezas con un coqueteo y de golpe terminas locamente enamorado”, cuenta el libretista. Estaba perdiendo literatura en el colegio y el profesor le dijo que la única forma de aprobar era que estudiara una obra de teatro y la presentara con otros compañeros. Se animaron a hacerla y les encantó la sensación de ser aplaudidos. Luego la comenzaron a presentar en el barrio y en otros lugares. Desde ese momento, Soto nunca se ha desconectado de la actuación.

“Ser artista en un país como Colombia es el peor estrato. No está catalogado como una profesión. Pero para mí lo mejor que le puede pasar a un artista es no estar en el radar del sistema”, afirma Soto. Para él eso es bueno porque le permite estar vigilando a la sociedad y decirle cómo va, qué está bien y qué está mal. Por esta razón, en un país como este, las artes escénicas siempre serán necesarias. Para el actor, “el teatro es el termómetro de la sociedad”. Por otra parte, su experiencia en la televisión fue mejor en los inicios porque era mucho más divertida. Todos los actores se conocían y las personas los querían mucho porque los hacían reír. Hoy no es así. La televisión ya no hace reír, antes la mayoría de productos eran de comedia y confiesa que lo que más le gusta en la actualidad “es cuando le llega a uno el cheque, porque ya están pagando mejor”.

Para Soto el teatro es un juego entre los actores y los espectadores. Los segundos deben descubrir varias cosas, mientras que los primeros no pueden dejar que lo hagan. “El verdadero actor nunca sale a hacer un personaje, nunca sale a representarlo, ni a interpretarlo, sale el personaje”, explica el director. Si el público descubre que detrás del personaje hay una persona, el actor pierde, siempre deben creer que el protagonista es real. Una de las claves es el suspenso, no importa si es comedia, drama, el género que sea, los espectadores siempre deben preguntarse qué va a pasar y resolver dudas constantemente. Los actores deben mantener siempre el control de la obra. “Por eso es el juego, al final del partido uno sabe si perdió o ganó por el calor del público”, afirma Soto. En este sentido, uno de sus mejores proyectos a nivel personal fue “la serie Puerto amor porque tuvo la oportunidad de crear un personaje y llevarlo hacia donde él quería”, explica su hijo y tocayo, Jairo Soto.

 

La enseñanza y la familia, sus otras pasiones 

Además de ejercer su carrera, es profesor de teatro y ha tenido la oportunidad de trabajar con niños y jóvenes. “Lo mejor de enseñar es que los estudiantes aprendan. La cuestión no es enseñar sino que aprendan”, explica Soto. Admite que es repetitivo con los conceptos principales que busca enseñar, pero para él lo más importante es que algo les quede. Le gusta ser profesor, durante la pandemia incluso ha comprado vestuario y materiales para que las clases virtuales sean más divertidas y poder captar la atención de los estudiantes. De igual forma, pudo compartir su conocimiento con grandes actores colombianos cuando eran niños. En la serie infantil Imagínate, realizada entre 1984 y 1991, tuvo la oportunidad de trabajar con actores como Ana María Orozco y Danna García. Esa época la recuerda con mucho cariño porque esos jóvenes actores creían en él y aún lo hacen, fue un proyecto que desarrolló con mucho amor. “La experiencia en Imagínate fue maravillosa porque esos programas infantiles fueron las semillas de los grandes actores de hoy”, cuenta el libretista.

Para Soto los televidentes merecen muchísimo respeto porque son anónimos. Él no sabe quién está delante de la pantalla, si un niño, un mayor de edad o cualquier persona, por eso el respeto es fundamental. En cuanto a sus seguidores, “la mayor satisfacción que siento es cuando voy a un centro comercial y las personas me reconocen con mucho cariño, yo soy feliz”, comenta el actor. Sin embargo, le duele que en Colombia no haya tanto respeto por los actores mayores. En las últimas novelas que ha participado solamente actuó en dos o tres capítulos porque interpreta a una persona de la tercera edad que dice un par de líneas y se muere. Incluso, por la pandemia, le pidieron a los libretistas que no hicieran personajes para mayores de 60 años y a Soto le parece injusto por todo lo que le han entregado a la televisión colombiana. “Ahora nos vuelven invisibles. Ya no nos ven ni nos dan trabajo, pero ellos se pierden nuestra experiencia”, lamenta el director.

Soto siempre ha sido muy familiar. Su padre murió el 9 de abril de 1948, cuando él apenas tenía cuatro años. Por esta razón, fue criado por mujeres, su mamá, abuela y hermanas le enseñaron que lo más importante es la familia. “Me enseñó que la vida es un sueño y que cada momento hay que vivirlo al máximo”, afirma su hijo. Aunque se le dificulta definirse a sí mismo, cree que es alguien sentimental y que tiene muy claro lo que quiere en la vida. Como si estuvieran conectados telepáticamente, su esposa también lo define como un “hombre sensible y amante de la vida”. Ese es Jairo Soto, un colombiano que vive agradecido con poder hacer durante tantos años lo que le gusta y que sabe que todo lo que ha conseguido no sería posible sino hubiera sido perseverante durante todo este tiempo. “¿Qué hice para estar metido 60 años en la televisión? La perseverancia. Nunca me salí, ni me asusté ni nada. Duraba meses sin trabajar pero ahí me mantenía”, concluye.