Plaza Capital habló con Héctor Osuna acerca de su vida con relación a la caricatura y la manera en cómo ha empleado esta labor periodística junto con su carrera de Derecho.
Plaza Capital: ¿Cómo llegó a la caricatura?
Héctor Osuna: Hombre, por casualidad, realmente no la escogí como una profesión desde siempre. Pensé en ser sacerdote, pensé ser artista, pensé ser abogado, lo soy. Estudié cinco años aquí en la Universidad del Rosario, pero toda la vida desde niño estuve haciendo caricaturas, dibujos. Un amigo del colegio me llevó a El Siglo, que no tenían caricaturista, y con Álvaro Gómez me metieron en lo de la caricatura a los 22 años y me quedó gustando. Después pase al El Espectador por mi cuenta y llevo como más de 50 años.
¿El rol de sus padres tuvo alguna influencia?
Por supuesto, mi mamá como artista en la pintura y mi papá, quien trabajó en la imprenta de un periódico de Medellín y acá en Bogotá, comentaba mucho la política. Yo desde niño hacía unos periódicos a mano, los estoy buscando casualmente, en lápiz, y yo mismo hacia fotografías imaginarias.
Yo mismo pintaba las personas, tenía un personaje y una república imaginarias de niño, yo jugué a ser periodista, realmente mi vida quedó marcada por un juego de niño, pero no por una definición de adulto.
P.C: Si desde niño le gustaba el periodismo, ¿por qué decidió estudiar Jurisprudencia?
H.O: Pues muchas cosas me han gustado, ese es el problema. Yo intenté ser sacerdote, me metí a estudiar en el sacerdocio, estuve seis años, la formación es ética pero no llegué al sacerdocio, me faltaron por ahí 10 años por lo menos. Entonces cuando me retiré voluntariamente, estuve un poco desorientado, no supe que hacer, me gustaba la política y me metí por el derecho. Me gusta muchísimo, mantengo esa conexión y me ha servido muchísimo.
P.C: ¿Cómo le ha ayudado el derecho en la caricatura?
H.O: Pues muchísimo para entender, para comprender la vida nacional. El derecho sirve para todo, pero especialmente para la inteligencia para comprender, construir argumentos, para pensar. En la caricatura parece mentira, pero hay que pensar mucho, y sirve porque hay que ser responsable, hay que tener una orientación para meterse en ese estrato del humor, es muy importante haber pasado por otras consideraciones más elaboradas y en eso está el derecho, por ejemplo.
P.C: ¿Ha tenido problemas judiciales respecto a la publicación de alguna caricatura?
No, nunca
P.C: ¿Cuál es la diferencia entre la caricatura de antes y la de ahora?
H.O: Ha cambiado mucho (…) Es difícil, habría que pensar, a mí me parece que antes se hacían caricaturas gráficamente más agresivas, pues hoy, o al menos en el caso personal, me fijo más en la personalidad el carácter y los parecidos, pero también hay una diferencia fundamental y es que antes el caricaturista era el que seguía la línea editorial de la publicación, el caricaturista era como los pintores en la época de los reyes que hacia parte de la corte y seguían el ritmo del poder y aquí también la caricatura, y en todo el mundo yo creo, es como un complemento del pensamiento editorial a menos en mi caso, es de haber ido conquistando terreno propio y poder opinar, incluso, en contra de la línea editorial o paralelamente para la línea editorial del periódico, pero no necesariamente seguirla y tampoco tener caricaturas ordenadas o sugeridas por los directores.
P.C: ¿Por qué en sus columnas de opinión maneja el seudónimo de Lorenzo Madrigal?
H.O: Porque realmente son como dos personalidades que manejo
P.C: ¿Cuál es la diferencia?
H.O: Pues yo me considero una persona muy seria, la gente piensa que soy muy chistoso y no lo soy, pero manejo el humor y la caricatura entonces para diferenciarla de la columna de opinión, sin que se haya negado, no es que se haya ocultado alguna de las personalidades, pero si me revisto de un personaje explícito y uso el seudónimo para pensar como periodista escrito. La gente piensa que como yo escribo y hago caricaturas debería ser muy chistoso, pero yo no pretendo ni quiero ser eso, una cosa es hablar de temas serio sin ser tan trascendental y el otro, es hacer la caricatura tradicional.