Empieza a hablar tranquilo, acercándose por medio de chistes y esperando que quien lo escucha se sienta cómodo, como hablando con un amigo. Bajo un gorro de lana está Édgar Álvarez, más conocido como Alter Eddie, un hombre de pelo negro y crespo, que, según dice, se dedica a hacer y poner en movimiento muñequitos de plastilina. Estudió artes plásticas y comunicación social. Se dedica a hacer animación para empresas, para políticos y a realizar contenido para su página de 316.529 seguidores en Facebook: ¿Se lo explico con plastilina? Mientras hace movimientos con sus manos o peina su ceja derecha, le cuenta a Plaza Capital cómo dedica su vida a esto que parece ser un juego de niños.
Periodista: Todos hemos usado plastilina alguna vez, pero ¿cómo llega a su vida?
Alter Eddie: Eso tiene que ver con mis abuelos. Mi abuela hacía arepas y mi abuelo era aficionado a hacer cositas en arcilla porque era de Ráquira. Desde muy chiquito me encarretaron con las masas. Cuando descubrí la plastilina, ahí me quedé, era lo máximo porque tenía color y era volumen. Uno no puede jugar con un dibujo, pero sí con un muñeco. Eso para mí era clave y pues pa’ toda la vida.
P: Usted lo ha dicho, es una masa ¿Cómo hace para que no le queden huellas en sus trabajos?
AE: Quedan las marcas por todo lado. Soy amante del error. Son mis huellas, esto es en plastilina. No busco la perfección, prefiero las texturas. Me parece importante que se sienta la imagen del animador ahí, es chévere cuando se siente que ahí hay alguien. Esto no es como las galletas ducales, no tengo secreto de nada. Más que la técnica o lo que sea, es lo que uno va a contar y las ganas que le ponga.
P: ¿Por qué hacer esto?
AE: Uno se limita a lo que es arte, a lo que no, eso es pendejada. Soy como cualquier colombiano, también quiero saber cómo quedó el partido. Pero para mí algo que es fundamental es que el hecho de trabajar con plastilina hace que llegue a públicos distintos y con temáticas diferentes. Son muchísimos los públicos a los que uno puede llegar, por medio de la animación. Me sorprende cómo a través de ideas sencillas, pueden hacerse cosas maravillosas. Siempre trato de que mi trabajo lleve un mensaje detrás, porque con la publicidad es una cosa ética compleja.
P: Ahora que habla de publicidad, uno de sus trabajos, ¿Cómo se financia su proyecto?
AE: Tenemos el lado bueno y el lado malo, necesitamos platica para sostener los otros proyectos. Hay proyectos que pueden ser más rentables o más chéveres. Por ejemplo, el último proyecto tiene que ver con Pipe, un personajito que lo que va a hacer es explicarle a la gente los acuerdos del proceso de paz.
P: Cuéntenos de The Invisibles, su proyecto animado que muestra la realidad de los habitantes de calle en Los Ángeles, California.
AE: Es una producción invisible. Era yo con la cámara tomándome la ciudad. El documental lo hice en locaciones de grandes películas, pero como era una producción invisible, pues ahí está el encanto. Fue como sentirlo, tener esa mirada del otro. Cuando uno está en el piso y el otro mira desde arriba, pues también es medio raro. Fue una experiencia dura, pero muy chévere. Para mí, es una de esas experiencias inolvidables.
Fue curioso porque yo lo patrociné completo. Después del primer cuarto del proyecto, me comenzó a ir muy mal y fue complicado económicamente. Pero yo pienso que lo tenía que vivir y por eso se transmitió tan bien. Por ejemplo, el año pasado me gané un premio allá, en Hollywood, con todas las de la ley. Y algo que para la gente era muy raro, era cómo viene un colombianito y nos muestra una realidad tan fuerte, de una forma tan sutil. Si esto fuera hecho con imagen real, no causaría ningún impacto.
Entender toda esa problemática social fue bien interesante. Después fue curioso, porque cuando llegué a Colombia, uno de los primeros muñecos que hice para la página web fue Calidoso. Entonces era traer esa temática también aquí. En Bogotá, hice varias proyecciones con habitantes de calle, generar esos diálogos y esas experiencias es muy chévere. Pero como les digo, es asumir un proyecto en todas sus dimensiones, desde sentirlo hasta patrocinarlo y a buscar todas las opciones.
P: ¿Cómo construye los personajes?
AE: Con el trabajo de campo. Leyendo mucho. Es muy chévere llegar a usar medios como estos. Así como puedo estar en una galería de arte, puedo estar hablando con niños, con campesinos, en zonas apartadas. Tengo el contacto directo con un campesino de Boyacá o el Huila, que se identifica con lo que estoy haciendo. Por ejemplo, estamos haciendo unos cortos para los inyectores de heroína. Es curioso porque son para los adictos directamente. Lo mismo. Lo interesante es el trabajo de campo que hay detrás, ir a cárceles para hacer entrevistas. Buscar el tipo de personaje al que queremos llegar.
P: Entonces, ¿Cómo fue el proceso de crear el suyo, el proceso de auto reconocimiento?
AE: Fue fácil, verme a un espejo. Realmente, yo creo que el ego. Fue gracioso, porque en los libros de niños yo me hacía de chiquito como Edgarin, el personaje de los libros. Luego, en Estados Unidos, el cuento era que mi nombre era un trabalenguas. Entonces, de ahí surgió el nombrecito de Alter Eddie y es muy chévere porque igual lo uso para muchas cosas en la página. Es como una forma de mostrarme a mí mismo.
P: Edgar, ¿Qué problemas pueden surgir en la construcción de los personajes?
AE: Es complejo cuando uno no se enamora del personaje. Cuando hice el corto del 9 de abril, leí mucho sobre Gaitán, pero no me enamoré de ese personaje. Hablar mal de Gaitán, aquí en Colombia, es complicado. Igual, uno de los objetivos era mostrar el centro de la historia de la ciudad, de la masa bogotana, en eso me concentré. Otra cosa, es que en Colombia tenemos un problema con el pasado. Tener una imagen a color es difícil, fue complicadísimo saber qué existía en los costados de la Plaza de Bolívar, en esa época no había Google Maps.
P: El 9 de Abril fue fundamental en la guerra que hemos vivido. Usted apoya activamente, en las redes sociales, el Sí en el plebiscito ¿Por qué?
AE: Por muchas cosas. Algo que es clave es que hago mucho trabajo de campo y conozco gente que piensa de maneras muy diferentes, en especial víctimas. Siempre escucho de ellas lo mismo, yo no quiero que le pase a nadie más, lo que me pasó a mí. Entonces, yo sí me sueño con un país distinto y me parece súper importante que la gente, desde sus conocimientos, apoye. Por ejemplo, yo hago muñecos en plastilina y eso es lo que uso para hacer campañas y muchas cosas. A veces esa apatía política de la gente, también es un poco jarta. Hay que pronunciarse ante las cosas que pasan y este es el momento. Que gane el Sí.